La amenaza del mobbing
El acoso o violencia en el ámbito laboral afecta a casi el 15% de la población activa en el mundo. Las claves para evitar este fenómeno y cómo manejarlo dentro de las organizaciones para evitar consecuencias que impactan tanto en los equipos como en los resultados.
En los tiempos que corren, de estrés y vorágine, la violencia, lamentablemente, comienza a ser moneda corriente. Y los espacios de trabajo no son la excepción. Para dar nombre a una de las formas en que se expresa en el ámbito laboral se utiliza el término mobbing, acuñado por el científico sueco Heinz Leymann, quien investigó el fenómeno en la década de 1980 y así lo bautizó. A continuación, definiciones, síntomas, actitudes para evitarlo, y explicaciones para dar cuenta de cómo y por qué se produce este tipo de hostigamiento psicológico que afecta, según estimaciones, a casi el 15% de la población económicamente activa.
La conducta en cuestión consiste en actitudes hostiles, agresivas e intimidatorias de parte de jefes o superiores hacia sus subordinados y se pone de manifiesto a través de procedimientos abusivos, palabras o sobreentendidos, gestos y miradas que, por su frecuencia, afectan la integridad psíquica, moral o física de la persona que las recibe y ocurren siempre en el ámbito de trabajo.
Algunos comportamientos típicos en los que se pone de manifiesto son indicar tareas humillantes o fuera del rol a la víctima, no asignarle tareas, descalificarla o cuestionar sus logros con ironías, atacarla verbalmente, aislarla y responsabilizarla de cosas que no hizo mediante acusaciones o bromas. En general, los que lo sufren suelen tener perfiles vulnerables y sumisos.
Cristina Bomchil, directora Ejecutiva de Valuar Argentina, explica la personalidad que suelen tener aquellos que padecen mobbing: "Es gente que puede tener problemas para comunicarse, tienden a aislarse socialmente, están inhibidos y sienten culpa de forma injustificada". Además, enumera los posibles síntomas físicos que pueden padecer: dolor de cabeza, alergias, colon irritable e inclusive insomnio. Los psicológicos: "Desmotivación, baja autoestima, sentimiento de frustración, bajo rendimiento y productividad, y dudas respecto de todo". Y advierte que "pueden tener problemas para concentrarse".
Además, agrega el problema del retraimiento y la invisibilización: "La persona acosada se encierra en su situación, no se permite hablar del tema para pedir ayuda, se inhibe e ingresa en un círculo vicioso que no hace más que agravar su malestar".
Ricardo Kofman, consultor dedicado desde hace 30 años a facilitar las transformaciones culturales en las empresas, entrenar equipos de trabajo y coachear a líderes para mejorar el logro de sus objetivos, cuenta que, para detectar el mobbing, hay que observar el comportamiento de la persona, su actitud y ver si hay algún cambio sustancial durante un cierto lapso de tiempo. "En general, la persona que lo recibe muestra un estado de ansiedad, tensión y frustración". Y advierte: "Lo que puede pasar es que empiece a faltar al trabajo, deje de cumplir con sus obligaciones, no respete los compromisos asumidos, y puede hasta tener respuestas o contestaciones fuera de lugar porque va acumulando tensión y en algún momento necesita descargarla. Aunque, en muchos casos, padece ataques de llanto, en general se retrae. Intenta no mostrar este tipo de comportamientos ya que pueden exacerbar el mobbing que está recibiendo".
Justamente, es en su invisibilidad aparente donde radica una de sus principales características y la imposibilidad de detectarlo. Por eso, es necesario que todo el equipo esté atento. Para Juan Manuel Cueto, director Asociado de WallChase, el rol del empleador es fundamental en la estrategia para evitarlo: "Debemos concientizar y hablar a nuestros empleados sobre este tema. Los líderes de los equipos tienen un rol muy importante dentro de las compañías. Si un colaborador dice que su superior se niega a hablarle, a reunirse, lo ignora, le da tareas rutinarias o no le asigna ninguna, estamos frente a un claro caso de mobbing. Lo primero que hay que hacer es identificar el problema para luego resolverlo".
Detrás de la motivación
El mobbing tiene su origen en las relaciones entre las personas y no en el desempeño del trabajador. Para Bomchil, "a veces la causa es individual, debido a las características de personalidad del acosador; se trata de personas muy egoístas, envidiosas, agresivas, narcisistas, inseguras, que en la mayoría de los casos han sido maltratadas de pequeñas". Sin embargo, en algunos otros casos, los motivos se encuentran en la organización de la compañía que abarca funciones y roles mal definidos, demasiada concentración de autoridad, mala comunicación (poco transparente y con demasiados rumores), además de la falta de interés, cuidado y apoyo de parte de los líderes.
Para Carolina Brinusio, directora de la consultora DOS HR, "en este vínculo entre dos personas, uno de ellos tiene la creencia de tener cierto poder y ejercerlo sobre el otro aunque no necesariamente tiene que ser jefe-empleado, también puede ser entre compañeros. Se le da cierto atributo de poder a ese individuo que ejerce sobre otro que se ve afectado y se siente el maltrato".
Kofman asegura, como origen del mobbing, que puede tener como intención que la persona que lo recibe abandone el equipo de trabajo porque molestan sus modos o porque hay interés de sustituirla sin pagarle indemnización o sin compensarla. Y agrega: "También se da por envidia, porque esa persona está por arriba de una cierta media y muestra a los demás la mediocridad del entorno. Por eso a veces se ataca a alguien que se destaca".
En pos de evitarlo, varios especialistas sugieren usar el mismo proceso que se utiliza con el bullying: hacerlo consciente con educación, primero, y con penalidad una vez que se ha explicado y se han compartido sus efectos. Por eso, Kofman concluye: "En las compañías, cuando los líderes se enteran de estos casos, tienen que involucrarse y tomar acciones muy firmes para cortarlo".
En ese mismo sentido, Bomchil destaca la importancia de la educación desde la temprana infancia, y la necesidad de "educar hijos con afecto y contención, trabajar en el desarrollo de la autoestima y darles herramientas a los niños para que, como adultos, puedan responder con asertividad y confianza frente a situaciones adversas". Para ella, "los hijos que crecieron con una sólida base afectiva desarrollan un psiquismo fuerte que enfrenta los obstáculos con confianza, entereza y determinación, y no se dejan intimidar, mucho menos por agresiones gratuitas como las del mobbing".