

Cada vez es más común ver calles inundadas en la Ciudad de México. Pero más allá del caos vial, hay negocios como tienditas, lavanderías o mueblerías que enfrentan pérdidas de hasta 100 mil pesos por daños a refrigeradores, muebles e inventario. Muchas veces, ni siquiera logran volver a abrir.
Según Cuauhtémoc Rivera, presidente de la ANPEC, los negocios pequeños suelen operar en la misma vivienda de los propietarios y no tienen liquidez ni seguro, por lo que cualquier golpe los deja en la cuerda floja.
¿Y después de una inundación, qué?
La recuperación no es sencilla. Algunos bajan horarios, otros siguen vendiendo como pueden. Si bien los proveedores no reponen mercancía, a veces ofrecen precios preferenciales o plazos extendidos, aunque eso depende de la buena voluntad de cada empresa.
Cuando se pierden equipos grandes, como refrigeradores, algunos proveedores sí hacen reemplazos, lo que ayuda a acelerar la recuperación.

¿Y las ventas? Se van con la lluvia
Durante la temporada de lluvias, las ventas caen hasta 40%. La gente evita salir, los encharcamientos y el tráfico hacen que muchos pospongan sus compras o elijan canales digitales, lo que representa un problema para pequeños comercios que no tienen tienda en línea.
Los más afectados son los negocios de barrio: mercados, tienditas y misceláneas que dependen del flujo constante de clientes.

¿Se puede prevenir el desastre?
Las lluvias no se pueden evitar, pero los daños sí se pueden reducir si se cuenta con un plan de emergencia. Colocar documentos y equipo en zonas altas, proteger puertas y ventanas con costales de arena, y cortar la electricidad a tiempo son algunas acciones clave.
También es importante revisar los daños con precaución, documentarlos y ajustar el plan de emergencia para estar mejor preparados la próxima vez.


