Las empresas no solo registran los horarios de entrada y de salida de sus empleados, sino que gracias a las nuevas tecnologías tienen un sinfín de datos sobre ellos y algunos son mucho más sensibles. Los avances en sensores y en sistemas de procesamiento de datos les permiten hoy tener un conocimiento casi total. Pueden saber dónde están, medir su condición física y hasta contar sus horas de sueño.

Por ejemplo, un emprendimiento estadounidense llamado Take Humanyze creó una credencial inteligente que registra todo lo que hace el portador: movimientos, interacciones dentro de la oficina, con quien charla y hasta el tono de su voz. La credencial misma tiene un micrófono con el cual registran todas las conversaciones que tienen dentro del trabajo y pueden obtener detalles como el tono, el volumen y la velocidad con la que habla. Con datos como estos pueden medir todo, desde la eficiencia del empleado hasta el resultado de los programas de diversidad e inclusión.

En algunos casos, el grado de vigilancia ya causó protestas. El año pasado, la redacción del diario australiano Daily Telegraph se rebeló en contra de la implementación de sensores de temperatura en los escritorios con los cuales la empresa podía saber quién estaba en su lugar y quien no. Para el Sindicato Nacional de Periodistas que se involucró en las protestas, la vigilancia al estilo Gran Hermano es inaceptable.

El correo y el teléfono están monitoreados hace ya mucho tiempo, pero como cada vez es más común trabajar desde una computadora, estas prácticas alcanzaron a una gran parte de los trabajadores. El problema es que las políticas de seguridad de algunas empresas les permite ver incluso la información personal que esté en los dispositivos. La explicación que dan es que es un sacrificio para mejorar la seguridad y la reputación de la compañía.

Las tecnologías de GPS también son responsables de la vigilancia. En las empresas de transporte, para las cuales conocer la posición de sus empleados les permite mejorar el servicio a futuro, rastrear a cada uno de los trabajadores para constatar que sigan las rutas trazadas es una práctica habitual.

Aunque ya parezca una novela de Orwell, algunas empresas van más allá y llegan a la vida privada de sus empleados. Ahora, las mismas tecnologías de salud que un deportista aprovecha para maximizar su rendimiento están al alcance de las empresas. Pueden registrar las horas de sueño de sus empleados con pulseras y relojes inteligentes. Si una persona que duerme bien trabaja más y una bien alimentada piensa mejor, intentarán que así sea.