Cuando los millennials toman la posta de las empresas familiares

Incorporar nuevas generaciones en una compañía siempre es un desafío, y es más grande incluso cuando se trata de una empresa familiar. Las claves para aprovechar las oportunidades y las diferencias. 

Los millennials lograron que las empresas se adaptaran a la innovación que esta generación plantea constantemente, y hasta generaron espacios para que puedan desarrollar su potencial. En los negocios familiares, adecuarse a este cambio es un reto que los jóvenes deben aprovechar y, los adultos, incorporar. Esto tiene que ver con un dato que no puede perderse de vista: en 2025, serán ellos quienes representarán la fuerza laboral del mundo, según un informe de la consultora Deloitte. 

Gisella Djenderedijan es directora en DVIGI, empresa que produce y distribuye purificadores de agua. Sin embargo, ese no siempre fue su objetivo. Mientras estudiaba la licenciatura en Economía, imaginaba su futuro en otro país y desarrollarse como analista financiera. Después de su pase por una de las consultoras más importantes de la India, decidió apostar al negocio familiar. "Ingresé en 2010. Había que adaptarse a las formas, las políticas y los paradigmas de sus fundadores, mis padres. Entendimos y, seguimos aprendiendo, que la unión entre la experiencia y las nuevas formas de trabajar hacen a la fuerza", señala Djenderedijan. Y agrega: "Una poderosa herramienta de las empresas familiares que mantienen diferentes generaciones es la de 'capitalizar la experiencia'".

Asimismo, Martín Fidani se insertó en la empresa familiar “naturalmente gracias a su “conexión con la compañía y por tener conocimientos sobre cómo funcionaba. Hoy, es el CEO de ENA, firma dedicada a la nutrición deportiva, radicada en Bahía Blanca. Allí cumple un rol estratégico: encontrar financiamiento para encarar nuevos proyectos. "Cuando entré en 2013, no cambiamos las políticas, sino que les dimos un perfil más profesional. Comenzamos a contratar talento, implementamos procesos y métricas, y nos propusimos objetivos medibles", explica Fidani y remarca lo importante que fue mantener a la gente que trabajaba con sus padres, el sentido común y la capacidad de resolver temas complejos de manera simple.

De igual modo, María Jesús Rambaudi, chaqueña y licenciada en Ciencias Políticas, dejó Buenos Aires para volver a su provincia, cansada de que sus padres le enviaran dinero. "Mis hermanos, que desde el principio asumieron el mando de la empresa, se desvincularon de forma total y ahí tomé las riendas en el sector administrativo y financiero", cuenta. Hoy, es ella quien lleva adelante uno de los lugares gastronómicos más emblemáticos de la zona, la "Parrilla El Santafesino".

Tomar el mando de la empresa familiar puede ser el orgullo de los padres, el desafío más grande para el millennial, pero también una incertidumbre para los empleados. "Tenés que validarte como cualquier otra persona. El apellido no te da el título. Es importante explicar por qué se hacen las cosas: desde implementar cambios en la forma de trabajo de una persona, hasta llevar adelante una idea nueva", señala Fidani. 

Al igual que los empleados, la clientela también se puede replantear el producto, la calidad y el servicio que brindará la nueva generación. Sin embargo, hay formas de mantener la esencia del negocio y los Rambaudi encontraron la excusa en el isologo que hace referencia a su padre.

Otro tipo de liderazgo

El liderazgo y la forma de tomar decisiones genera la mayor brecha entre los millennials y la generación predecesora. "Mi formato tiene que ver con enseñar, transmitir conocimiento, buscar que la empresa y sus miembros crezcan. Modificamos muchas cosas del pasado y eso se debe a que la industria y las formas de consumo han variado", explica Djenderedjian. 

Por su parte, Rambaudi decidió conservar la pasión, la ética gastronómica y la meritocracia como valores fundamentales en su liderazgo. "Siempre hemos sido una 'empresa escuela' con colaboradores de entre 18 y 30 años, y eso aporta dinamismo y facilidad de adaptarnos a los cambios", sintetiza.

Lo más importante en el cambio es lograr optimizar los recursos y el desarrollo de la empresa. "Creo que el cambio nos permitió afrontar el crecimiento de manera más ordenada y con mayor profesionalización, que derivó en mayores ganancias y en un mejor posicionamiento", indica Fidani. También resalta que hubo tres indicadores que lo ayudaron a lograr este objetivo: la inversión en recurso humano, que le permitió tener un equipo preparado para cumplir con un plan de crecimiento a cinco años. En segundo lugar, enfocarse en lo comercial con una mayor apertura a los clientes y, por último, el análisis financiero, debido a que consideraron que el crecimiento debe ir acompañado de un desarrollo más complejo que permita sostener el crecimiento de manera sustentable.

"Mejoramos nuestro departamento de atención al cliente y nos adaptamos a las demandas y nuevas formas de comunicación", sostiene Djenderedjian, y aclara que DVIGI es un ejemplo en el mercado digital. Su empresa creció un 1400% entre 2010 y 2016, generó un aumento de ganancias y posicionamiento de marca. Obtuvieron la certificación ISO 9001 por gestión de calidad y fueron galardonados por el Ministerio de Industria por los diseños implementados.

Por su parte, Rambaudi optimizó su negocio a través de la cuota de practicidad que incluyeron en los procesos de compra y producción. "Redujimos los costos y las decisiones se comenzaron a tomar de forma horizontal, así le dimos más protagonismo a la visión de los colaboradores que están implicados de forma directa en estos procesos".

Mantener la familia unida, sin que el trabajo los separe, es uno de los desafíos más grandes. "La empresa es una parte muy importante de nuestras vidas, y eso hace que pasemos muchas horas dentro de la oficina o pensando en ella, aún cuando no estamos ahí, y lo mismo sucedía con mi papá. Es mi madre la que nos pone un freno, pero todavía es un constante desafío", cuenta Fidani.

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