

A una semana del inicio de la octava Copa del Mundo de rugby, el universo ovalado comienza a tomar otra dimensión. Los protagonistas, del presente y pasado, viven con intensidad la cercanía de esta gesta, la tercera en importancia global, detrás de los JJ.OO. y el Mundial de Fútbol.
La elección, en 2014, del excapitán de Los Pumas Felipe Contepomi, por parte de Land Rover (worldwide partner de la World Rugby Cup 2015) para que lo represente como embajador ante el mundo no fue azarosa. Ya había sido escogido por el World Rugby (ex IRB) para que fuera parte de la campaña “Keep rugby clean” (“Mantengamos el rugby limpio”), como su Embajador Antidoping.

La impronta del goleador histórico del seleccionado sigue siendo foco de atención en el mundo del rugby y en el corporativo. “Está buenísimo que una marca reconocida a nivel global me haya elegido ya que su proyecto está asociado al rugby”, dice el Mellizo. Y agrega: “Da apoyo a los valores y al rugby social. Por caso, los ball boys del Mundial van a estar con una indumentaria determinada pero ellos lograron que pudieran tener las medias de su club, gracias a la campaña #grassroots”.
El programa que apoya Land Rover se llama Hitz. “Es sobre el rugby social en Inglaterra. Es una gran responsabilidad ya que son chicos con otros problemas que los de acá pero les dan herramientas para mejorar. Acá se hizo con el Colegio San Pedro Claver”, comparte.
Mirar el futuro
Contepomi fue uno de los que, tras el quinto puesto en Gales 1999, aprovechó para sumarse al rugby profesional. Fue parte de una camada que les abrió el camino a los argentinos en Europa. “Llegué a Bristol en 2000. El rugby se hizo profesional en 1995. Recién ahora se empezó a encontrar el balance”, recuerda el ahora exjugador.
Al hablar del presente, sostiene: “En Inglaterra está el salary cap (control de salario) para que no se registre una desproporción entre clubes muy poderosos y menos pudientes. Desde que llegué, cambió mucho y para bien. Es algo que creo que va a pasar acá con el Súper Rugby y los jugadores contratados”.
El jugador, Medalla de Bronce en Francia 2007, recordó su paso por Leinster (Irlanda), donde, además de jugar al rugby, se recibió de médico. “Michael Cheika, hoy entrenador de Australia, fue el creador de Leinster. Llegó y cambió al equipo de sede y, de jugar en una cancha para 2.000 personas, lo llevó a RDS Arena que, entonces, era un lugar como La Rural”. Gracias a él, “pasó de ser un deporte para pocos a un lugar para la familia. Ganó en la cancha y dejó una estructura armada que sigue dando frutos”.
En 2016, la UAR contará con un equipo en el SR. “Es un desafío deportivo y cultural. Hay que crear una franquicia con un apoyo de gente que se ponga una camiseta en un lugar donde el club está muy arraigado dentro de uno. Las raíces son claras: son el club. Está bien que así sea. Por eso, se deberá crear esa identidad para que las canchas tengas tribunas llenas cada vez que haya partido”, dice.
Su nombre se desliza como posible para ocupar el cargo de entrenador de este equipo. No esquiva la respuesta. “Me encantaría ser parte de la franquicia. Cuando fui jugador, tuve contacto e injerencia desde Cheika para adelante. Eso me ayudó. Hoy, lo veo todo desde el otro lado”.
Apto médico
Junto a su padre, creó el Centro Médico Contepomi para dar respuesta a la medicina del deporte, traumatología y la rehabilitación de lesiones. “Creo en la deportología: empezar a concientizar que hacer deporte es saludable y tratar de hacerlo del modo más sano y con menos riesgos. Tratamos de que cubra las necesidades de la gente que quiere hacer deporte. No apunta al alto rendimiento”, dice.
Al practicar deporte es clave hacer controles. Contepomi, en su rol de médico deportólogo, analiza la situación local: “No hay un consenso sobre qué se necesita evaluar para aprobar la práctica de rugby por parte del jugador.La URBA tiene buenos requerimientos de apto médico, con una batería de exámenes la primera vez y después controles más normales”. Pero, al mismo tiempo, reconoce que “el problema es que no se controla. Me suena que las instituciones lo piden por la legalidad y los médicos lo pedimos para minimizar los riesgos. En el medio, hay una grieta: como la URBA le pide algo al jugador, lo lleva pero, en muchos casos, no lo hace”.
Por eso, “propongo que nos responsabilicemos como clubes amateurs y, como tales, que lo importante es la persona, tengamos un chequeo de que el jugador se haya hecho el estudio de manera efectiva”.


