De Latinoamérica, sólo Cuba y México estuvieron en la campaña de EE.UU.

La región, tal como sucedió muchas veces en anteriores elecciones, es en general ninguneada en el debate político, signo de las prioridades de la primera potencia económica y militar del mundo. 

Donald Trump marcó el ritmo de la campaña presidencial casi desde el inicio de las primarias. Y la construcción de un gran muro en la frontera sur de Estados Unidos fue su caballito de batalla. La promesa, por supuesto, fue tomada con desagrado por toda la comunidad mexicana a ambos lados de la frontera y utilizada para endilgarle el mote de xenófobo por sus rivales demócratas y los sectores progresistas en todo el mundo.

Sin embargo, junto a las relaciones recién reinauguradas con Cuba, fueron los únicos temas que sobre América latina discutieron los candidatos. La región, tal como sucedió muchas veces en anteriores campañas, es en general ninguneada en el debate político, signo de las prioridades de la primera potencia económica y militar del mundo. 

Las relaciones comerciales con Europa y Asia con los tratados multilaterales en puerta fueron motivo de discusión permanente. Rusia y Vladimir Putin con las sospechas de intervención en la campaña con el hackeo a cuentas de mail de la candidata demócrata fue también tema privilegiado. Y por supuesto, Medio Oriente y sus múltiples focos de conflicto sobresalieron entre las temáticas de política exterior.

Pero, aunque América latina sea una región del mundo que posee lazos históricos y comerciales claves con Estados  Unidos, jamás le prestaron atención.

Ni el proceso de paz en Colombia, ni la crisis política en Brasil, ni los problemas permanentes en Venezuela, ni el cambio de gobierno en Argentina lograron acaparar algo de la atención.

De todas formas, lo que hay que esperar de ambos candidatos no escapará a las generales de la ley respecto de sus políticas hacia América latina.

En el caso de Hillary Clinton, la continuidad de las políticas llevadas a cabo por Obama están garantizadas. Lo que todos temen, en cambio, es la actitud del candidato republicano. 

Con Donald Trump lo que domina es la incertidumbre. Todos se preguntan hasta donde llegará con sus promesas de campaña y cuanto de lo que dice es realmente posible de implementar, aunque es muy probable que la tensión con los vecinos suba de tono. Que cumpla su promesa de expulsar a los inmigrantes ilegales le granjerará enemistades entre los países más pobres de la región. También con México, uno de sus principales socios, aunque con este país también deberá lidiar con un problema mayor. Las políticas proteccionistas que quiere implementar amenazará los acuerdos vigentes, que también incluyen a Canadá, países de América Central y el bloque del Pacífico.

Los cambios que llegaron en América del Sur tendrán consecuencias gane quien gane por la dinámica propia más que por lo que llegue del norte. Pero Trump promete proteger el trabajo local. La pregunta es cuánto afectará eso a las exportaciones de esta parte del mundo.

En el caso de Cuba, las cosas están más claras. Trump afirmó que pretende revertir el curso de la política de reaproximación con Cuba.

Tal vez, lo que más preocupe del republicano sea su imprevisibilidad. Y que nadie haya hablado del tema lo único que hace es sumarle incertidumbre.

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