Parece el sueño de todo investigador: encontrar un remedio definitivo y sin contraindicaciones para un mal que aqueja a gran parte de la humanidad (digamos, al 50% de la población masculina mayor de 30 años), generando un mercado millonario. Y esto es lo que ocurrió con Eco-hair, un producto "fitocosmético" contra la calvicie desarrollado por científicos del Conicet, cuya patente fue transferida a un laboratorio local, y que después de cinco años de venderse en el mercado interno, ya se exporta al Reino Unido.

Todo comenzó en el 2006, cuando investigadores del Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (Iquimefa-Conicet), comenzaron a indagar las propiedades anti-inflamatorias y regenerativas de la Larrea divaricata, o Jarilla, un arbusto que crece en Argentina, Chile y Bolivia. "Vimos que regeneraba el cabello en ratones rasurados, y continuamos con esa línea de investigación", comentó a El Cronista Claudia Anesini, co-autora de la investigación. Dos años más tarde, luego de numerosos ensayos pre-clínicos (en laboratorio y con animales) y clínicos (en personas voluntarias), obtuvieron una patente.

La formulación elaborada por los investigadores reportó un 85% de eficacia tras un uso de 90 días, sin los efectos secundarios que tienen sus sucedáneos químicos como provocar impotencia y el "efecto rebote" si se suspende su uso.

"Entonces empecé a golpear puertas -contó Anesini-, ya que no quería que el trabajo quedara en una publicación científica que solo sería leída por colegas, y visité algunos laboratorios. Finalmente, un colega y amigo que había trabajado muchos años en una multinacional farmacéutica, Sergio Garré, se interesó por el descubrimiento". Fue él mismo quien consiguió inversores para montar un laboratorio junto a su socia (Gabriela Guevara), y dedicarse a fabricarlo.

Así se creó en 2009 el laboratorio Garré Guevara, que hoy elabora una línea de productos (champú, loción y bálsamo acondicionador) a partir de un programa de vinculación tecnológica del Conicet. Además el laboratorio se diversificó a otros productos para regeneración de cejas, pestañas y cuidado de la piel anti-age, todos con base científica.

El año pasado, logró ventas por $ 16 millones en el mercado local, y a partir de un acuerdo con la firma PHL, con sede en Southampton, Reino Unido, exportará este año 18.000 unidades, por un valor cercano a las 100.000 libras (u$s 140.000).

El deal se gestó a partir de una consulta del laboratorio británico, dedicado al diagnóstico temprano de dolencias genéticas (entre ellas la calvicie, que es en gran parte hereditaria). "Ellos querían saber si en Sudamérica existía alguna planta medicinal para combatir la alopecía", contó el biólogo Cristian Desmarchelier, del equipo de Vinculación Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. "Y acá no sólo tenemos el arbusto, sino el producto, que cumple con todas las pruebas de inocuidad y eficacia y fue avalado por una prestigiosa revista científica (la Skin Pharmacology and Physiology)", remarcó.

Con el ingreso al mercado británico, el laboratorio local espera alcanzar proyección global. Por lo pronto, también ha iniciado conversaciones con una cadena de dermocosmética china con más de 2.000 puntos de venta en el país asiático.