A fines de junio, cuando la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal vetó la expropiación de la fábrica Cintoplóm, ubicada en la localidad de Ciudadela, los integrantes de la cooperativa que la gestionan acusaron un duro golpe.

No obstante, los 30 trabajadores que conforman la empresa de pinturas recuperada, tienen pensado "comprar la quiebra en los términos establecidos por la ley", según comentó a El Cronista José Silva, hoy al frente de la empresa. Planean utilizar el flujo de la operación actual, y el privilegio, como trabajadores, que les cabe en cualquier quiebra.

Vidal había justificado el veto citando un fallo de la Corte Suprema de la Provincia, por el que se estableció que la mecánica de las sucesivas prórrogas resulta inconstitucional y consideró que la expropiación podría generar un perjuicio para las arcas provinciales.

Pero la medida no sorprendió a la cooperativa conformada a partir de la quiebra de esta pyme familiar en 2002. "A decir verdad, los gobiernos anteriores de (Felipe) Solá y (Daniel) Scioli también nos habían vetado la prórroga para la expropación del edificio. Por eso ya veníamos preparándonos para comprar la quiebra, para lo cual tenemos prioridad legal como acreedores", señaló Silva.

La empresa fabricante de pinturas, acrílicos y barnices había sido fundada en 1962 y llegó a tener 250 empleados y dos plantas productivas (la que quedó, en Ciudadela, y otra en San Luis). En su mejor momento, vendía 1,8 millón de litros mensuales de pintura y rankeaba tercera en participación del mercado.

A fines de los 80, los hijos de los fundadores comenzaron a ceder espacio a la gerencia, que se fue desprendiendo de marcas, reduciendo el plantel y endeudándose impositivamente y con los proveedores. Finalmente en 2002, en medio de la debacle económica del país, los acreedores pidieron la quiebra.

Ese día nos enteramos al encontrarnos con una faja en el portón, recuerda Silva. "Habíamos quedado treinta personas en la calle y no sabíamos qué hacer. Pasaron dos años en los que cada uno sobrevivió como pudo y nos veíamos una vez por mes en lo del abogado. Hasta que a fines de 2003 un compañero se encontró con un amigo que trabajaba en La Gasconia, una metalúrgica recuperada, y surgió la idea de reunirnos con él en la parroquia de San Cayetano. Ahí empezó este camino hasta que conformamos la cooperativa, conseguimos insumos, fuimos comprando y recuperando máquinas y sacamos la empresa adelante, a costa de no retirar de los ingresos más que lo justo para viajar y dar de comer a nuestras familias", asegura el presidente de la cooperativa.

Hoy la firma vende sus pinturas sintéticas, látex y barniz en comercios de todo el país y sumó una nueva generación de productos como masillas plásticas, fijadores y enduidos.

Además, impulsa prácticas de responsabilidad social, impulsando la creación de otras cooperativas en empresas recuperadas y a partir de donaciones de materiales y pinturas, y trabaja junto a la Asociación Civil Proteger en la refacción de escuelas rurales y de los pueblos originarios.