Día de la madre: emprender tras los pasos maternos

Hijas de mujeres que fundaron empresas, se sumaron a sus negocios y continuaron el legado familiar. En la previa a la celebración del domingo, las sucesoras hablan de los retos que debieron atravesar, cómo conjugan la relación personal-laboral y de qué modo rejuvenecen estos proyectos, de la mano de quienes les dieron la vida.

Exploraron sus propios rumbos pero, finalmente, lejos de apartarse de sus empresas familiares, decidieron seguir el camino que empezaron sus madres y recorrerlo también. Son hijas de emprendedoras que iniciaron sus pymes hace años, se sumaron más tarde a trabajar con a ellas y hoy conducen las riendas del negocio a la par. Con motivo del festejo del Día de la Madre, las protagonistas de estas historias cuentan en primera persona sus experiencias.

Según esta última camada, el trabajo conjunto entre madre e hija es contradictorio, ya que presenta ventajas y desventajas. "Es un crecimiento continuo y conlleva un esfuerzo interno. Es una mirada crítica y compasiva constante. Hay una mayor facilidad del sí en las respuestas, pero eso hace que existan más errores", reflexiona Michelle Pérez Verdier, licenciada en Publicidad e hija de Mónica Verdier, la creadora de Universo Garden Angels.

Luego de completar su carrera, Pérez Verdier realizó profesorados de yoga y cursos sobre cine y arte. Hace dos años, se sumó al negocio en el departamento de Comunicación: "Arranqué haciendo videos institucionales hasta que me sentí identificada con los productos que mi mamá creó". Estos productos a los que se refiere no solo ayudan a las personas en su aspecto exterior, sino que equilibran sus emociones con la aromacolorterapia: la combinación de la aromaterapia, cromoterapia y energías florales. "Una vez que entendí el concepto y sentí que había inventado algo novedoso, elegí quedarme", refuerza. La firma, fundada en 1999, se expandió a través del modelo de franquicias. Cuenta con locales en varias provincias argentinas así como en puntos de venta en Perú, Paraguay, México, Chile y Bolivia, según se desprende de su página web.

"Tenemos confianza y se da una relación distinta a la de un jefe tradicional. Pero, justamente, por esa confianza es difícil, ya que nos conocemos mucho", alega Lourdes Galeano, quien se incorporó a Mandioca, el emprendimiento de decoración de interiores de Miriam Ruiz Díaz. Al terminar el secundario, mientras cursaba la carrea de Antropología, Galeano dio origen a una marca de ropa. Poco a poco, fue dejando de lado la carrera para hacer cursos de Diseño. Pero lo que siempre le llamó más la atención fue la decoración. "Conocedores de ese gusto, amigos y conocidos me fueron convocando para hacer ambientaciones en eventos y reciclado de espacios. Me vinculé a mi madre en este aspecto", explica.

Por su parte, Glenda vön Fisbein, quien empezó a trabajar a los 22 años en la chocolatería Drimer y maneja en la actualidad el 70% de la fábrica que realizó su primera exportación de 35.000 rosas de chocolate a El Corte Inglés, la mayor cadena de tiendas de España, en mayo de 2006, comparte: "Lo bueno es que conocemos los gustos de la otra y sabemos cómo encarar cualquier cambio, problema o novedad", afirma Vön Fisbein, quien estudió Producción de Cine, reunió experiencias laborales en España y se unió a su madre, Diana Drimer, hace 18 años "cuando volvía de vivir allá y no tenía trabajo. Lo tomé como algo temporal y ¡acá estoy!", recuerda.

 

Antes y después

Pero estas relaciones no siempre se dieron así. Con el paso del tiempo, maduraron y hoy son distintas a cómo eran originalmente, cuando recién arrancaban. "Cuando empecé, el vínculo era menos profesional porque lleva su tiempo pasar de una relación inicialmente personal a una que se divide entre lo personal y lo laboral. Al comienzo, se trató de un proceso más comprensivo, de entendimiento y acompañamiento, que implicó dependencia también en lo personal. Luego, se transformó en una relación más exigente en lo profesional, pero más independiente en lo personal", profundiza Verdier. Para ellas, el cambio más notorio fue la simetría que los vínculos adquirieron. "Ahora, mi madre toma en cuenta mi opinión. Ya no es la maestra, la que sabe, y yo la que está aprendiendo", señala Galeano. Vön Fisbein coincide: "Cuando me incorporé a Drimer, trabajaba vendiendo en la calle. Tenía menos responsabilidades y experiencia. Hoy, es una relación más de igualdad, que de madre a hija pequeña".

Sin embargo, a pesar de tratarse unas a otras como pares, tienen que ser cuidadosas de no mezclar lo personal con lo laboral. En este sentido, María Mercedes Perrone, que se desempeña como abogada en la escribanía López y Perrone, sostiene: "Cuando trabajamos, trabajamos. Ese es el lema. En esos momentos, no le digo mamá, sino que la llamo por su nombre". En una época, Perrone se negaba a estudiar Derecho, ya que en su familia son todos abogados, menos uno de sus hermanos. "Empecé Contabilidad pero, al final, me incliné por Abogacía. Estuve cinco años en el Poder Judicial porque quería hacer la mía. Después, me di cuenta de que estaba desperdiciando una oportunidad. Lo que hacía mi mamá me gustaba, así que renuncié y me aventuré. Trato de aprender todo lo que pueda para llegar a ser escribana también", expresa. Las oficinas de Nelly López están ubicadas en Tigre. Tras dedicarse muchos años a la Abogacía, un día se cansó y quiso ser escribana. Así fue como estudió y ganó el registro.

"Una caminata de fin de semana puede convertirse en una reunión laboral. Evitamos hablar de trabajo e intentamos disfrutar cuando estamos juntas, pero muchas ideas surgen, precisamente, en esos momentos. Sucede que otros miembros de la familia que no trabajan con nosotras aportan también sus puntos de vista", detalla Mercedes Ardiles. Desde hace siete años, y junto a su hermana Rosario, forma parte de Natal, un centro de asistencia e investigación de Maternidad y Desarrollo Humano, originado en 1973 por su madre y licenciada Diana Wechsler. "Al principio, quería hacer algo propio, distinto a lo de ella. Estudié Cine y Fotografía, pero me uní al proyecto después de mi primer embarazo. Muchas personas que trabajan en Natal comenzaron a partir de la transformación de la maternidad. Habiéndome capacitado con mi madre, tuve un postparto tranquilo y me di cuenta de que esto era buenísimo. Sentí la misión de extenderlo para que más mujeres experimenten plenamente esta etapa", indica Ardiles.

Parecido, pero diferente fue el caso de Carla Galiano, que tuvo dos embarazos con bastante malestar, lo que la llevó a dar un giro: en su trabajo, se sentía incomprendida en relación a esto. Así fue como incursionó en 2010, "haciendo de todo un poco", en Mamys Gym, el espacio fundado por la profesora de Educación Física Marcela Galiano, donde se dictan clases de gimnasia, relajación y respiración para futuras mamás, además de capacitaciones y servicios de estética. "Inconscientemente, decidí cambiar ese pasado. Estudié para ser masajista, me gustaba la idea de poder ayudar a las embarazadas desde ese ámbito. Después, técnicas grupales y, finalmente, me formé para ser Orientadora y Asesora Sexual. Ahora, estoy haciendo un coaching ontológico", señala, y continúa: "Al principio, no sabía mucho del tma. Desconocía la parte teórica que tengo en el presente y era muy engorroso preguntar cada cosa que debía escribir o responder. Tuve que empaparme de tecnicismos en español e inglés, comprenderlos e interpretarlos. De todas formas, creo que si no tuviera la misma visión que mi mamá no podría trabajar con ella".

 

Escollos en el camino

Sin embargo, el camino no fue sencillo. Madres e hijas debieron superar desafíos para llegar a donde se encuentran hoy. "Aprendí a respetar a mi madre como jefa, a no dibujar líneas difusas que pueden traer problemas, a entrenar mi paciencia para escucharla y que me escuche. La exigencia de una madre a una hija siempre es grande. En estas situaciones, suele duplicarse y es difícil lidiar con eso", afirma Verdier. "Con el tiempo, supimos respetar nuestros estados de ánimo. Por eso, evitamos compartir el mismo espacio físico", afirma Galeano.

En este contexto, fue clave encontrar roles para cada una. Así, en estos casos, la separación de tareas resulta imprescindible para complementarse mutuamente. Según Verdier, hubo que entender "cuál es el lugar de cada una en la empresa". "Si se invade el espacio de la otra, puede generarse un revuelo. Ella toma las macro decisiones y yo, las micro", añade. "Los puestos son diferenciados, pero estamos interconectadas", agrega Ardiles. "Al tener estilos diferentes, nos complementamos. Sus clientes son más formales, los míos, más descontracturados", ejemplifica Galeano.

Otro de los retos que enfrentan madres e hijas al trabajar bajo un mismo techo es respetar los tiempos de trabajo. "Por ejemplo, si un hijo se enferma, no se lo podemos dejar a la abuela porque, justamente, tenemos una reunión con ella. Nuestros parientes tienen que entender eso", dice Ardiles, a lo que Carla Galiano menciona: "Hay que poner reglas, como el horario laboral es hasta tal hora. De lo contrario, son las 11 de la noche y seguimos trabajando. Cuando ese corte no se da, el cuerpo nos pasa factura".

 

Nuevos aires

Al incorporarse las hijas a las pymes, les dieron una brisa de frescura y abrieron nuevos horizontes. Por su parte, Vön Fisbein desarrolló un nuevo canal de ventas: chocolates con logo, diseñados especialmente para eventos, lanzamientos y promociones de grandes marcas del país. "Más tarde, comenzamos a ofrecer líneas propias para cafeterías como Maru Botana, Starbucks y Atalaya, entre otras", cuenta quien además reorganizó "la producción, los tiempos y los productos".

El caso de Universo Garden Angels, por su parte, es peculiar: las hermanas mayores de Pérez Verdier estudiaron lo mismo que ella y pasaron también por la firma, cada una aportando algo distinto. "Las tres seguimos Comunicación y sumamos lo propio de cada generación: la mayor transitó la época del diseño y el modernismo, la del medio puso el foco en prensa y activaciones, y finalmente llegué yo con la era digital y el e-commerce", asegura.

Mantenerse actualizadas es otra misión compartida. Aunque Perrone cree que no hay demasiadas novedades que se puedan introducir en un rubro rígido como el suyo, trata de sumar "modernidad y tecnología", mientas que la apuesta de Ardiles pasa por "no caer en la mera repetición" y "adaptar el sistema a los tiempos que vengan".

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