DIO DE BAJA EL ESTABLECIMIENTO DE ACOPIO DE TUCUM N

Por el derrumbe de las ventas, Massalin cerró una de sus plantas y despidió personal

La tabacalera asegura que el cierre y despido de 60 trabajadores obedecen al derrumbe de las ventas producido por el aumento de la presión fiscal que las obligó a subir precios

En mayo pasado, el Gobierno decidió incrementar el componente impositivo que se aplica a la venta de cigarrillos con el supuesto objetivo de generar una mayor recaudación fiscal que se iba a volcar a los productores de tabaco. Iban a ser $ 1100 millones, según estimaciones oficiales, que se generarían por mayor recaudación del Fondo Especial del Tabaco (FET).

Sin embargo, eso no ocurrió. La suba del 70% al 80% del componente impositivo trajo aparejado un aumento de precios del 40% que, a su vez, provocó un derrumbe del 50% del consumo. Frente a este escenario, las dos fabricantes de cigarrillos, Massalin Particulares y Nobleza Piccardo, comenzaron a advertir que el negocio no se sostenía y que los efectos de la mayor tributación podrían ser negativos para la industria, con posibles despidos de personal y cierres de plantas.

Efectivamente, esa situación comenzó a darse. Massalin cerró ayer una de sus plantas de acopio, ubicada en la localidad de La Cocha, Tucumán, donde empleaba a 20 trabajadores. Según la compañía, la decisión del Gobierno de incrementar al 80% el componente fiscal, afectó la dinámica del mercado y recortó los volúmenes de venta.

"Esto generó una capacidad ociosa imposible de sostener, obligándonos a implementar un plan de acción para garantizar la sustentabilidad de nuestras operaciones", asegura la empresa a través de un comunicado. Adicionalmente, Massalin despidió a 60 empleados de sus plantas de producción de Goya (Corrientes) y Merlo (provincia de Buenos Aires).

Además de estas plantas, la compañía opera un establecimiento de procesamiento de hojas de tabaco en Rosario de Lerma (Salta); otros de acopio en Perico (Jujuy) y Alem (Misiones). Y al igual que Nobleza Piccardo, que cambió su nombre local por el de British American Tobacco, está golpeadas por el fuerte derrumbe del consumo, caída de la facturación y aumento del contrabando.

Es decir, por las principales consecuencias que sufre el sector por la agresiva presión fiscal a la venta de cigarrillos. De hecho, tras haber subido sus precios, luego los bajaron en $ 5 por atado para evitar un mayor derrumbe. Sin embargo, no lo lograron. Según el último informe de la Secretaría de Agricultura de la Nación, el volumen comercializado en mayo fue 45% menor al de abril, primer mes de vigencia del nuevo esquema impositivo. En ese mes se vendieron en el circuito legal 98,5 millones de paquetes, contra 177 millones del anterior mes.

De hecho, en los meses anteriores el volumen se había ubicado en 162 millones (enero); 155 millones (febrero) y 169 millones (marzo), lo cual revela que antes del impuestazo se habían recuperado los niveles de comercialización. Pero la caída de mayo frente a abril equivale a una baja exacta de 44,3% que las tabacaleras atribuyen precisamente a la suba del 70% al 80% del componente impositivo sobre los precios de los cigarrillos definida por el Ministerio de Hacienda y Finanzas con el argumento de lograr una mayor recaudación fiscal y derivar esos fondos a las provincias productoras de tabaco.

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