Inmigración: la crisis de refugiados llega a América latina

El desplazamiento poblacional forzado es una realidad en la región y debe ser contemplado por gobiernos multilaterales.

El debate sobre la inmigración global se agudiza. Hay una sensación de alarma generalizada por la explosión en el número de refugiados, sumado a la creciente angustia causada por los inmigrantes económicos. Hoy, una de cada 33 personas en el mundo es inmigrante internacional. Más que nunca, la determinación de su status orienta el rumbo de la política nacional y las elecciones en el mundo.

La discusión se caldeó en los EE.UU., donde la Casa Blanca emitió decretos para restringir la inmigración y deportar a los llamados "ilegales". Por su parte, nacionalistas retrógrados en Europa montan barricadas en las fronteras para mantener fuera de sus países a los inmigrantes y refugiados que emprenden el viaje desde Asia Central, Medio Oriente y el norte de África. Pero hay otras emergencias de migración cocinándose a fuego más lento, como las que están ocurriendo en México, los llamados países del "triángulo del norte" de Centroamérica, Venezuela y por toda Sudamérica.

Crisis inmigratorias

América latina vive una serie de desplazamientos poblacionales entrelazados. El más espectacular está en marcha en Colombia. Desde el estallido del conflicto armado en 1964, el país generó más de 360.000 refugiados y alberga a la población de desplazados internos más grande del mundo que, se estima, llega a 6,9 millones de personas.

Por su parte, la explosión de la delincuencia violenta en América Central y México generó niveles de desplazamientos que no se registraban desde las guerras civiles de los 70 y los 80. Los países del triángulo del norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) están entre los más violentos del mundo; carteles y pandillas aportaron lo suyo a los 31.219 refugiados reconocidos y probablemente muchos más desplazados internos. Grupos de asistencia declararon que la situación es una "emergencia humanitaria".

Hay otras formas de desplazamientos poblacionales lejos de la atención pública. Ante una crisis política y una espiral de violencia, miles de venezolanos buscan seguridad en Brasil y los países vecinos. Por su parte, muchísimos mexicanos, centroamericanos y caribeños -algunos de ellos exconvictos- fueron deportados de los EE.UU., lo que contribuye a generar vulnerabilidad en las áreas a las que regresan. Se estima que, en 2016, unas 240.000 personas fueron expulsadas. Muchas de ellas no disponen de servicios de apoyo al regresar a sus comunidades de origen. Otras se meten en agrupaciones criminales o pandillas, lo cual alimenta un círculo vicioso de desplazamientos.

Más hechos

Aunque la inmigración económica tiene muchas virtudes, suele hacerse la vista gorda al costo humano y las consecuencias de los desplazamientos poblaciones en América latina. El foco de los gobiernos de la región parece ser contener, en vez de evitar, los desplazamientos. Las declaraciones de organizaciones regionales y gobiernos nacionales rara vez quedan apoyadas por medidas concretas. En vez de eso, las respuestas a las crisis son reactivas y consisten en protección temporaria y ayuda humanitaria.

La magnitud de esas crisis exige que los gobiernos hagan un nuevo pacto. Son necesarias respuestas decisivas e integrales. Algo más positivo es que hay señales tentativas de una conciencia cada vez mayor sobre la gravedad de los desafíos. Las iniciativas de algunos gobiernos para crear servicios de documentación rápidos y gratuitos y facilidades para naturalizarse son bienvenidas. Además, algunos bloques regionales y gobiernos están fortaleciendo los derechos legales a trabajar y esquemas público-privados para promover el acceso a los mercados laborales. Hacen falta más iniciativas preventivas, y de manera urgente.

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