Una vez más la tragedia golpea a Chile. En apenas 12 horas, cinco cerros de la ciudad de Valparaíso, sede del Congreso y la Armada chilena, quedaron totalmente calcinados por un voraz incendio forestal que rápidamente se propagó a las zonas pobladas y dejó, hasta el momento, 11 muertos y más de 10.000 evacuados. Al cierre de esta edición, las autoridades intentaban controlar una serie de focos que se habían reavivado a causa del viento y no se desacarta que el número de víctimas aumente a medida que se avance con la remoción de escombros. La presidenta del país, Michelle Bachelet, viajó de inmediato a la zona afectada, declaró el estado de excepción y la ciudad como zona de catástrofe y anunció ayuda a los evacuados.

Tal vez sea el peor incendio en la historia de Valparaíso, resumió a los periodistas una apesadumbrada Bachelet.

El siniestro, que abarca unas 800 hectáreas, ocurre a menos de un mes de un terremoto que sacudió al norte de Chile.

Las imágenes tomadas desde la zona céntrica del Valparaíso eran desoladoras. Llamaradas gigantescas en los cerros arrasaban con casas humildes, mientras cientos de personas desesperadas evacuaban y pedían por ayuda. Carabineros informó que la mayoría de las víctimas son ancianos que no hicieron tiempo a abandonar sus hogares. En un primer momento, las autoridades habían informado que eran 16 los muertos, pero luego se rectificaron y los cifraron en 11.

Valparaíso es una ciudad costera y portuaria de 250.000 habitantes, situada a 120 kilómetros de Santiago de Chile. El incendio , que comenzó en la tardecita del sábado en un área forestal de un camino llamado La Pólvora, se extendió en pocas horas a los cerros La Cruz, El Vergel, San Roque, Las Cañas y Mariposas, donde viven miles de familias que han construido sus viviendas sin permiso de edificación. Aunque oficialmente se informó de unas 500 casas destruidas se estima que las pérdidas serán mayores porque muchos terrenos compartían más de una vivienda.

Unas veinte aeronaves entre helicópteros y aviones cisterna intentaban anoche combatir desde el aire los varios focos del incendio que seguían activos, mientras que en tierra más de 3.500 hombres, pertenecientes a las brigadas forestales, bomberos, policía, el Ejército y la Armada luchaban por controlar el fuego y coordinaban la evacuación. Para hoy se prevé que los vientos disminuyan, favoreciendo la labor.

Las clases se suspendieron y las autoridades dispusieron una campaña de vacunación masiva contra la influenza y el tétanos.