La inflación de Brasil se mantiene alta y todo parece que seguirá su tendencia alcista, a medida que se acercan las elecciones presidenciales de octubre.

En enero, los precios subieron 0,54% (la cifra más alta para ese mes desde 2016), y marca un aumento interanual de 10,38%. Ocho de las nueve categorías relevadas experimentaron subas, impulsadas por los alimentos y bebidas (1,11%), que tuvo la mayor incidencia.

Los problemas en las cadenas de suministro, las condiciones climáticas extremas (básicamente la peor sequía en casi 100 años, que tuvo impacto en la tarifa de la energía) y el aumento de la demanda mundial de las materias primas, son algunos de los factores que contribuyen al aumento de precios. Por otra parte, la combinación de mayores costos y tasas de interés más altas ha afectado significativamente el bolsillo de los consumidores.

De hecho, a pesar de sus esfuerzos para contener la inflación, el Banco Central de Brasil (BCB) dejó trascender que la era de saltos abruptos en las tasas podría estar llegando a su fin.

Las familias brasileñas terminaron 2021 con el nivel más alto de endeudamiento en 11 años (70,6%, según la Confederación Nacional del Comercio de Bienes, Servicios y Turismo) y el costo del crédito se disparó gracias al aumento de las tasas, una de las más altas de los mercados emergentes.

El boom de las ofertas públicas iniciales (OPI), una fuente clave de financiamiento para las start-ups, se detuvo a medida que los inversores canalizan el dinero hacia los bonos gubernamentales; y la economía volvió a caer en recesión menos de un año después de salir del colapso provocado por la pandemia.

Tony Volpon, estratega de Wealth High Governance y exdirector del BCB le dijo a Bloomberg que el equipo de Roberto Campos Neto corre el riesgo de perjudicar a la economía subiendo demasiado las tasas, ya que se centra en las expectativas de inflación de los analistas, que reflejan fuertes riesgos fiscales, en lugar de en sus propios modelos. Volpon fue uno de los pocos economistas que alteró que la tasa de interés de referencia de Brasil, la Selic, había bajado demasiado. Ahora advierte que el banco central debe evitar ser demasiado agresivo.

Adam Wolfe, economista de Absolute Strategy Research especializado en Mercados Emergentes, destacó que las tasas de interés del mercado a corto plazo subieron por encima de las tasas a largo plazo a fines del año pasado, lo que suele ser una señal de una próxima recesión. "Es fácil argumentar que ésa es la dirección en la que Brasil", le dijo al Financial Times.

El mercado estimó que Brasil sólo crecerá 0,3% este año, según el último informe Focus, un sondeo que realiza semanalmente el BCB a más de 100 economistas e instituciones económicas.

El Comité de Política Monetaria (Copom) del BCB dijo que en el corto plazo podría desacelerar el ritmo de subas de la tasa de interés. El banco central había comenzado a endurecer su política en marzo del año pasado, como una herramienta para contener la inflación.

"El Comité prevé una reducción en el ritmo de ajuste de la tasa de interés básica como [el paso] más apropiado en este momento". Aunque no descartó que la decisión puede ser revisada para que la inflación converja hacia la meta oficial (3,5% con un margen de 1,5% hacia arriba o abajo).

Hasta ahora, el Copom ha ordenado ocho subas de la Selic: desde un mínimo histórico de 2% hasta el actual 10,75%, la primera vez que la tasa de interés alcanza los dos dígitos desde 2017. De marzo a junio de 2021 la tasa subió en 0,75 punto porcentual al mes; a partir de agosto empezó a subir de a 1 pp y a 1,5 pp en las últimas tres reuniones.

Pero el escenario base del Copom es que la inflación, proyectada en 5,4%, volverá a escaparse de la meta este año (al igual que en 2021), teniendo en cuenta los factores externos y la cercanía de las elecciones presidenciales, que genera preocupación en el plano fiscal. La estimación está en línea con los cálculos del mercado.

De hecho, la preocupación por el excesivo gasto público, tanto antes como después de las elecciones de octubre, es ahora una de las principales razones por la que las expectativas de inflación se mantienen por encima de la meta.

A contramano del plan de austeridad planteado por el ministro de Economía, Paulo Guedes, el presidente Jair Bolsonaro presionó por flexibilizar el techo fiscal (que ata el gasto público a la inflación del año anterior) para lanzar el plan social ‘Auxílio Brasil' de 400 reales (casi u$s 76) por mes para 17 millones de hogares.

Este año, pretende reducir los impuestos a los combustibles, lo que afectaría los ingresos fiscales, al tiempo que promete aumentos salariales para algunos funcionarios.

Luiz Inácio ‘Lula' da Silva, rival de Bolsonaro en octubre, tampoco parece preocupado por la disciplina fiscal: "Tenemos que hacer que la desigualdad sea una prioridad y no el techo de gasto", dijo recientemente.

Pero aunque prevé una desaceleración en el ritmo de aumento de las tasas, no se descartan nuevos incrementos: el Copom prevé una tasa de 12% para el primer semestre de 2022, que podría bajar a 11,75% a fin de año y a 8% en 2023.