La transformación urbana dejó atrás la lógica de desplazarse porque no había alternativa. En las nuevas ciudades, el movimiento empieza a pensarse como parte del bienestar y no como una imposición. La electrificación y el paradigma de proximidad fueron el puntapié inicial para comenzar con ese cambio.
“La movilidad está cambiando demasiado rápido”, planteó Álvaro García Resta, urbanista y especialista en planificación de grandes proyectos urbanos. En este sentido, valoró la electrificación como una tendencia positiva “en términos ambientales, de contaminación sonora y de sostenibilidad” y explicó que la pandemia aceleró el viraje: “Dejar atrás el modelo de ciudad extendida para avanzar hacia esquemas de usos mixtos donde la movilidad sea una opción y no una necesidad”.
Sostuvo, además, que esa transición exige que las ciudades adopten “una perspectiva más antropológica, con el hombre en el centro”. Para García Resta, se trata de recuperar tiempo y ampliar alternativas: moverse menos, mejor o elegir no moverse. También destacó que la tensión entre lo urbano y lo suburbano volvió a escena, pero remarcó que “la ciudad como activo de disfrute está cada vez más alta”.
Recordó que la tendencia demográfica es contundente, ya que, hacia 2050, el 60% de la población mundial vivirá en ciudades. En la Argentina, ese porcentaje asciende al 95%. “En territorios donde no hay buena infraestructura, la ciudad deja de ser opción y se vuelve necesidad”, afirmó.}
En ese escenario, la cultura urbana también incorpora nuevas expresiones de comunidad alrededor de la movilidad. “DGR es una locura global”, contó Oso Marsán, consultor y motociclista. Describió al Distinguished Gentleman’s Ride como un evento que interviene más de 1000 ciudades para concientizar sobre salud masculina y recaudar fondos para Movember. En Buenos Aires, aseguró, la convocatoria es récord: “Reunimos miles de motos elegantes y recorremos la ciudad entre 20 y 30 kilómetros todos juntos”.
