Un negocio que muestra los dientes

Un gel que evita el torno en el arreglo de caries, ortodoncia invisible que reemplaza a los brackets y un biomaterial ultrarresistente para implantes son algunas de las innovaciones odontológicas que se producen localmente. Los casos.

El sonido del torno es una pesadilla para la mayoría de los mortales y una realidad dolorosa para el 80% de los adultos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), padecen o padecieron caries. Pero un innovador gel enzimático, desarrollado por el laboratorio local Brix Medical Science, evita el uso del temible instrumento por parte de los dentistas en el 85 % de los casos, destaca el odontólogo Fernando Varea, socio y director científico. El laboratorio fue creado en 2010 para llevar adelante este proyecto y tiene su planta industrial en la localidad santafesina de Carcarañá (17.000 habitantes), a 50 km de Rosario.
El principio activo que usa el gel se extrae de una enzima, la papaína, presente en una fruta tropical, la papaya. Esta enzima se utiliza en la industria frigorífica y alimenticia. Desde los 90, un laboratorio brasileño comenzó a aplicarla en odontología. "El desarrollo innovador que hicimos en Brix fue encapsular las enzimas, proveyéndoles una coraza química para que lleguen en mayor concentración a la lesión cariosa y trabajen selectivamente, removiendo el tejido dañado, sin actuar sobre la parte sana del diente", explica Varea.
Tras cuatro años de investigación y ensayos, Brix 3000 se lanzó al mercado a fin de 2014 para su uso profesional. El grupo coordinado por Varea, doctor en Odontología por la Universidad Nacional de Rosario, realizó 25 estudios clínicos (con pacientes) de seguridad y eficacia, antes de obtener la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
Para llevar este desarrollo científico, más allá de las publicaciones en papers y presentaciones en congresos de odontología, Varea se asoció con un amigo de la infancia, Mauricio Dobboletta, especialista en desarrollo de patentes y fundador de una empresa de agrobiotecnología, y otros tres socios que, además de dinero, aportaron conocimiento en sus diversas especialidades: desde finanzas a medicina y marketing.
"A diferencia del mercado de laboratorios medicinales, que está altamente concentrado, los de especialidades odontológicas son pocos. Por eso, nos animamos a crear uno en lugar de vender la patente para que otro se ocupe de la producción", dice Dobboletta. "Para poner en marcha la producción, invertimos u$s 1 millón (capitales propios) y ahora estamos armando una ronda de inversión para ampliar la planta", destaca.
Actualmente, trabajan en el laboratorio 40 personas y se estima una facturación de $ 50 millones para fin de 2015.
"En la Argentina, hay 53.000 odontólogos, es el sexto mercado mundial en cantidad de profesionales, que se encuentran bien considerados por su formación", apunta Dobboletta. "El producto fue muy bien recibido por los colegas, ya que, a igual eficacia que el torno en la remoción de caries, es mucho más rápido (actúa en dos minutos) y confortable para el paciente", afirma Varea. El gel es aplicable en "más de un 85 % de los casos de caries, salvo en lesiones profundas o aquellas que requieren un tratamiento de conducto", aclara.
El Brix 3000 salió a la venta en marzo de este año con un valor de $ 450 la unidad, que puede usarse hasta en 15 aplicaciones, con lo que los costos para el profesional y los pacientes son similares (o incluso más bajos) que en los tratamientos convencionales. Su uso no requiere cambios en el equipamiento del consultorio, pero sí una breve capacitación, que la empresa brinda a través de convenios con universidades, colegios y federaciones de odontólogos.
Pensando en un mercado global, el gel fue patentado y está en proceso de aprobación en los Estados Unidos y la Comunidad Europea. Brix Medical tiene otros cuatro productos más en ensayo, tres de ellos para dermatología en base a la enzima de papaína. "Para lanzar un producto de salud innovador, hay que jugar una contra el tiempo en tres frentes paralelos: el desarrollo industrial, científico y el de las autorizaciones y validaciones", dice Varea. Ortodoncia invisible Con la ayuda de las tecnologías de impresión 3D, un odontólogo, un desarrollador de sistemas y un abogado diseñaron una alternativa para lucir una sonrisa perfecta sin recurrir a incómodos brackets metálicos. El sistema, bautizado como Nobracks!, fue presentado el año pasado luego de nueve años de desarrollo y una inversión de $ 4 millones entre aportes privados y públicos (fondos de la Agencia Nacional de Promoción Científica del Ministerio de Ciencia como Fonsoft, Fontar y Fonarsec).
Este sistema de ortodoncia invisible funciona mediante el escaneo 3D de la cavidad dental. Luego, un software realiza una proyección de las etapas de alineación de los dientes y, a partir de ahí, se materializan los alineadores de acetato transparentes, mediante la impresión tridimensional.
"Tanto el costo como el tiempo de tratamiento, que, según la complejidad del caso, puede llevar entre 10 meses y un año, con un cambio de los alineadores cada 20 o 30 días, se acercan mucho al de los tratamientos convencionales", destaca Fernando Schvartz, abogado y uno de los tres socios del emprendimiento.
El proyecto comenzó en 2006, cuando el odontólogo Diego Uribe Echevarría llevó su idea a Mario Barra, de la compañía de software Vates. Juntos crearon un software que, partiendo de los datos brindados por el ortodoncista, realiza una simulación del movimiento dentario y predice el resultado del tratamiento. Finalmente, en 2010, se unieron a Schvartz para conformar el consorcio Alinearte, con planta industrial en la ciudad de Córdoba.
"En la Argentina, trabajan unos 6.000 ortodoncistas que, en promedio, realizan una decena de ortodoncias mensuales. El mercado es enorme y nosotros apuntamos a duplicarlo, incluyendo a los que no realizan tratamientos de ortodoncia para no usar brackets", dice Uribe Echevarría.
Los alineadores se producen a medida, según los pedidos que realizan los ortodoncistas. "Tenemos dos canales de comercialización: uno mediante odontólogos certificados en nuestra técnica que venden el producto en sus consultorios y otro mediante franquicias que los odontólogos especialistas en ortodoncia van abriendo en distintos lugares del país", explica Schvartz.
Ya se certificaron en esta técnica más de 500 profesionales, mediante cursos presenciales o a distancia, dictados mediante un acuerdo con la Universidad Empresarial Siglo 21. Si bien el foco principal de expansión está puesto en el mercado interno, odontólogos de Chile y México también están incorporando esta técnica. Bioimplantes Hoy, hay 500 millones de personas en el mundo que necesitan implantes dentales y no pueden acceder a ellos, lo que ocasiona problemas de salud y de integración social, por mala alimentación y dicción, entre otros inconvenientes. El titanio es el metal mayormente utilizado para los implantes, pero existe un biomaterial, la Zirconia Yttria, altamente resistente, más estético (es transparente) y seguro (no despide iones).
Este biomaterial fue desarrollado en Japón, y una compañía argentina, Mabb, diseñó un sistema de inyección para fabricar piezas cerámicas para implantes en base a la Zirconia. El proyecto arrancó en 2006, lidrado por Daniel Miguez, ingeniero industrial del ITBA y uno de los fundadores de la incubadora de empresas tecnológicas Emprear. Lo acompañan en este proyecto Guido Sarnachiaro, su amigo de la infancia y especialista en Implantología, y otros 10 socios especialistas en comercialización, desarrollo productivo, innovación y finanzas, que aportan Smart Money (capital más conocimientos).
Los primeros prototipos se fabricaron en Alemania, después de realizar una inversión de riesgo de u$s 50.000 del Banco Santander Río, por haber ganado un concurso de Jóvenes Emprendedores. Luego, los socios accedieron a $ 2 millones del Fondo Argentino Sectorial, de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica (Fonarsec) para instalar una planta en la localidad de Caseros, provincia de Buenos Aires.
"Hemos probado los implantes en más de 1.200 pacientes y contamos con la aprobación del Anmat para comercializar en el país pilares, que son una de las partes del implante, además conformado por la corona y el tornillo que va fijado a la mandíbula", explica Miguez.
"La idea es arrancar la fabricación a nivel local antes de fin de año", destaca el emprendedor. En su inicio, trabajarán en la planta -altamente mecanizada- tres operarios, para fabricar unas 160.000 piezas por mes, cuando en el mercado argentino se usan unas 25.000 piezas mensuales.
El mercado más importante para los bio-implantes es el internacional (América latina representa apenas el 4% del total mundial). Cada tratamiento de implantología internacional tiene un costo de alrededor de u$s 5.000 y en la Argentina cuesta entre $ 8.000 y $ 10.000, lo que genera un importante movimiento de turismo de salud para realizar en el país este tipo de intervenciones. "Esperamos para el próximo año tener el 10% de participación de mercado", confía el emprendedor.
De lo que no cabe duda es que las innovaciones argentinas en materia de odontología dejan a más de uno con la boca abierta.
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