Hacia la construcción de un mundo más diverso

La diversidad ha sido siempre un tema de debate en todo el mundo. Se habla mucho de la importancia de incluir el género, la raza, los grupos LGBTQ, entre otros que todavía sufren diferentes tipos de discriminación. Y sí, creo que depende de cada uno saber escuchar, comprender e incluir, ya sea en nuestra vida cotidiana o en el ámbito profesional. Pero antes de desarrollar mi percepción del tema, me gustaría contar un poco mi historia.

Soy colombiana, hija de Matilde y mamá de Hannah y de Sarah. Mi relación con la diversidad de género empieza con mi madre. Tengo la suerte de ser hija de una de las primeras mujeres líderes de movimientos sociales en Colombia, el movimiento se llamaba “Colombia Descalza y tenía ramificaciones por todo el país. Mi mamá decidió llevar la revolución social hasta una población alejada de las comodidades de la gran ciudad, una población pesquera donde las historias y cuentos prevalecían como cultura popular y donde no iban a aceptar fácilmente que una mujer joven y de la ciudad vaya a impartir conocimiento vetado hasta entonces en este tipo de lugares. Mi madre validó desde muy joven su voz; nunca eligió como opción el quedarse callada ni dejar que la vida pasara por ella, sino ella por la vida. Ella ganó el respeto de aquellos que cuando la vieron dudaron del papel femenino en la toma de decisiones políticas y sociales. Crecí con el ejemplo de esa mujer fuerte y corajuda, que me brindó el bien más preciado: la educación. Mi padre es otro ejemplo de vida: gracias a él aprendí una gran lección sobre lo que significaba ser mujer en un mundo que era prácticamente liderado por el género masculino, hace mucho más de 25 años.

Decidí estudiar veterinaria porque siempre me gustaron los animales y crecí acompañando a mi padre a la hacienda. ¡Justo yo, la única mujer de 4 hermanos había decidido estudiar esa carrera! Mi padre decía que la veterinaria no era para las mujeres, que esto era una carrera para hombres y que yo no tenía nada que hacer ahí. Como una de mis principales características es la obstinación, decidí mantener mi decisión de estudiar veterinaria. Tuve que demostrarme a mí misma que mi padre no estaba en lo correcto, no demostrárselo a él, sino a mí, ya que de tanto escuchar que esa carrera no era para mí, podría ser que tuviese razón…

Mi energía fue bien invertida y hoy mi padre es la persona que más me apoya, mi mejor cliente y el que me dio la oportunidad de demostrarme que yo podía ser cualquier cosa que soñase ser. De esa primera etapa de mi vida profesional aprendí a tomar las oportunidades que me daban y a no desaprovecharlas. Aprendí que si había que hacer algo, había que hacerlo bien, de lo contrario, era mejor ni comenzar. Aprendí a cuidar animales y a hacer grandes y pequeñas cirugías. Simplemente seguí adelante y me demostré que había tomado la decisión correcta al elegir esta carrera.

Primeros aprendizajes  

Al terminar mis estudios, quise diferenciarme de todo el gran grupo de veterinarios formados en Colombia y decidí especializarme en aquella área que no estuviera tan desarrollada, eso me daría la oportunidad de ser diferente y más oportunidades laborales en el futuro. La diferencia la hace la actitud de la persona. Con 24 años decidí que quería salir de Colombia y mudarme a Brasil para hacer mis estudios de posgrado en patología. Allí aprendí a hacer las cosas bien porque la competencia es fuerte, a posicionarte y hacerte respetar, el valor de los amigos, los compañeros de trabajo.

También aprendí sobre la existencia de la discriminación. La discriminación, en todas sus formas, existen porque no se entiende, crean inseguridad, provoca envidia y algunas personas tienen miedo a la competencia. A aquella persona que me dijo que no podría conseguir un trabajo en Brasil porque no era brasilera y no tenía ese derecho, le respondí cuando crecí profesionalmente, tuve éxito en mi carrera, formé una familia en ese país y tuve los mejores amigos, aún no habiendo nacido allí. A aquella persona que expresó que mi éxito en el área que había escogido sería limitado porque no era un mundo para mujeres, le respondí siendo una profesional responsable, eficiente, cuestionadora y que siempre busca ser escuchada, valorada y útil para el crecimiento del negocio y de la economía en la cual estoy insertada. A aquella Laura que dudó algún día si había tomado la decisión correcta, le digo que lo que vale son las ganas, la actitud para hacer la diferencia, el mérito, el coraje, querer hacer las cosas bien hechas, las competencias y las habilidades. Que el desafío nos impulsa para ser más fuertes y para que busquemos la integralidad y el equilibrio en nuestra vida.

Aquella historia que comenzó con mi mamá continuará con mis hijas, para que el mundo que ellas están recibiendo sea progresivamente más diverso, inclusivo y justo.

Un rol clave

 

Nuestro papel como líderes es garantizar que se den oportunidades a todos por igual. Diversidad e inclusión debe ser algo que suceda de forma natural en las corporaciones, de lo contrario, nosotros como líderes debemos procurar que esto suceda, sin perder de vista que diversidad nunca puede venir antes de competencia y habilidades; si ocurre lo contrario, la ecuación está equivocada y el resultado puede ser negativo. Por otro lado, como líder no puedo dejar de pedir a mis colegas, amigas, mujeres que no desistan ante las dudas; que no se digan a ellas mismas que no va a poder equilibrar el papel personal con el profesional antes de intentarlo. Porque les garantizo que siempre se encuentra la manera de equilibrar, acertar y ser más eficientes.

Inviertan la energía utilizada en pensar en el por qué no, en cómo hacer las cosas mejor, en cómo hacer que su nombre sea recordado siempre, en cómo hacer escuchar su voz; inviertan energía en no aceptar nada diferente a lo excelente, porque eso es nuestra marca registrada, en cómo dar todo para que la familia nos vea como un espejo y sea feliz a través de nuestra propia felicidad. Si es para levantar la mano, que no sea para decir “no puedo , sino para preguntar “¿qué hay que hacer? .

Finalmente

 

No hay que tener miedo a fallar y tampoco desistir antes de intentarlo. Hay que tenerle miedo a las oportunidades que podemos perder por habernos retirado sin luchar lo suficiente. Tengo la suerte de trabajar y estar rodeada de personas que siguen la misma línea de pensamiento, que no aceptan que seamos menos de lo que sabemos que podemos ser. Y eso es y debe ser siempre independiente del género, edad, color de piel o estatus social. Lo que debe prevalecer es el profesionalismo y el poder adicionar valor a la sociedad. Finalmente, voy a citar una de las mejores definiciones dadas sobre diversidad e inclusión cuya autora es una linda colega brasilera llamada Rafaela: “Diversidad es cuando invitas a alguien diferente a vos a una fiesta. Inclusión es cuando lo invitas a bailar . Sí, a veces hay que hacer un alto.

¡Que sea para alzar la vista y comprobar que la meta está ahí, delante de nosotras, quizás más cerca de lo que pensábamos! Si cada uno de nosotros hace su parte al no rotular, no discriminar, ser justo y tratar a todas las personas por igual, ellas nunca tendrán que participar de reuniones para hablar de diversidad e inclusión, porque eso será algo natural en la sociedad. Así como muchos temas han quedado en el pasado, este es sin dudas otro que necesitamos dejar atrás.

 

Laura Villarreal es gerente general de MSD Salud Animal en Argentina y Chile

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