Quebrar y volver a emprender en Sierra Leona

Warc es una compañía fundada por argentinos, que se dedica a facilitar el acceso a créditos a pequeños productores en África. Anualmente, factura unos u$s 2 millones. La historia detrás del emprendimiento.

Emiliano Mroue abandonó la vida corporativa, migró a Sierra Leona, desarrolló una empresa social, vivió de cerca la epidemia del ébola y se sobrepuso a la banca rota. El argentino de 33 años detectó que la interacción entre las personas y la tecnología puede generar un cambio estructural real y por ese motivo creó Warc.

La empresa, que factura anualmente u$s 2 millones, se orientó a facilitar el acceso a créditos a pequeños productores. A través de Warc, los trabajadores agrícolas de Sierra Leona pueden conseguir un préstamo bancario para comprar un paquete tecnológico y aumentar la productividad. Una parte de la ganancia obtenida de la cosecha se usa para pagar el crédito; otra se destina a compensar a Warc y el resto es para ellos.

Mroue vio la necesidad de desarrollar modelos de negocios para permitir a los agricultores acceder a la mejor maquinaria disponible, prácticas agrícolas y asesoramiento técnico de un modo que fuera económicamente beneficioso para todos. "Es necesario un apoyo más profundo que solo la inyección de capital, es importante invertir tiempo en capacitación y en trasferencia de conocimientos", dice.

A los 17 años, Mroue comenzó sus estudios en Economía Empresarial en la Universidad Torcuato Di Tella. Al recibirse, viajó a Europa para cursar una maestría en International Management en Barcelona y Colonia, en Alemania. Luego, permaneció durante cinco años en el país germano,mania trabajando para Henkel como gerente de Compras.

La empresa no solo trabaja en el cultivo de arroz. También con soja, maíz, girasol y proyectos en palma.

"Una de las ventajas de trabajar en Alemania es que tenés muchos días de vacaciones. Yo aprovechaba para hacer viajes a lugares como Afganistán, Irán, distintos países de Latinoamérica y África. En una oportunidad, vine a Sierra Leona y vi que podía hacer un proyecto tangible. En 2011, renuncié a mi trabajo en Alemania y convencí a mi primo Patricio Imerito para que emprendiera conmigo", relata Mroue.

Sierra Leona es el segundo consumidor de arroz a nivel mundial y el 70% de la población vive de la agricultura de subsistencia. Ante este contexto, Mroue y su socio fundador desarrollaron un establecimiento dedicado a la producción de arroz que funciona como training farm, la cual brinda trabajo a los pequeños productores a la vez que los capacita en la actividad. Durante dos años aprenden lo necesario para producir mejor y con más tecnología, y es allí cuando pueden elegir entre continuar en Warc o convertirse en productores independientes. A los segundos, la empresa los ayuda a acceder a créditos para que puedan usar la mejor tecnología posible.

La inversión inicial que requirió la empresa fue de u$s 500.000. Esta suma la alcanzaron mediante ahorros y con algunos inversores que se vieron interesados por el proyecto. Emiliano vive la mayor parte del año en Freetown, donde tienen las oficinas de la empresa, pero los campos con los que trabajan quedan a siete horas de ahí, en Tormabum.

Cuando el ébola se empezó a salir de control, nos cortaron la ronda de financiación, de modo que nos quedamos sin poder producir y sin juntar los fondos. Empezamos prácticamente de cero.

"Vimos que al cambiar las técnicas de cultivo del arroz generábamos un impacto positivo en la gente más necesitada, los pequeños productores. Ellos contaban con tierras extraordinarias, pero, por varias circunstancias, no adoptaban tecnología para tener producciones rentables. Nosotros los ayudamos a convertirse de agricultores de subsistencia en productores comerciales", dice Mroue.

La empresa no solo trabaja en el cultivo de arroz. También con soja, maíz, girasol y proyectos en palma. A su vez, tiene proyectos de asistencia técnica. Hace un año que Warc está trabajando también en Costa de Marfil. Y tienen la intención es desarrollar la empresa en Ghana. Emiliano asegura que la idea es consolidarse en tres o cuatro países en la región.

Desde la fundación de la empresa, se enfrentaron a múltiples obstáculos. Según Mroue, los principales problemas fueron la falta de recursos humanos por la historia del país, la debilidad de las instituciones educativas y políticas y la falta de capacidades técnicas de la gente. Destaca: "Trabajamos mucho para revertir eso".

Warc estuvo en banca rota tres veces. "Fue difícil toda la situación del ébola. En ese momento, estábamos en una ronda de financiación y habíamos recaudado casi la mitad del dinero de unos inversores institucionales estadounidenses. Cuando el ébola se empezó a salir de control, cortaron la ronda de financiación, de modo que nos quedamos sin poder producir y sin juntar los fondos. Unos meses después, empezamos prácticamente de cero, pero con conocimiento, experiencia y contactos", explica.

Después de unos años el cofundador, Patricio Imerito, volvió a la Argentina y Emiliano se asoció al ingeniero agrónomo Jorge López Menéndez. El equipo de trabajo está formado por 16 expatriados de 12 países y 200 productores de Sierra Leona. También, la empresa tiene apoyo de organismos internacionales. De Argentina, mantienen relación con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Además, se vinculan con organizaciones no gubernamentales de los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.

En 2012, crearon una fundación destinada a liderar proyectos para la provisión de medicamentos a los centros de salud, la construcción de baños públicos orgánicos y el desarrollo de un mercado comunitario local. Tienen el foco puesto en la primera infancia.

"La perseverancia y la resiliencia son valores fundamentales. Además, hay que tener una motivación extraordinaria para sostener la energía", concluye.

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