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En 1947, apenas dos años después de que las bombas atómicas devastaran Hiroshima y Nagasaki, Albert Einstein tomó una decisión que marcaría para siempre la conciencia de la humanidad.

El genio de la física, quien había contribuido de manera indirecta en el desarrollo, se convirtió en uno de los más férricos defensores del desarme nuclear tras presenciar el horror de su aplicación práctica.

Él, junto con otros científicos de la Universidad de Chicago que habían participado en el Proyecto Manhattan, llegaron a la conclusión con horror de que aquello que habían creado podía desencadenar el Apocalipsis.

Esta realización los llevó a crear una herramienta que perduraría hasta nuestros días como el recordatorio de la vulnerabilidad humana: el Reloj del Juicio Final.

Este reloj no marca horas convencionales, sino algo mucho más aterrador: "Cuando el reloj llegue a la medianoche, significa que se produjo algún tipo de intercambio nuclear o un cambio climático catastrófico que acabó con la humanidad".

Inicialmente, el reloj establecía que quedaban unos 7 minutos para la medianoche, pero la situación actual es mucho más alarmante.

Desde su creación por físicos de la Universidad de Chicago, el reloj advierte sobre los riesgos existenciales que enfrenta la humanidad. Fuente: Shutterstock.
Desde su creación por físicos de la Universidad de Chicago, el reloj advierte sobre los riesgos existenciales que enfrenta la humanidad. Fuente: Shutterstock.

El reloj que marca el fin de la humanidad

El Reloj del Juicio Final es una metáfora que indica lo cerca que estamos como humanidad de nuestra autodestrucción. Desde su creación, funcionó como un barómetro de las amenazas existenciales que enfrenta nuestra especie, considerando no solo las armas nucleares, sino también el cambio climático, las pandemias globales, las tecnologías disruptivas y los conflictos geopolíticos.

Desde su creación en 1947 por el Boletín de Científicos Atómicos, el Reloj del Apocalipsis advirtió a la humanidad lo cerca que está el mundo de una catástrofe cada año, con la medianoche actuando como símbolo de ese apocalipsis.

A lo largo de las décadas, las agujas de este reloj simbólico se movieron en respuesta a eventos como la carrera armamentística de la Guerra Fría, los tratados de desarme, el desarrollo de la bomba de hidrógeno y, más recientemente, las crecientes tensiones geopolíticas y la crisis climática.

El mecanismo de actualización del reloj involucra a científicos, expertos en seguridad internacional y especialistas en políticas públicas que evalúan las amenazas globales y determinan qué tan cerca está la humanidad de su propia extinción.

Nunca antes había estado tan cerca de la medianoche: expertos advierten que los riesgos de catástrofe global alcanzan niveles históricos. Fuente: Shutterstock.
Nunca antes había estado tan cerca de la medianoche: expertos advierten que los riesgos de catástrofe global alcanzan niveles históricos. Fuente: Shutterstock.

La predicción que se cumple: más cerca que nunca del apocalipsis

Lo que hace que la advertencia de Albert Einstein sea particularmente escalofriante hoy es que, tras la última actualización, las manecillas del reloj se encuentran a 89 segundos de la medianoche, que indica el fin de la civilización. Nunca antes desde su creación había estado tan cerca, ni siquiera durante las fases más tensas de la Guerra Fría.

El científico advirtió que el desarrollo de armas de destrucción masiva podría ser el detonante de un colapso global. Aunque en un principio apoyó el Proyecto Manhattan, que desarrolló la bomba atómica, tras ver su impacto en Hiroshima y Nagasaki se convirtió en un firme defensor del desarme.

Hoy, la combinación de arsenales nucleares modernizados, el cambio climático acelerado, la erosión de los tratados internacionales de control de armas, los ciberataques a infraestructuras críticas y el desarrollo de inteligencia artificial sin marcos regulatorios adecuados creo un escenario de riesgo que supera las predicciones más pesimistas de los creadores del reloj.

La herencia profética de un genio preocupado

La advertencia de Albert Einstein en 1947 no era solo sobre las armas nucleares; era sobre la capacidad destructiva de la humanidad y su tendencia a crear tecnologías que podrían superar su sabiduría para controlarlas. En su discurso durante la entrega del Premio Nobel de 1945, advirtió con prudencia: "La guerra está ganada, pero la paz no".

Su legado trasciende sus contribuciones a la física; su papel en la creación del Reloj del Juicio Final lo convierte en un profeta científico cuyas advertencias sobre la autodestrucción humana parecen más relevantes que nunca.