

Que el ejército romano contaba con una caballería diestra responsable de muchas de sus victorias, es algo de lo que la historia dio cuenta. De lo que no se tenía registros hasta hoy era el lugar simbólico que representaban los caballos entre los romanos. El hallazgo de un cementerio con 100 esqueletos de caballos en Stuttgart, Alemania, puso luz sobre este punto.
El descubrimiento fue obra del azar, en el marco del proyecto de construcción de en el barrio de Bad Cannstatt, una zona con antecedentes como asentamiento militar del Imperio romano. De hecho, el nombre
Stuttgart proviene del antiguo término "Stuotgarten", que significa "jardín para los caballos".
Hallazgo único: El lugar simbólico de los caballos en el Imperio Romano

El hallazgo se produjo en julio del año pasado y una vez confirmado su valor arqueológico, la excavación fue supervisada por la Oficina Estatal para la Preservación de Monumentos Históricos. Según los arqueólogos, los restos hallados pertenecen a los caballos utilizados en una unidad de caballería.
De acuerdo con Sarah Roth, arqueóloga de la Oficina Estatal, "basándonos en el conocimiento histórico y arqueológico de Bad Cannstatt en tiempos romanos, se pueden atribuir estos esqueletos a caballos de la unidad o ‘ala' estacionada en Hallschlag entre 100 y 150 de la era cristiana".
En efecto, Hallschlag, actualmente un barrio de Stuttgart, albergó una tropa de aproximadamente 500 jinetes que requería al menos 700 caballos, animales que eran reemplazados con frecuencia por razones logísticas o médicas.
Las fosas son poco profundas y se encuentran lejos del antiguo fuerte y del área civil. Todo indica que los caballos murieron cada uno a su tiempo y no producto de una batalla o una epidemia.
Cementerio de caballos romano: Afecto y exclusión

Si bien las fosas de los caballos seguían un mismo patrón de procedimiento, hubo dos que llamaron la atención: la primera, por el afecto entre caballo y jinete y la segunda, por tratarse de un humano.
En el primer caso, los investigadores encontraron junto con el animal objetos funerarios que comúnmente se ubicaban en las tumbas humanas: dos jarros y una lámpara de aceite. Esto permitiría leer un fuerte lazo entre el caballo y su dueño.
El segundo caso no es tan feliz. Se trata de un esqueleto adulto, sin objetos funerarios que lo acompañen. Esta ausencia indica, según los especialistas, que fue alguien considerado indigno de una sepultura respetuosa dentro de la sociedad romana.
Aún a pesar de este último caso, los especialistas entienden que el entierro de los animales no tenía que ver con un acto de descarte, sino por el contrario, con un verdadero acto de duelo ante la pérdida del animal.
Los investigadores consideran que el cementerio equino podría ser aún más extenso de lo ya excavado. El equipo planea seguir con análisis arqueo-zoológicos para conocer detalles sobre la edad, el sexo, las enfermedades y las causas de muerte de los animales hallados.


