Está todo dado para un acuerdo y un cambio positivo en la agenda financiera

Argentina está a un paso de lograr un círculo virtuoso que combine un acuerdo por su deuda con acreedores externos, una reprogramación ordenada de la deuda en dólares local y la consolidación final de un mercado de capitales argentino en pesos que ayude a financiar la salida de la pandemia.

El paso no está exento de riesgos. La nueva oferta global a conocerse en breve podría tener una aceptación suficiente para resolver definitivamente el asunto o quedar a mitad de ese camino y obligar a un tránsito algo más complejo.

Pero resulta evidente que es el momento indicado, por las condiciones externas e internas, y por la decisión de las autoridades de avanzar en esa dirección.

Las negociaciones con los acreedores externos han sido tensas pero mostrado muchos avances. El mercado leyó la voluntad de acuerdo y eso se reflejó en los precios negociados más allá de los vaivenes normales de este tipo de situaciones.

El encuadre conceptual del proceso tiene algunos puntos salientes muy importantes para la sustentabilidad financiera del período que viene.

Por un lado, Argentina se ha puesto de manera explícita el objetivo de que el acuerdo sea consistente con su capacidad de pago. Por el otro, la dirigencia argentina respaldó las gestiones encabezadas por el Ministerio de Economía y se encolumnó detrás de un acuerdo posible que no comprometa las posibilidades de crecimiento del país.

Pero en este tiempo la verdadera novedad en nuestro mercado fue la normalización ocurrida en toda la curva de deuda en pesos, en todos sus plazos.

Se logró sortear cada vencimiento, con exitosos canjes voluntarios por nuevas Letras o títulos ajustables por CER o tasa Badlar, y también emitir fluidamente Letras de corto plazo a tasa fija, que se convirtieron por fin en el vehículo del manejo de la liquidez en pesos de la economía.

El hito más significativo de esa normalización fue el anuncio de las nuevas licitaciones de bonos en dólares que podrán ser suscriptos por tenedores extranjeros de títulos en pesos. La presencia de inversores extranjeros que habían llegado al mercado local en condiciones muy diferentes (que les permitían capturar las tasa de interés locales y retirar sus dólares en cualquier momento a través del mercado de cambios) representaba un importante obstáculo.

Estos inversores habían quedado atrapados en las restricciones impuestas post-PASO el año pasado, resignados a esperar a que la Argentina estuviera en condiciones de abrir el acceso a las divisas o bien buscar por la vía del mercado de capitales local, y en pequeñas dosis diarias, la salida de sus fondos hacia sus lugares de origen.

Con ese simple anuncio de tres licitaciones de 500 millones de dólares cada una durante este año 2020, más otras que se establecerán oportunamente para los vencimientos del próximo año, se logró calmar definitivamente la presión de salida de esos inversores, que renovaron sus vencimientos de títulos en pesos, entre ellos el emblemático Botapo.

Hacia la reconstrucción

Durante este tiempo, en tanto, la oferta del gobierno nacional a los tenedores de deuda global ha mejorado en todos los frentes: menor período de gracia para iniciar los pagos, mayores cupones de intereses y menor reducción del capital, llevando la quita a casi cero.

Estos ajustes incrementan en más de 30% el valor presente neto respecto de la oferta de abril (estimados con rendimientos post canje del 10 % anual que finalmente las partes acordaron considerar en la negociación).

Si estos precios cercanos a 53/54 dólares fueran validados por el mercado, los valores actuales de los bonos argentinos tendrían un margen posible de suba del orden de un 20/25% adicional a los importantes saltos que ya han tenido desde que se inició la negociación en abril.

Las condiciones externas también son más favorables hoy que cuando comenzó la negociación. El índice S&P, por ejemplo, subió alrededor de 25%.

En deuda soberana, en tanto, no se produjeron cesaciones de pago masivas sino que los rendimientos de deuda de países emergentes se redujeron en promedio unos 500 bps.

En nuestra región, gran parte de los países de Latam emitió deuda en plazos entre 5 y 30 años a tasas desde el 2,4 % anual y en muy pocos casos superando el 5 % (Honduras y Guatemala).

Esta realidad genera la expectativa de una tasa de descuento posiblemente menor al 10% que tomamos como referencia para acercarnos, aunque sea parcialmente, al pelotón de países con la curva ya reconstruida.

La deuda de pesos, que maneja horizontes de inversión más cortos que la de dólares, hoy muestra rendimientos reales en mercado de entre 3 % y 8, % anual para plazos de uno a 4 años.

Esta historia exitosa podría repetirse y nos permite imaginar un primer escalón de rendimientos altos y una inmediata evolución más favorable de la que hoy esperamos para la curva de dólares luego de un canje.

Todas estas variables parecen generar, ahora sí, un espacio adecuado para el mercado global acompañe este nuevo paso de la Argentina hacia su reconstrucción financiera.

Hay consenso en el país de que en una primera instancia postcanje no habrá acceso directo a los mercados financieros internacionales.

Pero lejos de ser un problema, esta circunstancia puede ser una garantía de mayor valor para los nuevos títulos canjeados (por ausencia de nueva oferta) y una oportunidad real para el desarrollo del mercado de capitales local que apuntale la recuperación de nuestra castigada actividad económica.

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