La estrategia de negocios del diseñador argentino que viste a estrellas del Pop

Santiago Artemis tiene 25 años y diseña vestidos cuyo valor de venta puede alcanzar los $ 100.000. Vistió a celebrities de la talla de Katy Perry y Britney Spears, y recientemente lanzó una firma con líneas ready to wear. Su estrategia de negocios.

No es difícil verlo caminando por las calles de la zona de Once en busca de telas únicas para sus vestidos de alta costura así como en las veredas de Japón, investigando para su próxima colección. El diseñador Santiago Artemis, nacido en Tierra del Fuego hace 25 años, acapara todas las miradas de quienes pasan por su lado. Su estilo único de chaquetas y hombreras, su hablar que vuela, su vestimenta para nada tradicional, lentes, sombrero y, por sobre todo, su personalidad inquieta, lo convirtieron en uno de los personajes más retratados del último año. Y es que supo hacer de él, su propia marca.

Podría pensarse que, por su recorrido internacional, no es de esas personas que toman el subte o que tienen una tarjeta SUBE en el bolsillo, pero no. Artemis no solo sube a los vagones, sino que plasma la travesía de ser un chico urbano en su cuenta de Instagram. "No puedo imaginar mi vida sin las redes sociales, son parte de mí desde el día en el que arranqué", dice este diseñador de indumentaria y dueño de su propio atelier que vistió a celebrities como Katy Perry, Britney Spears y a las argentinas Griselda Siciliani y Lali Espósito, entre otras. Se podría decir que su día a día es uno de los reality shows más vistos, y es que su vida es un álbum abierto para sus seguidores que, en cada story en vivo que realiza, le lanzan corazones y palabras de aliento.

 

Alguien que inspire

 

Desde que se mudó a Buenos Aires con 17 años hasta el año pasado en que sus diseños se lucieron en la alfombra roja de los Martín Fierro, su crecimiento fue abismal, y lo sigue siendo. Entre palabra y palabra, recuerda a Xuxa, su máxima inspiración, hacedora de las grandes ideas que colman la cabeza Artemis. "Siempre le tuve mucha pasión. Todos tenemos a alguien que nos inspira, ella me inspira. Su imagen, su indumentaria. Amo sus bucaneras, es algo que podemos rescatar de su look", explica. Y si, es que publicación de por medio su fanatismo se refleja en sus canciones en el ascensor o simplemente caminando por las calles de Japón.

Artemis realiza entre siete y ocho vestidos por mes y el precio de venta varía entre u$s 2000 y u$s 3500, dependiendo del trabajo que lleve la prenda: bordado, modistas y confección. "Nunca pensé mucho en las ventas, aunque creo que diciembre siempre es un gran mes para mis diseños, al igual que mayo. Lo que sucede es que los vestidos se hacen en varios meses, es difícil calcular".

Y aunque de ninguna forma la palabra escrita termina de interpretar la personalidad del diseñador, su energía constante, y el tono de voz positivo podría ilustrar la energía con la que realiza su trabajo. "La inversión principal es el tiempo, es el día a día Artemis que, siempre es de entrega, de trabajo. Casi que no me relajo. Pienso en los textiles, los proveedores, los clientes y, a la noche, los eventos sociales", explica.

Sus viajes forman parte de su negocio del día a día "Gané desde ese lado porque te brinda cierto nivel. Es ideal porque en cada uno de los viajes invierto, informo, muestro y eso la gente lo valora mucho", relata Artemis que indica que "muchas de mis clientas pueden ver desde el momento en que compro la tela hasta que la transformo en un diseño, y muchas veces allí está el valor agregado de lo que hago, es la experiencia".

En su naturaleza de mirar, y ser mirado, decidió volver a su lugar natal para realizar uno de los desfiles más provocativos y esperados. "Cambió todo. Yo tuve que dejar mi pueblo porque si no iba a morir en el intento, el aburrimiento me hubiera ganado y hubiera desaparecido artísticamente", señala Artemis. Pero retomó sus raíces y realizó el show que todos estaban esperando.

En 2017 lanzó Vurda, su apuesta ready to wear que voló alto desde el inicio, pero duró poco. Con su estilo llevado a las vidrieras de la calle Palermo parecía ser el estallo fashion del momento. Sin embargo, sólo estuvo disponible de septiembre a febrero. "Fue muy divertido hacer Vurda, no me arrepiento para nada. Aprendí otros tiempos que en el atelier no había vivenciado. Siempre hice todo a medida, y esto era otro universo. De repente, me vi en nuevos talleres, moldes. Todas las experiencias, como esta, me dejan aprendizajes", dice Artemis y resalta que vendieron el 60% del stock.

A pesar del declive de la tienda, su reputación social creció más que nunca y la cantidad de pedidos que recibe de sus clientas, también. "Hoy mi enfoque está en otro lado, estoy en pleno auge de ideas y conceptos y quiero llevar eso a los diseños de mis clientas", expresa Artemis.

La experiencia Artemis es única, y es que la sensación que brinda entrar a su atelier es -casi- de cuento. "Visto a todo tipo de mujeres, desde nenas para comuniones hasta quinceañeras y clientas que se casan. Ellas buscan algo diferente, no lo que pueden encontrar en un local. Hay un trabajo de interpretación importante que surge a partir de su planteo, sigue con mis ideas y culminamos en el diseño ideal, basado en sus ganas", revela Artemis.

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