Un amante de la fotografía, la ópera y el rugby que convirtió al Alvear en un hotel de lujo

n Arturo García Rosa preside HVS en Sudamérica, consultora con la cual asesora a inversores hoteleros en toda la región. El ejecutivo argentino, licenciado en Administración de Empresas (UBA), está casado en terceras nupcias; tiene cuatro hijos propios y otros cuatro más de su actual mujer, además de dos nietos y uno más en camino. En casa tenemos gato, perro, caballo y hasta un puerco espín. Nunca me había relacionado con animales... pero igual nuestra relación es bastante distante, admite.
Desde chico ama la fotografía y la ópera. Creó el Centro de Estudios Fotográficos (CEF) y participó en muestras en el Centro Cultural Recoleta, entre otras actividades. Se declara amante de la ópera desde que vió, a los 11 años en un cinerama, Aída, de Verdi. Me shockeó, descubrí algo nuevo que me impresionó. Hoy aprovecho los viajes por trabajo a Berlín o Nueva York para ver todas las óperas que puedo, cuenta. También es un apasionado del rugby. Jugué 11 años en GEBA, lo reconozco como parte de mi formación. En el rugby uno es un pequeño engranaje de un grupo. Eso me sirvió; cuando estuve al frente del Alvear era articulador de talentos, destaca García Rosa. Ahora mis nietos son mis nuevos hobbies, mis nuevas pasiones, confiesa.
García Rosa, que se inició en turismo en 1978 como auditor de la cadena Aragón-Nogaró, fue el artífice de la conversión de un edificio en mal estado en el lujoso Alvear Hotel, al ser nombrado gerente general en 1983, cuando sólo era utilizado para eventos, al ser comprado por David Sutton y Mario Falak. Su estado era deplorable y estaba en quiebra. Fue la primera vez que empecé a trabajar en una empresa no para ganar plata, sino para perder lo menos posible, recuerda. Dejó las riendas del Alvear en 1994, cuando ya funcionaba a todo esplendor como hotel de lujo, para dedicarse a la consultoría en turismo.
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