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La órbita terrestre se ha convertido, una vez más, en escenario de una delicada y tensa partida geopolítica. Rusia ha protagonizado la última jugada con el despliegue de un objeto desconocido desde su satélite espía Kosmos 2558, una acción que intensifica las preocupaciones sobre las capacidades militares espaciales de Moscú.

El pasado 26 de junio, un satélite militar ruso, que durante tres años ha seguido de cerca a una nave espía estadounidense, liberó este nuevo objeto. No es la primera vez que se observa este comportamiento, lo que aumenta el recelo de las potencias occidentales.

Según un análisis del experto Marco Langbroek, "es la tercera vez que ocurre en cinco años, y la segunda este mismo año", lo que sugiere un patrón deliberado.

Qué es la matrioshka rusa: el arma satelital rusa que tiene en vilo al mundo

El protagonista de este reciente incidente es el Kosmos 2558, un satélite militar lanzado por Rusia en agosto de 2022. Desde su puesta en órbita, su misión ha sido un secreto a voces: rastrear de forma constante la nave estadounidense USA 326, un satélite espía operado por la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) de Estados Unidos.

Satélite espía Kosmos 2558 de Rusia. Fuente: archivo
Satélite espía Kosmos 2558 de Rusia. Fuente: archivo

Ahora, casi tres años después de iniciar su persecución, el Kosmos 2558 ha liberado un subsatélite, denominado provisionalmente 'Objeto C'. Las observaciones de Langbroek desde su observatorio SatTrackCam en Leiden, Países Bajos, confirmaron este despliegue.

Su telescopio logró captar el nuevo 'Objeto C', más tenue, la noche del 28 de junio, apenas dos días y medio después de su separación. El objeto apareció 16 segundos después que su nave nodriza, ya a una distancia de 143 kilómetros. Langbroek ha comparado esta capacidad de un satélite para generar otros satélites con una "matrioshka rusa", haciendo alusión a las muñecas anidadas.

La preocupación del Pentágono: ¿armas latentes en el espacio?

Mientras Rusia describe estos lanzamientos como "misiones de inspección", para el Pentágono, esta explicación resulta insuficiente. La pregunta que surge es: ¿qué queda por inspeccionar después de tres años?

Lo que sí demuestran estas maniobras es la capacidad de mantener un sistema latente para activarlo años después en proximidad a algunos de los activos de espionaje más críticos de Estados Unidos en el espacio. Esta capacidad genera una evidente inquietud entre los planificadores militares estadounidenses.

Si a estas "matrioshkas", que potencialmente podrían ser "armas antisatélite latentes", se le suma la compleja serie de maniobras realizadas recientemente por el trío de naves rusas Kosmos 2581, 2582 y 2583, queda claro que Moscú sigue demostrando una notable capacidad para desafiar y poner en jaque a sus adversarios en la órbita terrestre, transformando el espacio en un campo de creciente rivalidad estratégica.