Ombú y Grafa: la historia de las marcas que resurgen con socio local y hoy recibieron a Alberto en su fábrica
Un argentino compró 45% de Santista Argentina, la ex Bunge & Born fabricante de marcas icónicas como Ombú y Grafa, ahora en manos de un grupo brasileño. Cómo es el plan y la historia, que le contaron al Presidente Alberto Fernández, el nuevo socio local.
Santista Argentina es el nombre de una empresa que facturará $ 7000 millones este año, una de las más grandes textiles del país, líder en el segmento de indumentaria profesional y proveedor de las principales marcas de moda locales.
Pero su razón social quizás no es tan popular y reconocible como las marcas que fabrica, que inevitablemente se disputan entre la nostalgia de los más grandes y la necesidad de los más jóvenes que aun sin conocer su historia, las usan ineludiblemente en sus empleos.
Decir Ombú y Grafa -las grandes insignias de Santista-, es en cambio muy claro. Es hablar de overoles y conjuntos de gabardina para gente de trabajo. Son genéricos en la Argentina. Remiten a la industria nacional, a ropa para usar en el campo, en las minas, uniformes infranqueables para las fuerzas de seguridad, impolutos para la sanidad y prácticos guardapolvos.
Marcas que son un clásico argentino y hasta llevan la bandera nacional en alguno de sus logos. Pero ¿qué tan argentina es la empresa que las tiene bajo su paraguas y que hoy planea incluso diversificarse hacia otros segmentos y mercados, según dijo a El Cronista, Marcelo Arabolaza, gerente general de Santista.
Arabolaza cuenta la historia de la compañía con detalles que la hacen una muestra de la historia económica del país y los vaivenes que atravesaron las firmas más populares. Una historia que comenzó en el país hace 95 años, cuando en Bunge & Born imaginaron completar el ciclo de un negocio redondo. Del algodón y las fibras hasta una prenda lista para usar.
Fue una gran idea industrialista, para ponerle valor agregado al granero del mundo en la década del 30'. Así crearon Grafa, siglas y condensación del verdadero y ambicioso nombre "Grandes Fábricas Argentinas".
La planta se instaló en lo que fue un predio de 10 manzanas en Villa Pueyrredón -con entrada por la calle Albarellos-, que ocupaba otra textil comprada por el holding. El impacto de la fábrica fue tan grande que bautizó en su momento a la zona como ‘Barrio Grafa'. Tenía más de 5000 empleados.
Esa planta se terminó de demoler en 1994 y hoy es un supermercado.
Desde entonces, ojos extranjeros se posaron en Santista, y también sus manos. La compró el Grupo brasileño Camargo Correa (que puso su primer pata en la subsidiaria brasileña de la empresa que allí se llamaba Santista y luego en la Argentina le replicó el nombre). Fue la primera adquisición de Camargo en el país, antes que Loma Negra.
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Camargo también decidió en 2017 desinvertir en sus negocios secundarios, en los que habían invertido por tratarse de ser contra cíclicos, y concentrarse en el core. Así, encontraron un comprador con el timing perfecto: el Grupo Siete Leguas, que en 2018 se quedó con Santista.
Este holding mexicano, con grandes negocios en el mundo textil, tomó la decisión de posicionarse en otros países, acorralado por la decisión del entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump, que imponía un plan para reactivar la producción nacional limitando la compra a otros socios comerciales, principalmente a México.
El Grupo Siete Leguas era uno de ellos, principal proveedor de denim (jean) para Levis, entre otros grandes compradores de alcance global.
Arabolaza dice que con ‘Pepe' -Juan Marcos, el dueño de Siete Leguas- Santista volvió a tener el clima de empresa familiar, muy personalizada en la toma de decisiones.
La pandemia terminó con ese período. Dificultades financieras llevaron al dueño mexicano a repensar la inversión y finalmente desprenderse de Santista.
"Allí sucedió algo muy novedoso", explica Arabolaza. Fue cuando el CEO del grupo, Gilberto Stocche, se puso entonces al frente de un verdadero plan de rescate. Juntó a un grupo de inversores en Brasil y hizo oferta por la empresa.
Así, a fines de 2020, la firma volvió a manos brasileñas. Esta vez del Grupo GBPK, comandado por el propio CEO. No fue necesario un due diligence, relata.
En estos pocos meses, el cambio y el plan de reformular la compañía fue comunicando a los stakeholders. Uno de ellos era Carlos Muia, el dueño de Confecat, una de las licenciadas de la marca Ombú.
"Nos unía con él una relación de muchos años y comenzamos una conversación para esta alternativa de incorporar un socio comercial que para nosotros siempre fue un tema importante", dijo Arabolaza.
Los Muia, dos hermanos -Carlos y José- con historia en el mundo textil, posee ahora el 45% de Santista Argentina mientras el control y Santista Brasil está en manos de GBPK.
Su fábrica de Catamarca tiene la última tecnología, una de las más actualizadas en calzado en Sudamérica. Se trata de la planta que el presidente Alberto Fernández visita hoy en un recorrido por la provincia y como muestra del repunte de la industria nacional.
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Muia se radicó en Catamarca hace 40 años y fundó Confecat. Es dueño de cuatro plantas textiles en el norte y da trabajo a más de 1500 operarios, uno de los mayores empleadores de la provincia.
"La política monetaria de los últimos años del gobierno anterior habían afectado mucho a Santista. Las tasas llegaron al 90% anual, imposible para una industria como la nuestra que tenía un nivel de deuda aceptable pero no se podía sostener un financiamiento así. Destruye el valor del negocio", explicó Arabolaza.
"Los ciclos de operaciones largos exigían capital de trabajo, el consumo bajó; fue un momento difícil", señaló.
La pandemia impactó más tarde pero como los productos que fabrica Santista estaban destinados a trabajadores esenciales pudieron reactivarse rápidamente. Fueron la primera textil en arrancar.
La empresa invirtió más de u$s 4 millones durante la pandemia. Sumó 30 telares Toyota de última generación y maquinaria importante en otras áreas productivas, lo cual, además de incrementar la capacidad de producción en un 40%, aumenta tanto la eficacia como la calidad de sus productos.
Continúa con el plan de Capex, aprobado en una revisión estratégica para 2025 por un total de u$s 16 millones y ahora apalancado por la incorporación del socio estratégico local. El plan incluye la renovación del equipamiento del área de acabado y una segunda fase de telares.
Hoy la planta de Santista en Famailla, a 35 kilómetros de San Miguel de Tucumán, fabrica para los dos negocios (trabajo y moda) porque cuenta con tecnología de alta complejidad. "Es una planta integrada, con procesos de hilandería, tejeduría, acabado y terminación. Trabajan allí 900 personas. Hay áreas que trabajan hasta a cuatro turnos", explica Arabolaza.
El directivo explica que la firma no tiene deuda, está completamente saneada. El próximo paso es aprovechar la flexibilidad que tiene la compañía para atender distintos negocios. Ampliar los segmentos donde las marcas insignia tienen participación, donde ya la empresa encontró potencial.
Ivan Moncalier
Arbolaza marca como un problema fundamental las altas tasas del gobierno de Macri, pero ahora las tasas andan arriba del 35%, muy parecido, y con un cepo fenomenal. Los brasileros no se podrian llevar un dolar despues de las elecciones. Aca algo me suena a prebenda.
denisyuktype .
por supuesto, es una empresa prebendaria. por eso elogia a este gobierno de mierda y este diario cooptado por el grupo Vila-Manzano se hace eco de esta tilinguería