Para pymes: cómo innovar con poco presupuesto
Para optimizar estos resultados sería deseable contar con espacios adecuados para fomentar la creatividad de los colaboradores y que estos, a la vez, estén abiertos al cambio.
Al plantear la idea de innovar en la empresa, lo primero en que se piensa es que dicho proceso exigirá una gran inversión. No tiene por qué ser así. Se puede innovar sin contar con mucho presupuesto. A veces, se trata de aplicar la creatividad para buscar nuevas soluciones a problemas existentes, combinando conceptos aparentemente antagónicos o disímiles.
“Nunca andes por el camino trazado pues te conducirá únicamente a donde otros ya fueron . Esta frase de Alexander Graham Bell no habla de otra cosa que de la importancia de innovar. Pero, ¿qué es innovar? Las pymes suelen tener la idea errónea de que para innovar, además de tener que destinar grandes recursos económicos, debe contarse con un departamento de Investigación y Desarrollo. Y no es así.
Si no innovamos, vamos a perder la posibilidad de mantenernos dentro de un mercado competitivo. Y puede realizarse con recursos existentes, debidamente reenfocados a los cambios que se desean lograr. Es habitual que se piense en que la innovación forzosamente debe pasar por innovar el producto final o servicio que se ofrece.
Pero, innovar consiste en aplicar la creatividad en búsqueda de una solución mejor. Una posibilidad podría ser la de generar valor a nuestra oferta, sea a través de un beneficio en nuestro producto o servicio, en la experiencia del usuario, por caso, mejorando el servicio de entrega o de post venta. Se trata de cómo darle un mayor valor agregado a lo que ofrecemos, una atención diferenciada que tenga como resultado la fidelización de los clientes. Otro ejemplo podría ser eficientizar la estructura de la empresa y los procesos de trabajo, mejorando sus resultados y permitiendo ganar competitividad.
El aprovechamiento de las herramientas digitales es crucial. La transformación digital suele traer aparejados innumerables beneficios. De todas formas, solemos resaltar la importancia en la conformación de equipos heterogéneos de trabajo para lograr un exitoso proceso de innovación. Un grupo de trabajo lo conforman individuos con intereses, valores, ideas y formas de comunicarse diferentes. Estas diferencias deben ser aprovechadas en pos de un desempeño exitoso, ya que son las que motivan la generación de nuevas ideas y propuestas.
Es esencial que las personas de nuestros equipos tengan apertura al cambio y que promovamos prácticas que impulsen la innovación. Siempre hay formas de hacer mejor lo que hacemos, sabemos que lo lograremos monitoreando a la competencia, conociendo los deseos y necesidades de nuestros consumidores, observando las fuerzas ambientales y gubernamentales. Para optimizar estos resultados sería deseable contar con espacios adecuados para fomentar la creatividad de los colaboradores de las empresas y que les permitan participar activamente en las tareas de innovación. Es un error pensar que la gestión innovadora depende solo de las líneas estratégicas o de sus recursos técnicos o económicos.
Cuando encaramos un proceso de innovación con nuestros clientes, fomentamos la asignación de agentes de cambio: personas que velan, promueven y motivan cambios organizacionales, facilitando el camino hacia esa transformación y acompañando al equipo en los momentos de posible inestabilidad que pudieran generarse. Las empresas no deberían preguntarse si innovar o no. La pregunta correcta sería: qué hacer para gestionar mejor la innovación y permitir el crecimiento sostenible de las empresas, sin necesidad de destinar inversiones importantes.
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