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Seguramente alguna vez hayas decidido quedarte en casa en lugar de salir con tus amigos. Cansancio, malestar o deseos de disfrutar de tu hogar hayan sido las razones. Pero, ¿qué pasa cuando esto se repite?. Bajo el nombre de "selección afectiva", la psicología explica este proceso e indica que no siempre este comportamiento es señal de alarma.

Cuestiones como la personalidad y el momento particular que atraviese la persona inciden en esta característica. De hecho, los expertos coinciden en que especialmente en personas introvertidas la soledad es una fuente de recarga. Se trata de personalidades a las que el contacto social constante las agota y el aislamiento es un método de recuperación emocional.

La soledad como recarga: El proceso de selección afectiva según la psicología

Ciertas personalidades necesitan momentos de soledad para reorganizar sus relaciones afectivas. Foto: Pexels.
Ciertas personalidades necesitan momentos de soledad para reorganizar sus relaciones afectivas. Foto: Pexels.

La psicología entiende además que este tipo de conducta debe ser vista desde una perspectiva más amplia. En ese sentido, es necesario ubicarse en tiempo y espacio. A veces, este rechazo al contacto social con amigos se inscribe en momentos de transición.

Cambios como mudanzas, rupturas o nuevos trabajos pueden provocar una etapa de introspección. Incluso sin una causa aparente, puede surgir el deseo de parar y reevaluar decisiones y vínculos.

El proceso de "selección afectiva" es desde la psicología un mecanismo mediante el que las personas reorganizan inconscientemente sus relaciones según nuevas prioridades emocionales. "Ya no se trata de conflictos abiertos, sino de una distancia natural que aparece cuando lo que antes unía deja de tener peso", explican.

Visto desde este ángulo, entonces, este tipo de retiro o aislamiento puede ser, de hecho, una señal positiva. Permite reconectar con uno mismo, ordenar pensamientos y redefinir vínculos.

¿Cuándo hay que preocuparse?

La psicología advierte que en cualquier caso es necesario atender a las emociones que acompañan a este proceso de aislamiento. Foto: Pexels.
La psicología advierte que en cualquier caso es necesario atender a las emociones que acompañan a este proceso de aislamiento. Foto: Pexels.

Ahora bien. Así como existen momentos y personalidades específicas, los expertos advierten que es clave prestar atención a las emociones que acompañan este proceso.

Cuando la soledad elegida se transforma en tristeza o sensación persistente de vacío, podría tratarse de una señal de alarma. En estos casos, el retraimiento podría estar vinculado a cuadros de estrés, ansiedad o síntomas depresivos.

Paradójicamente, las redes sociales que aseguran conectarnos, pueden ayudar en este sentimiento de aislamiento. El uso intensivo de dispositivos electrónicos ofrecen una falsa sensación de conexión con efectos contraproducentes.

"Las plataformas digitales brindan gratificación rápida y de bajo esfuerzo, lo cual puede estar desplazando las interacciones profundas con los amigos", señalan los expertos. A largo plazo, esto puede disminuir el deseo de contacto físico, incluso con personas cercanas.

En ese contexto, alejarse de ciertos compromisos sociales podría ser una reacción natural frente a un entorno hiperconectado que muchas veces no permite espacios reales de intimidad ni de pausa.