RESCINDIó SU ACUERDO TRAS LA DECISIÓN DE NO FACILITARLE QUITAS Y FINANCIAMIENTO A OIL

Enemistado con López y "bochado" por la Casa Rosada, Rosner devolvió las empresas de Cristóbal

"No quiero pelear contra el Gobierno", dice titular de OP Investment. Pedía una flexibilización a la Afip sobre los $ 10.000 millones del concurso. Se lo rechazaron

Ignacio Rosner perdió la visión de su ojo derecho. Es secuela del accidente cerebro-vascular que sufrió en enero. El más grave de los costos que pagó por lanzarse a la aventura de intentar el rescate del declinante imperio de Cristóbal López. No pudo evitar el desmoronamiento. La semana pasada, la Justicia Comercial lo desplazó del manejo de Oil Combustibles, el buque insignia de las 170 empresas que componen el ex grupo Indalo, al que él había rebautizado Ceibo. "Es momento de duplicar la apuesta o salir", decía, sin demasiada convicción.

A esa hora, sus abogados presentaban la apelación a esa decisión de Javier Cosentino, el juez que lleva el concurso de la petrolera. Un mero formalismo. Contemplaba todavía el pasado viernes, a la mañana una mínima ilusión de que el juez penal Julián Ercolini, tras el cuestionado fallo de la Cámara Federal que liberó a López y ordenó el cambio de carátula de su presunto delito, autorizara el traspaso de las acciones del holding. "Pero no sé si tengo tantas ganas", confesaba. "Es muy simple. Quisiera que, a Oil, le vaya bárbaro. Hay 4000 personas, existe valor. Es importante que haya una inversión.Pero yo no quiero pelear contra el Gobierno. No tiene sentido invertir en un país donde el Gobierno no te quiere", reconoce.

Esa misma noche, se filtraba un comunicado que, planeaban sus asesores, recién debía ser difundido hoy: el anuncio del retiro de OP el vehículo inversor de Rosner y su socio, Santiago Dellatorre de todas las empresas de la ex Indalo y la devolución del paquete a López, quien salió de la cárcel reivindicándose como su legítimo dueño. Rosner y Dellatorre venían rumiando la decisión. Sobre todo, después de que Cosentino los apartó de la administración de Oil. Ex Newman, ex Socma, ex Clarín, en el Gobierno, ya no le atendían el teléfono desde mediados de enero. Esperaba una última señal: la respuesta que daría la Afip hoy en la audiencia que solicitaron los administradores judiciales. Los interventores le exigirán al organismo que exprese si aceptaría un plan de pagos de la deuda impositiva acreditada en el expediente comercial $ 8000 millones en el concurso, más $ 1500 millones posconcursales y estaría dispuesta a levantar su embargo sobre las cuentas bancarias de Oil ($ 670 millones, el 100% de sus depósitos). Caso contrario, "manifieste cuánto estime que corresponda peticionar en relación a la continuidad de este proceso". En otras palabras: que exija la quiebra. El viernes, la Afip hizo saber formal e informalmente que no cambiaría su postura. Rosner y Dellatorre recibieron la señal que esperaban.

"¿Qué sentido tiene pelear un negocio? Yo no hago política; hago negocios". Su voz era la de alguien muy cerca de estar vencido o entregado. Pero hablaba con entre resignación y alivio. Dialogaba con El Cronista en el bar del hotel Emperador. Lo acompañaban Dellatorre y su asesor de prensa. También, María, su mujer. Rosner sigue convencido en el potencial del negocio que quería hacer. Pudo ser el mejor de su vida. Terminó siendo el peor.

Nunca pudo despegarse de lo que, alguna vez, él mismo llamó "la leyenda negra" de López. Tampoco, logró exorcizar otro fantasma: la sospecha de ser su testaferro. El 20 de diciembre, Ercolini encarceló a López y su socio, Fabián de Sousa, y ordenó investigar si la transferencia a Rosner no era una "maniobra fraudulenta". "Cuando se puso bajo sospecha la autenticidad de la operación, nos echaron de todos los bancos.Y los oferentes que están bajo Foreign Corrupt Act no pueden comprar ni ofertar por un bien sospechado de robado", explica.

¿No debió haberse ido en ese momento?", se le pregunta.

Piensa. "Con el diario del lunes, uno toma decisiones distintas. Si yo hubiera sabido que me estaba peleando con un gobierno...", responde.

Le sorprendió la actitud de la Afip. "Errática", la define. Me reuní varias veces con (Alberto) Abad. "Le ofrecimos pagar el 15% de los $ 8000 millones y el saldo, en cuotas. Después, propusimos anticipar el 35%. Se negó a ambas. Exigió el pago, cash, de los $ 17.000 millones que reclama en sede penal", refiere. "Era un diálogo de sordos. A nosotros, no nos interesaba meternos en lo criminal. Lo nuestro era un tema comercial", distingue, acerca del "doble comando", dice, por el que terminó transitando el proceso. También, le sorprendió la actitud con la que la Casa Rosada trató a su candidato a inversor, la petrolera rusa Lukoil. "Dicen que no pudimos acreditar que había un inversor estratégico. Pero Lukoil se presentó en el juzgado. Y hasta le pidió una audiencia al Presidente y se la negaron", devela.

"Con venta de activos no estratégicos y el flujo de fondos de las compañías, salíamos. Oil tiene un ebitda de u$s 30 millones. Nuestro plan era llevarlo a u$s 70 millones en un año. Queríamos convertirla en un hub regional, para atender a Uruguay, Paraguay y el Sur de Brasil. Utilizar la hidrovía, porque tiene una salida al puerto muy valiosa", retoma. "Para nosotros, cerraba perfectamente. Estábamos enamorados de nuestro plan estratégico. Pero, acá, se mezcló la política. Se metió desde la primera hora", cierra.

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