Un oasis en el desierto: el sector de software y servicios informáticos

En la Argentina funcionan más de 5000 firmas de esta industria, que emplean a unas 100.000 personas. La mayoría son pymes. Qué beneficios pueden obtener a partir de la nueva ley.

La respuesta a la pregunta acerca de por qué, en medio de la crisis económica y una estricta política de ajuste fiscal, las industrias de Servicios Basados en Conocimiento (SBC) lograron la aprobación de una ley de incentivos para el sector es simple. El sector cumple con todos los requisitos para aportar al crecimiento de la economía: es intensivo en un tipo de trabajo bien remunerado porque exige un nivel medio o alto de calificación; produce servicios transables y competitivos para el mercado global; y aporta al aumento de la productividad en el resto de la economía gracias a la propia naturaleza de la actividad: generar y difundir conocimientos para hacer más eficientes otro tipo de actividades económicas.

Para acceder a los beneficios de la ley, las empresas deben demostrar que el 70% de su facturación proviene del ejercicio de alguna de las actividades que la afectan, y deben destinar el 3% de sus ingresos a investigación y desarrollo, el 8% a capacitación y, mínimamente, el 13% a exportación.

"Una de las modificaciones más importantes es que las microempresas se podrán incorporar masivamente, porque tienen un periodo de gracia de tres años para cumplir estrictamente estos requisitos", celebra Aníbal Carmona, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Software & Servicios Informáticos (CESSI).

El 73% de las industrias dedicadas a la actividad son microempresas de hasta diez empleados, y el 20% son pequeñas y medianas empresas, de entre 10 y 200. "La ley de Software era muy burocrática en los términos que requería para que las empresas puedan ser alcanzadas. Con esta nueva versión, se desburocratizó", completa Carmona.

La elegida

Dentro de las industrias de SBC, la del software y servicios informáticos (SSI) es la que mayor peso tiene: por su larga tradición (muchas funcionan en el país desde hace más de 20 años) y por el dinamismo que arrojó el sector tras la aplicación de la Ley en 2004. En la Argentina funcionan más de 5000 empresas de SSI que emplean unas 100.000 personas, muy por encima de las 2000 firmas con 25.000 empleados que funcionaban hacia 2002.

Según el reporte económico que la Cessi encargó a la consultora FIEL, desde 2004, las empresas dedicadas a la actividad crecieron a un promedio de 6% anual, triplicando la dinámica llevada a cabo por las empresas del resto de la economía.

Dentro del rubro, las compañías que más crecieron fueron las dedicadas a la consultoría en informática y suministro de programas. En 2018, las exportaciones de SSI alcanzaron u$s 1701 millones, casi 12% más que los resultados arrojados por la venta al exterior en 2007.

Los mayores aportes

Un unicornio es un animal mitológico, fantástico y mágico. En el ambiente emprendedor, son compañías que valen más de u$s 1000 millones. Cuatro de los cinco unicornios argentinos nacieron haciendo foco en el desarrollo de software y servicios de IT, y comercializan sus productos a nivel internacional: Globant, MercadoLibre, Despegar y OLX.

Pablo Lacub, presidente del Grupo Calipso, opina: "Que existan unicornios nacionales es bueno tanto para trabajar en forma cooperativa, como para fortalecer el sector: nos unen los mismos intereses".

Además de un ambiente propicio para el emprendedorismo, la producción local de servicios de software e informática genera al menos dos aportes clave para la economía: tracciona las exportaciones de servicios y genera empleo de calidad. Los servicios brindados son un caballito de batalla para lograr el ingreso de dólares.

En 2017 y 2018, las empresas SSI (33%) y el sector financiero (26%) concentraron el 60% de los ingresos de dólares del exterior. El 58% de las ventas SSI al exterior, se destina a desarrollo de software, seguido por productos propios, soluciones y servicios asociados.

Dentro de las industrias de SBC, la del software y servicios informáticos (SSI) es la que mayor peso tiene: en Argentina funcionan más de 5000 empresas de SSI que emplean unas 100.000 personas,

Contrariamente a la crisis por la que atraviesan la mayoría de los sectores productivos de la economía argentina, la industria del software arrojó un incremento de 5,8% en empleados registrados en 2018, alcanzando los 101.700 empleados (último dato disponible). Este dato es central como indicador de un crecimiento sostenido y uniforme del sector.

El empleo privado registrado de la economía en general aumentó apenas un 0,2% entre 2017 y 2018. "La industria genera empleo de calidad y con perspectiva de género e inclusión regional", se explaya Carmona. Por su parte, el Observatorio Permanente de la Industria de Software y Servicios Informáticos (Opssi) difundió que, de acuerdo con las expectativas para 2019, el sector crearía 14.400 nuevos puestos de trabajo.

Si bien es un sector que pareciera tener su propia dinámica, más allá de la suerte económica que pueda correr el país, empresarios del rubro coinciden en que el factor macroeconómico termina influyendo indirectamente: "Nadie puede dejar pasar desapercibido las altas tasas de interés para acceder al financiamiento".

Sin embargo, si bien notan que puede haber un leve enlentecimiento en el crecimiento de las ventas, porque sus clientes son empresas que dependen de la macroeconomía para invertir, "las firmas se dan cuenta que no es una opción recortar en eficientizar los procesos", explica Blas Briceño, CEO de Finnegans.

Los referentes del sector coinciden en que la mayor limitante de la actividad es la falta de talentos. "Uno de los desafíos es cambiar de paradigma de "mi hijo, el doctor" a "mi hijo, el programador", comenta Carmona.

Estudiar una carrera relacionada con la SSI significa un ascendente social, ya que los sueldos promedio de la industria se encuentran por encima del resto de las actividades, y es una industria que está desarrollándose con mucho potencial. "Hay que hacer fuerte campaña para generar el talento porque la restricción más fuerte, además de la macro y las tasas de interés, es el trabajo", refuerza Carmona.

En este sentido, es importante que el Estado articule con la universidad, para fomentar el ingreso a carreras de Ingeniería en Sistemas, Biotecnología, Informática. Este hecho puede ser favorable incluso para el desarrollo de economías regionales. "Hoy la ley lo está poniendo en las noticias, pero hay que poner en la práctica para que haya más chicos que estudien carreras relacionadas con el software", complementa Lacub.

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