Había una vez un señor que vivía en Trenque Lauquen. Se llamaba Santiago Atilio Vidal Ruiz y era dueño de la chocolatería Cauca.
Además de bombones, Santiago producía dulce de leche y uno de sus principales clientes era Vicente Casares, dueño de La Martona.
Santiago llevaba el dulce de leche en tambores de metal de 270 kilos cada uno. Y cuando esos tambores volvían siempre quedaba un remanente de dulce de leche muy azucarado, muy concentrado y duro..
Él quería aprovechar ese remanente y se le ocurrió agregarle un poco de leche. La textura continuaba sólida y dura; lo cortó en pequeños trozos, lo envolvió y lo comercializó con el nombre de El Vasquito.
Fue el nacimiento de una golosina excepcional...


