¿Podrán los no convencionales revertir la declinación de hidrocarburos?

Con 126 áreas no convencionales, Vaca Muerta es la vedette de la producción no convencional. Con la declinación de la producción convencional, el shale y tight oil y gas están tomando relevancia en la producción total de hidrocarburos. En el último trimestre de 2017, el gas no convencional, ha representado un 28% de la producción total del país. Por su parte, la producción del shale y tight oil ya representan el 10% de la producción de petróleo del país.

Según estimaciones de Carta Energética, durante 2018 la producción de gas no convencional podría incrementarse en un 20% respecto de 2017, cubriendo así la declinación de más del 3% de los yacimientos convencionales. La producción de gas natural volvería a repuntar este año en alrededor de un 3.5% luego del estancamiento del año pasado. Por su parte, el incremento de producción de petróleo convencional estaría en el mismo rango que el gas, aunque su base de incremento es menor. A pesar del gran incremento, ello no llegaría a cubrir completamente la caída de los yacimientos convencionales. Luego de la fuerte caída del año pasado, la producción de petróleo doméstico tendería a amesetarse, o a mantener una leve caída respecto al año anterior.

La producción de petróleo no convencional se concentra en el shale oil extraído de Vaca Muerta. Durante 2017, la producción no convencional de crudo se incrementó un 24% con respecto a 2016. Por su parte, la producción de gas no convencional se encuentra más asociada a las explotaciones de tipo tight y secundadas por las de shale. La producción de no convencionales es explicada en un 80% por el recurso tight gas, el resto corresponde a explotaciones shale gas. La producción de gas no convencional representó un 26% del total del gas producido, más de 31 millones de metros cúbicos promedio por día.

La inversión en proyectos no convencionales durante 2017 se incrementó respecto de 2016. La tendencia se afirmará este año. Sin embargo, ello no se ha traducido en un incremento en la perforación de pozos, los cuales se mantuvieron constantes. Ello se debe a un cambio marcado en la estrategia seguida sobre la cantidad de fracturas por pozo. Al principio del desarrollo de no convencionales predominaron pozos verticales de cinco fracturas y bajo rendimiento productivo, ahora se ha virado a la perforación de pozos horizontales, de más fracturas y con una mayor productividad. Para los pozos gasíferos, se observa que en los primeros 23 meses de operación, la producción acumulada en pozos horizontales supera en un 53% a los verticales. Algo similar ocurre con los pozos petroleros, donde la producción, en el mismo período de tiempo mencionado anteriormente, es un 45% mayor en el caso de los pozos horizontales respecto de los verticales.

Es cierto que en una política de desarrollo de nuestro potencial hidrocarburífero la apuesta por los no convencionales no puede ocupar un rol excluyente. En los yacimientos convencionales se puede trabajar para aumentar las tasas de recupero, incorporando reservas in situ y reduciendo la tasas de declinación. La nueva exploración, que hay promover diferenciando el riesgo de las distintas cuencas, puede augurarnos algunas sorpresas geológicas en el descubrimiento de nuevos yacimientos convencionales, pero la alternativa temporal más cercana de revertir la caída productiva tanto en gas como en petróleo va a depender del desarrollo más intensivo de la producción no convencional. Con precios hoy internacionalizados de los que somos tomadores (en gas los nuevos regímenes promocionales caducan en 2021), la discusión por la renta del recurso y su reparto entre Gobierno y las empresas, pasa por los costos, que a su vez dependen de la escala productiva y del desarrollo de nuevos mercados (en el caso del gas). Si no hay renta a apropiar y a repartir no hay inversión. Y sin inversión suficiente para desarrollar la base de recursos que ofrece el potencial de los recursos no convencionales, su expansión será insuficiente para revertir el agotamiento paulatino de los campos maduros. Por el contrario, con más y nuevos actores, y más inversión, el petróleo y el gas no convencional tomarán la posta de los desafíos productivos que condicionan el desarrollo económico y social que nos debemos.

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