Vinos orgánicos, un mercado que crece

Si bien representan entre el 1% y 2% del total de la producción local de vinos, es una tendencia que toma fuerza y promete ganar mayor participación en los próximos años. Las firmas boutique que apuestan al sector.

Si bien el segmento de vinos orgánicos aún es pequeño en la Argentina -representa entre el 1% y 2% de la producción total, según estimaciones del mercado-, es una tendencia que, lentamente, viene creciendo. El consumo responsable, además de que cada vez más personas están atentas a la alimentación saludable, hace que se vuelva una opción atractiva a la hora de elegir. El precio y el sabor, aseguran los que saben, no dista de los convencionales. Por eso, parece que esta tendencia llegó para quedarse.

Para Juan Pino, cofundador de la feria Vinos Orgánicos, si bien el interés por los vinos que se producen de manera orgánica va creciendo lentamente en el país, aún, hoy, son más valorados en el exterior que en la Argentina. Según él, es una tendencia que recién se empieza a conocer en el país, pese a que hay bodegas que los producen desde los ‘90. Aunque aclara que no existen datos precisos sobre la cantidad de bodegas que trabajan bajo estas normativas. 

De acuerdo a Pino, del total de la producción orgánica, el 90% se exporta. Y pone como ejemplo el año 2015 -último dato disponible- cuando se exportaron 8,5 millones de kilos. El principal destino fue la Unión Europea, con el 79,1% de las exportaciones; seguido de EE.UU., con el 6,5%; Suiza 3,6%; Japón, 2,3%. El resto  se distribuyó entre Canadá, China, Brasil, Australia e incluso países como Noruega, Taiwán, Costa Rica y Colombia, entre otros.

Una de las bodegas que se dedica exclusivamente a vinos orgánicos es Vidacol, que desde que arrancó, en 1998, tiene certificación. La idea, dice Pablo Dessel, director de la bodega, surgió cuando viajó a Europa y detectó que había un "mercado interesante de lo orgánico, no sólo en vinos". Y así fue que se lanzaron.

Hoy, cuenta con 20 empleados y exporta a Brasil, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Bélgica, Holanda, Inglaterra y Japón. Y, según Dessel, en los últimos tres o cuatro años el consumo "creció mucho" en el país, gracias a las ferias que se realizan en torno a estos productos. Y a esto le suma que, como el dólar no es competitivo, "ponemos más fuerza acá", sin perder el mercado que lograron conseguir afuera.

De esta forma, de las 300.000 botellas que producen al año, un 60% las exportan, y el 40% restante queda en el país.

Otra bodega que produce de manera orgánica es Chakana. En su caso,  obtuvieron la certificación en 2014 y, desde entonces, exportan 200.000 botellas a Reino Unido, Holanda, Bélgica, Irlanda, a los países escandinavos y a Estados Unidos. Su volumen total de ventas es de 80.000 cajas de 12 botellas. 

En Bodegas Krontiras, cuyos vinos tienen la certificación orgánica y biodinámica, exporta cerca de la mitad de las 150.000 botellas que producen al año. Y, entre sus destinos, enumeran: Japón, EE.UU. y numerosos países europeos "a través de nuestra oficina importadora exclusiva en Grecia". Y agregan: "Actualmente, estamos buscando mercados en América latina, particularmente, destinos como Brasil, Perú, México, etc."

Una tendencia que llegó para quedarse.

¿Por qué toma fuerza esta tendencia?

Para Dessel, responde a que cada vez hay más gente atenta a la alimentación sana y natural, además de que existe mayor conciencia sobre el cuidado de medioambiente. Y, si a esto se le suma que este tipo de vinos "tienen iguales características que los convencionales", se vuelven una buena opción.

Para Juan Pelizzatti, socio gerente de Chakana, que factura unos u$s 3,5 millones  anuales, esta tendencia crece porque "los consumidores más sofisticados van comprendiendo los riesgos y perjuicios de la agricultura que nos han impuesto las multinacionales químicas". Mientas que, del lado de los productores, "cada vez más, vamos comprendiendo que el camino de la calidad está irremediablemente atado a la vitalidad del suelo y el equilibrio de los viñedos".

El director de Bodegas Krontiras, Alex Macipe, estima que el mayor interés tiene que ver con que "hay una vuelta hacia lo natural, hacia lo que nos hace bien, hacia las raíces. La gente ya está cansada de comer y beber sin saber de dónde provienen esos productos".

A esta postura, por parte de los consumidores, Pino le agrega que, si bien la Argentina se encuentra atrasada respecto de otros países en cuanto al consumo de vinos orgánicos, mientras que hace tres o cuatro años la gente preguntaba qué era lo orgánico, hoy pregunta dónde conseguirlo. Y añade: “Si bien hay mucha confusión sobre qué es lo orgánico, lo agroecológico, lo saludable, lo vegano, y otras tendencias de alimentación y consumo consciente, hay un mayor interés . Además, Pino se encarga de derribar el mito de que los vinos orgánicos son más caros: "Hay productos que arrancan en los $ 70 y pueden superar los $ 2.000 en una franja que sigue la de los vinos en general" y aclara: "El costo es muy variable y depende qué vino elijamos".

 

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