Inaugurado por Agustín Justo, en enero de 1938, reabierto por Roberto Ortiz en 1940, después del incendio que sufrió el año anterior, en las paredes del Llao Llao se ven fotos de Arturo Frondizi con Dwight Eisenhower durante su encuentro de 1960 y, ya en colores y autografiada, una del swing de Carlos Menem en la deslumbrante cancha de golf del hotel.
También en 2023, por los pasillos del Llao Llao desfiló el próximo Presidente de la Nación. Al menos, eso es lo que esperan los 140 dueños de empresas y CEO que participaron en una de las cumbres más reservadas -"No son secretas, sino discretas", aclaran ellos- del Círculo Rojo.
Durante tres días, en ese paradisíaco y pacífico rincón de La Patagonia, lejos del ruido y el vértigo que provocó el "Dólar L-Gante" ($ 420), tuvieron la oportunidad de escuchar, de primera mano, las propuestas -en especial, las económicas- de los principales aspirantes a lucir la banda albiceleste a partir de diciembre. Al menos, los de la oposición, ante la ausencia -no por falta de invitación- de voces del oficialismo.
"No son los últimos 20 o 40, sino 90 los años de decadencia que acumula la Argentina", razonaba una de las voces más oídas del establishment. "Se necesita algo disruptivo, no un discurso de ir de a poco, todos juntos... Acá, hay que tomar decisiones", planteó. "Uno de los candidatos aseguró que, si hace las cosas bien, puede llegar a una inflación de 2% en diciembre de 2024. Andá a decirle a quien no llega a fin de mes hoy que recién ahí va a ver una mejora", ilustró.
Los hombres de negocios están preocupados. No sólo por las urgencias de corto: dólar, cepo, déficit, inflación... También, por las de largo: reforma tributaria, monetaria y, aunque muchos se resisten a llamarla por ese nombre, laboral.
"Es un escenario muy complejo. Toda decisión que se tome para apagar el fuego en diciembre no puede ser cualquier cosa. Tiene que ser algo que muestre algún efecto instantáneo pero que, también, marque un rumbo de mediano y largo plazo", analizó otro CEO. Medidas en el mercado laboral, que incentiven y simplifiquen la creación de nuevos puestos y, a la vez, envíen señales contra lo que él llama "la industria del juicio" ejemplifican su punto.
"Necesitamos, nada más, que nos remuevan todas las barreras que tenemos para operar y poder trabajar, hacer lo que sabemos", resumió. Su frase remite mucho a algo que dijo Martín Migoya, fundador de Globant y uno de los organizadores del Foro Llao Llao, el año pasado, en la convención anual de la Asociación Empresaria Argentina (AEA): "Lo único que pedimos es que nos dejen el arco quieto por un rato".
La comunidad de negocios coincide en que, por el contexto externo, la Argentina vuelve a estar en el umbral de una oportunidad histórica. El problema es que la distorsión interna limita las opciones. Y mucho.
"Es muy difícil estabilizar porque el costo social, que ya lo tenemos, es inevitable", describe el referente económico de uno de los candidatos que rindió examen en el Llao Llao. "Todas las soluciones que tenemos son relativamente malas. Entre eso, lo más manejable es hacer un shock fiscal", agrega. Cree que, aunque será muy difícil, se podría ajustar 3 puntos de PBI en un año. Pero con mucho cuidado de afectar salarios. "Nada es una bala de plata. Todo llevará tiempo", razona.
Reconoce que, en un contexto de crisis, el desencanto hace que se recurra a soluciones mágicas. De ahí que la dolarización ya no sea una idea tan rechazada. "Es lo último a recurrir. Hay pocas balas. Si no lográs tirarlas bien, cualquier cosa entre lo convencional (corrección fiscal, monetaria, incentivos a la inversión y la exportación), entre todo lo que está a mitad de camino entre eso y la dolarización, es peor que la dolarización", admite, sobre una alternativa a la que, hasta hace pocas semanas, era enfáticamente reacio.
"Preguntale a cualquier laburante si prefiere tener en el bolsillo u$s 1, que más adelante pueden ser u$s 2, o $ 400, sabiendo que en un año pueden ser u$s 0,50", opina un empresario, escéptico por el desencanto que le dejó la experiencia de Cambiemos. "La convertibilidad ganaba elecciones", defendió Javier Milei a su proyecto, que genera dudas entre varios de quienes lo escucharon. "Lo que propone, eliminar el Banco Central, es liquidar la economía: volver a 1929", criticó un conocedor de la historia económica. Nueva estrella del empresariado local, prefiere adoptar el real como paso necesario para una moneda única del Mercosur. Tiene un negocio de escala regional.
En otros empresarios, no obstante, la dolarización gana adeptos por una simple cuestión de pragmatismo. O, en ciertos casos, hartazgo. "Todos los que estamos acá no pensamos lo mismo. Pero sí hay algo en lo que coincidimos: queremos libertad. Esa es la palabra clave", avanza uno que ya está más cerca del final que del inicio de su trayectoria.
No sorprende, entonces, que, incluso con todas sus diferencias -que ellos mismos se encargaron de contrastar-, en las ponencias de los precandidatos, de Horacio Rodríguez Larreta a Patricia Bullrich, de Milei a Gerardo Morales -que habló en la mañana del miércoles-, o María Eugenia Vidal, resaltaron términos como reforma del Estado, apertura económica, modernización laboral y, en especial, desregulaciones. Hasta Rodríguez Larreta -que les pidió a los empresarios "no ser cómplices ni caer en eslóganes facilistas"- anunció que su mentado "plan integral" contiene "el plan de desregulación más ambicioso de los últimos 30 años". Casi, una oda a esa foto de Menem que destaca en una de las escaleras del hotel.
Ya desde la mañana de hoy, en el lobby se acumulaban maletas y carry-ons. Con el marco de un día soleado y una temperatura más primaveral que otoñal, había atmósfera de cierre, pese a que el menú aún ofrecía platos fuertes: una charla de inteligencia artificial, a cargo del "dúo Globant" -Migoya y Guibert Englebienne-, y otra sobre cómo fundar un unicornio, que contó con Federico Trucco (Bioceres), Gastón Taratuta (Aleph) y Pierpaolo Barbieri (Ualá). También, el cierre y las conclusiones finales, tan herméticas ("discretas") como los paneles.
Se esperaba -lo que no es lo mismo que hubiese expectativa- que el postre fuese Alberto Fernández. Algo que durante toda la mañana se puso en duda desde la Casa Rosada, pese a que, al mismo tiempo que se lo negaba, las pruebas de conexión mostraban el sillón de Rivadavia en las pantallas del Llao Llao. Cerca del mediodía, el Presidente hizo saber que su agenda "se había complicado". Hace menos de una semana, cuando inauguró la renovación del Aeropuerto de Ezeiza, Alberto planteó que "hay que terminar con la discusión de los empresarios por un lado y el Estado, por el otro".
El Foro Llao, que se organiza desde 2012 y se institucionalizó en 2015, tiene como leitmotiv reflexionar sobre temas de mediano y largo plazo. El año político hizo que, esta vez, hubiese tanto espacio para la coyuntura. "El país está en un momento muy sensible, de mucha necesidad de definiciones rápidas en varias cosas", se oyó justificar el desfile de políticos por los pasillos del coloso que diseñó Alejandro Bustillo.
"No hay ninguno que sea un profeta. Esta reunión pretendió entender quién es el más valioso. Lo mejor con lo que nos podemos ir de acá es entender quién es el mejor candidato", concluyó uno de los asistentes más notables.



