Perseguidores de la perfección constante

Obsesivos, con altos rangos de exigencia (tanto propia como hacia terceros) y disciplinados. Así son los perfeccionistas. Cómo detectarlos y de qué modo actuar cuando integran nuestro equipo de trabajo. Los cuidados con su tendencia a la procastinación.

Los errores son sus mayores enemigos, practican el orden y la meticulosidad, planifican hasta el más mínimo detalle de un proceso productivo, son disciplinados y su exigencia está en lo más alto de los estándares. Les cuesta delegar el control y la espontaneidad no está entre sus facetas. Se trata de los perfeccionistas, un perfil sumamente valorado en profesiones donde ser obsesivos es apreciado (como los actuarios, por ejemplo), pero que puede poner en jaque el equilibrio de un equipo de trabajo.

"El perfeccionismo es una creencia que se basa en la idea de que se puede y se debe alcanzar la perfección en todas las áreas de la vida. Es un rasgo de personalidad, no es un cuadro clínico. Habitualmente comienza en la infancia y tiene su origen en el modelo de crianza recibido: superyoico y con padres autoritarios. En estos casos el amor es condicional: si la persona no es perfecta, sus papás no lo querrán. También, puede darse por identificación con un padre o una madre perfeccionista", describe el psicoanalista Luis Gratch.

¿Qué pasa, entonces, cuando un perfeccionista integra un equipo de trabajo? "Puede complicar el rendimiento, porque por su empeño por hacer todo perfecto, tarda más de lo esperado. En esos casos, conspira en el rendimiento, pues no se ajusta a la demanda de la realidad", explica María Gabriela Fernández, especialista en trastornos de la ansiedad del Instituto Sincronía.

También tiene un costado positivo, pues "son personas muy trabajadoras y les gusta hacer las cosas bien, por ello, se convierten en profesionales con mucho potencial. Son muy comprometidas. Además, ante un problema, no se rinden fácilmente, e intentan buscar la solución, cueste lo que cueste, hecho que resulta muy atractivo para ciertos sectores y empresas. Pueden destacarse en posiciones de control de calidad, auditorías, derecho, finanzas e ingenierías, entre otras", asegura la licenciada en psicología Paula Bulla, colaboradora de DDH Wellness Consulting.

"Cuando un líder tiene a un perfeccionista dentro de su equipo tiene que tratar de que éste se transforme en el factor que mejore el rendimiento. Hay que tener cuidado con su tendencia a la procastinación, señalarle que lo que uno busca es un trabajo bien hecho, y que puede no ser perfecto. Hay que observarlo y encontrar la tarea que se adecua mejor a su perfil, donde no tenga roces con sus compañeros", aconseja Gratch.

Del otro lado del mostrador, cuando el perfeccionista es el jefe del equipo, la situación cambia. "En este caso, puede convertirse en un verdadero problema, porque se enfocan en la falla o la falta, no son líderes que apuntalan al equipo. Cuando uno tiene un superior con este perfil hay que buscar tranquilizarlo, mostrándole resultados periódicos, ir anticipándose, y no esperar de su parte elogios o conductas que nunca va a tener. No será empático, sino más bien individualista", señala Fernández.

Poder verlo"El perfeccionista no reconoce su conducta, la ve de modo natural. Cuando es un empleado, el líder debe marcarles sus acciones para que pueda ir generando consciencia de la situación y así intente modificarlas. Una pauta es ponerle objetivos claros, señalando que tiene un deadline que cumplir", Sebastián Girona, psicólogo especializado en vínculos.

 

Lograr el equilibrio con un perfeccionista no resulta una tarea sencilla, ni para quien lo sufre, ni para los demás. Y, menos aun, en las relaciones laborales, donde los resultados son una parte importante del vínculo. "Quien se relacione con un perfeccionista debe hacer valer sus opiniones y aportes de manera política y cuidadosa. Poner límites de manera adecuada. Cumplir los plazos e informar el status del proceso en el que se está. Plantear claramente objetivos, pasos a seguir y tiempos a cumplir. En el caso de desacuerdo en algún punto, dar las explicaciones con ejemplos concretos y soluciones posibles", detalla Bulla.

"Es importante diferenciar que es saludable tener un grado de autocrítica, ya que promueve la búsqueda de una mejora en cualquier instancia del accionar de la persona. Así como continuar capacitándose en lo referido a su esfera laboral o investigar cómo mejorar algún proceso productivo específico. No cualquier sujeto es perfeccionista, la mayoría desarrolla una sana preocupación por evolucionar", resume Gabriel Romano, coordinador general de la Red Argentina de Salud Mental.

La clave, en la vinculación laboral con estos profesionales, es brindarles un liderazgo que los ayude a encontrar el equilibrio, porque sus altos niveles de eficiencias terminarán beneficiando al equipo, sostienen los especialistas consultados.

¿Mi jefe es uno de ellos?Muchas veces se puede confundir exigencia con perfeccionismo. Aquí, la licenciada Bulla acerca un descripción de cómo es un líder con este rasco de personalidad:

 

- Tiene que hacerlo todo, sólo así consigue que el trabajo salga prefecto, ya que nadie sabe hacerlo mejor que él.

- Da órdenes precisas de lo que la gente tiene que hacer y cómo debe hacerlo, sin dejar margen a la creatividad de los demás.

- Envía mensajes (email, notas, WhatsApp) de manera reiterada encabezados por la palabra urgente.

- Pide continuas actualizaciones de cómo avanza el trabajo de los demás o aprovecha cualquier momento (la pausa del café, al cruzarse por el pasillo) para recordar lo que hay que hacer.

- Da exagerado valor a detalles insignificantes. Por ejemplo, pone comentarios en una planilla de Excel o remarca con color un documento que no circulará fuera del equipo.

- Se ocupa de la micro gestión sin dar lugar a las ideas o aportes de los otros.

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