A pocos días del CAMBRAS Business Day, que se celebrará el próximo 26 de agosto en Buenos Aires, es tiempo de reflexionar sobre el valor de fortalecer la agenda común entre Argentina y Brasil en un momento clave para el vínculo bilateral.

En tiempos de disrupción global, escasez energética y redefinición de cadenas de valor, América Latina vuelve a asomar como una región clave para producir y exportar lo que el mundo necesita. Y dentro de ese mapa, la relación entre Argentina y Brasil ofrece hoy una oportunidad estratégica única.

Ambos países representan más del 70% del PBI del Mercosur, y juntos generan más del 60% de la proteína vegetal de Sudamérica. Brasil es nuestro principal socio comercial, y en los últimos años, la complementariedad entre sus industrias energéticas y agroindustriales ha ganado protagonismo.

Argentina, con sus reservas de gas no convencional en Vaca Muerta, tiene la capacidad de convertirse en proveedor estructural de energía para la región. Brasil, con un mercado interno robusto y una matriz energética que busca diversificarse, necesita fuentes confiables y cercanas.

Vaca Muerta.
Vaca Muerta.

Ya a inicios de 2025 se dieron las primeras exportaciones de compañías petroleras basadas en Argentina de gas a Brasil a través del gasoducto Norte. Dado el potencial de Vaca Muerta y la necesidad del país de vecino de asegurar energía se estima que el volumen de exportación podría crecer exponencialmente si se consolidan los proyectos de interconexión y se eliminan los cuellos de botella logísticos y regulatorios.

El gas argentino es hasta 50% más competitivo que el GNL que Brasil importa desde otros continentes. Si hay infraestructura e institucionalidad, hay negocio. Según informó el Ministerio de Minas, durante 2024 Brasil importó un 60% menos de gas de Bolivia, dado el decrecimiento de producción de las cuencas del país vecino, lo que abre una oportunidad clara para Argentina.

En paralelo, el agro se presenta como otro de los grandes ejes de cooperación. La necesidad global de alimentos seguros, trazables y sostenibles abre una ventana para una oferta regional integrada. Desde la innovación en biotecnología hasta la eficiencia logística, pasando por la estandarización en criterios ambientales, hay espacio para pensar juntos cómo mejorar la competitividad del bloque.

Además, el acuerdo Mercosur-Unión Europea, que avanza lentamente en su fase política, puede abrir un mercado de más de 700 millones de consumidores, facilitar el acceso a tecnología y capital, y reforzar estándares comunes. Para muchas industrias, no se trata solo de exportar más, sino de integrarse mejor. Brasil ya ha cerrado acuerdos con la EFTA y empuja una estrategia de apertura controlada. Argentina puede subirse a ese tren si logra articular al sector público y privado en torno a una visión común.

Las oportunidades están sobre la mesa, pero requieren una mirada pragmática, proyectos binacionales y decisiones estratégicas. No se trata solo de sumar exportaciones, sino de construir alianzas de inversión, de escalar innovación conjunta, de pensar cadenas de valor regionales.