Que el debate político no perjudique nuestro futuro

Para que un país pueda asegurar buenos empleos y condiciones dignas de vida a su gente es necesario sustentar, durante un periodo prolongado un alto nivel de inversiones productivas. Es cierto que los países pueden en el corto plazo sustentar su crecimiento en un consumo robusto, pero atención esto es meramente transitorio y coyuntural, no hay crecimiento económico sostenido en el tiempo sin un flujo importante de inversiones.
La clave del desarrollo son las inversiones productivas financiadas con ahorro interno, que si no alcanza debe ser reforzado con el aporte adicional de los países exportadores de capitales. Estas inversiones han sido muy pobres, ya que entre el 2010 y el 2015 las inversiones productivas argentinas fueron de las más pequeñas en toda América Latina. Nuestro país, conjuntamente con Venezuela, según CEPAL registraba año a año muy bajos valores en torno al 17% del PBI. El promedio de inversiones de la región llegaba a 21% del PBI, es decir alrededor de 20.000 millones de dólares anuales por encima de nuestro pobre nivel.
Si la comparación la hacemos con Colombia, Perú, Costa Rica, Chile y México, nuestro rezago inversor acumulado entre 2010 y el 2015 supera una enorme magnitud, equivalente a nada menos que la mitad de nuestro actual PBI.
El gran rezago en nuestras inversiones compromete seriamente nuestro futuro crecimiento, como lo evidencia el gran retroceso del sector energético, área clave en cualquier economía. En el 2003 teníamos el doble de reservas de gas , un 25% más de reservas de petróleo, producíamos 17% más de gas y 42% más de petróleo que ahora. Lo mismo ocurre con el sector eléctrico, ya que las inversiones han crecido mucho menos que el consumo.
El déficit energético no es el único, un cuadro similar encontramos en la descapitalización de nuestra industria, el deterioro vial, el retroceso ferroviario, los grandes déficits en agua potable y cloacas y la insuficiencia de los equipamientos de nuestras ciudades.
Es evidente que no será fácil sostener un alto nivel de inversiones en el futuro, teniendo en cuenta los graves desequilibrios fiscales asociados a una presión tributaria récord y a un gasto público también récord. Pero en el actual mundo globalizado el esfuerzo inversor de muchos países en desarrollo se está reforzando con el aporte de las inversiones directas externas, esta es una buena noticia ya que muchas de estas inversiones están asociadas a una positiva transferencia de nuevas tecnologías,
Pero una cosa es bien clara: Para recibir inversiones productivas externas, que permitan fortalecer el crecimiento y generar empleos productivos, es esencial la seguridad jurídica, es decir que los inversores tengan la certeza que el país es serio, responsable y cumple sus compromisos legales expresados en leyes.
Esto justamente es lo que lamentablemente no ocurrió durante el reciente debate parlamentario, sobre las reformas fiscales. Una gran mayoría de diputados voto imponer derechos de exportación a la minería, sin tener en cuenta los serios compromisos legales asumidos previamente por nuestro país con las Leyes 24196 (1993) y 25429 (2000). El artículo 8 de estas leyes expresa: "Los emprendimientos mineros comprendidos en el presente régimen gozarán de estabilidad fiscal por 30 años, a partir de la presentación del estudio de factibilidad de las inversiones". Entre los impuestos comprendidos por esta estabilidad fiscal se encuentran justamente los gravámenes a las exportaciones, que únicamente pueden ser aplicados a los nuevos proyectos pero no a los actualmente existentes.
Los diputados que votaron imponer derechos de exportación a la minería, sin siquiera tomaron nota de la existencia de estas leyes aprobadas anteriormente por amplia mayoría del Congreso, no respetaron la seguridad jurídica de estas inversiones. No es fácil pensar que esta señal negativa no será tomada en cuenta en el futuro por quienes están considerando inversiones en áreas energéticas claves y de riesgo geológico, como por ejemplo el desarrollo de nuevas reservas de hidrocarburos. Ahora nos será más difícil a todos convocar inversiones en Vaca Muerta. El cortoplacismo de algunos compromete el futuro de todos.
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