"Ya no quiero ser unicornio": cuál es la nueva medida del éxito que miran las mejores empresas
Valer US$ 1000 millones puede que ya no sea lo más importante para un emprendedor; hay una nueva métrica de éxito. Cuáles son los nuevos modelos que surgen en consonancia con la coyuntura y qué cambios de paradigma pronostica el ecosistema.
Si los unicornios no existen o, al menos, son una especie rara de ver, ¿por qué los inversores insisten en encontrar al próximo? O mejor, si es tan difícil y desgastante conseguir el cuerno, ¿por qué los emprendedores querrían convertirse en uno?
Suena lindo, en el titular se luce, queda bien para el país contarlos y exhibirlos, pero lo cierto es que puertas adentro, los emprendedores no tienen esta ambición. O al menos cada vez son menos los que persiguen esa zanahoria.
Yendo dos escalones más atrás, los unicornios son las empresas que alcanzan una valuación de US$ 1000 millones en poco tiempo y, en general, son de base tecnológica. El bestiario se completa con otros animales como decacornios -que valen más de US$ 10.000 millones-, los centauros - entre US$ 100 y US$ 1000 millones-, o los ponys, -que alcanzan valuaciones de entre US$ 10 y US$ 100 millones-.
Pero con el tiempo, el mercado dio pie al nacimiento de otro tipo de animales, muchas veces más adecuados a las coyunturas actuales. Un caso interesante para mencionar, y que encabeza un cambio de paradigma y de mentalidad en los distintos ecosistemas de startups del mundo, es el de las cebras. Este movimiento nace en 2017 fundado por un grupo de mujeres emprendedoras que hicieron un llamado a Silicon Valley para que invirtiera en empresas fundadas por mujeres y minorías. Pero no solo eso. Este modelo de empresas tiene otra finalidad que va más allá de la rentabilidad económica. Sí, importa ganar dinero, pero importa más contribuir a un propósito más grande.
Aniyia Williams, una de las impulsoras del movimiento cebra y fundadora de una empresa de moda y tecnología, mencionó en una entrevista con la BBC que hay emprendedores que simplemente no se identifican con la idea de ser unicornio, y eso está bien: "Estoy tratando de construir una especie de Apple para la moda. Pero no pretendo armar un negocio multimillonario. Eso ni siquiera va de la mano con el estilo de vida que quiero". En la misma nota destacó que cree que hay demasiados inversores en Silicon Valley que están perdiendo la oportunidad de ser empresas rentables y sostenibles porque quieren ser algo que no son: unicornios. Crecer demasiado rápido, dice, puede ser peligroso. Incluso muchos emprendedores no solo no quieren crecer con el pie en el acelerador, sino que tampoco se sienten cómodos con el nivel de exposición que conlleva convertirse en unicornio. Igualmente, este movimiento asegura que todos los animales pueden convivir en la selva emprendedora.
Un poco más extrema, sin embargo, es la posición de Caterina Fake, cofundadora de Flickr, ahora devenida en inversora. Según explicó en un artículo propio, la plaga que terminará de matar a los unicornios es menos sexy: cucarachas. "Las cucarachas han sobrevivido a los asteroides apocalípticos y las extinciones de dinosaurios. Pueden vivir seis semanas sin comer. No son exigentes con lo que comen. Carecen de glamour y son feas y sencillas. Por lo general, no se las ve. Se mueven rápido".
Tal vez el ejemplo es un poco extremo, pero cobra sentido en contextos de crisis como el actual. La idea (que surgió luego de la crisis de 2008 pero puede aplicarse a estos días) es sobrevivir actuando con rapidez, reduciendo costos y planificando el futuro con poco dinero. "Las cucarachas serán menos y más delgadas, pero habrán sobrevivido a una época de mayor hambre y menos exageración, pero con equipos talentosos y más leales a las empresas que los contratan". En estos términos, una cucaracha representaría una inversión menos rentable, pero más segura, porque se basa en criterios menos especulativos. Las cucarachas vendrían a ser una versión similar de los camellos, surgidos en pandemia y preparados para aguantar largas temporadas sin agua (financiamiento) y en ambientes hostiles. El cuerno y el pelaje plateado, entonces, van quedando cada vez más lejos.
El carro detrás de los caballos
"Ser un unicornio no es ni una presión ni un objetivo. No es algo en lo que pensemos", dijo Emiliano Kargieman, cofundador de Satellogic, una de las empresas más innovadoras del país, en diálogo con este medio unos meses atrás. La firma que hace nanosatélites es apuntada como uno de los posibles candidatos a convertirse en unicornio. Sin embargo, al founder le importan más otras cosas. "Empezamos Satellogic con un propósito, con la idea de hacer algo que ayudara a resolver problemas de verdad. El día que usemos nuestros satélites para, por ejemplo, encontrar a balseros perdidos en el Mediterráneo, nos vamos a poder abrazar y decir que estos años valieron la pena. No hay nada más lejano a lo que nos impulsa que la valuación de la compañía. Y con esto no estoy diciendo que no nos importe la plata, pero no es una métrica del éxito para nosotros", resume así el pensamiento que cruza a más de un emprendedor.
Ser unicornio es la excepción, claro. Según destaca María Julia Bearzi, directora Ejecutiva de Endeavor Argentina, en el mundo no surgen más de cuatro o cinco por año. Pero ella también prefiere destacar a las compañías que generan valor per se, más que a través de la valuación. "Esto último es consecuencia de que hay un gran equipo creando un producto con un gran impacto y un mercado que paga por ello. Pero el valor de las compañías trasciende su valuación: su valor radica en el impacto que están generando en el mundo y en el país. Están resolviendo un gran problema de mercado a escala global con tecnología disruptiva, tienen clientes dispuestos a pagar por eso, crean oportunidades a lo largo de su cadena de valor y generan miles de puestos de trabajo de calidad", destaca la experta y asegura que estas empresas posicionan a la Argentina como un hub de talento e innovación y la representan globalmente. Es allí donde está el verdadero diferencial.
A fines del último marzo, Tienda Nube, la plataforma de e-commerce, anunció que concretó una ronda de inversión por US$ 89 millones, la segunda en cinco meses con la que superó los US$ 100 millones. Con esos números, la firma que ya alberga a más de 75.000 tiendas digitales en la región quedó a un paso del tal jugoso título de unicornio. Pero, ¿qué les representa a sus fundadores eso? "Nuestro objetivo no es convertirnos en unicornios por la etiqueta en sí misma, sino que eso sea una consecuencia natural de la evolución de nuestro negocio y el servicio a nuestros clientes. Básicamente lo vemos como una consecuencia de hacer las cosas bien y es lo que buscamos todos los días. Para nosotros el objetivo es y siempre será ofrecer la mejor solución para nuestros clientes, potenciar sus negocios y resolver sus problemas de una forma real", dice Santiago Sosa, CEO y cofundador, y agrega: "Si todo esto lleva a que próximamente seamos un unicornio, bienvenido sea, pero no corremos detrás de ese objetivo".
A la hora de enfrentarse a una nueva ronda de capital, esa no es una conversación que se ponga sobre la mesa. "No, no se conversa el hecho de llegar a ese hito porque cuando el potencial de la compañía es real, se asume que el resultado final va a ser mucho más grande que el nombre ‘unicornio'. En esas conversaciones lo más importante es lo que la compañía tiene para aportar al mercado, lo que construye, lo que planifica hacer y lo que el fondo suma, tanto en experiencia, como en conocimiento y capital".
Sí, la figura del emprendedor está mutando y, según Sosa, es normal que suceda, "sobre todo si ese cambio trae buenos resultados y permite adaptarse a las realidades actuales". "Hoy la figura del emprendedor tiene múltiples facetas pero los une la pasión por aprender y crear una marca en el mundo", destaca.
Entonces, tal vez los emprendedores no están tan rendidos ante una cucarda, sino que están enamorados del problema que intentan resolver. "Yo lo que quiero es que la compañía facture US$ 1000 millones, la valuación no me importa. Quiero que la compañía genere valor para los clientes por miles de millones de dólares, que aplane mercados. No más que eso. Lo otro es poner el foco en una métrica que termina siendo arbitraria. La gente está poniendo el carro delante de los caballos", aportaba Kargieman.
El número
"Los buenos emprendedores nunca aspiraron a ser unicornios. Es el producto de resolver un problema relevante y para un mercado enorme. Eso hace que vendas mucho y que tu empresa valga mucho", pone en palabras Carolina Dams, directora académica y de innovación del IAE Business School, una de las escuelas top de negocios.
Pero, ¿qué determina que una empresa llegue a valer US$ 1000 millones? El potencial de unicornio, explica la académica, tiene que ver con el tamaño del mercado y con el potencial de crecimiento, que son los drivers para una inversión. Pero muy pocas empresas tienen ese éxito, por eso la inversión es de alto riesgo, y eso justifica que el inversor requiera esa tasa de rentabilidad. "Si sabes que siete de 10 proyectos van a fallar entonces necesitas que los otros tengan alta rentabilidad", aporta, y aclara que sin embargo, los inversores ven más allá. "Ya no se concibe una empresa que para ganar plata no tenga en cuenta al medioambiente, a los stakeholders o que no cuide otros aspectos. Eso sí cambió".
Capitalización de mercado, continúa Dams, implica que la empresa sea pública. Hay muchas empresas que son unicornios, pero no cotizan en bolsa, entonces la capitalización de mercado se obtiene según el capital que levantó en su última ronda de inversión. "Por ejemplo, el último unicornio argentino, Auth0, recibió en 2019 una inversión de US$ 103 millones a una valuación de US$ 1000 millones, según Lavca. Los inversores a través de su ronda de capital definen la valuación, con acuerdo con el emprendedor. Y el valor de un activo lo dan los flujos futuros de fondos que ese activo va a generar descontados a una tasa que tiene implicito el riesgo de ese activo. Es decir, cuánto espero que me genere de plata a futuro y descuento al riesgo", resume Dams y aclara que dependiendo del momento de la empresa, se usan distintos métodos de valuación, pero el driver principal suele ser el potencial de crecimiento, lo que explica que una empresa como Tesla pueda valer más que una automotriz centenaria o que una fintech cotice mejor que un banco tradicional.
La nueva generación
"No lo tenemos en vista, pero tampoco significa que es una mala palabra. Los unicornios argentinos son un faro. Por más que no lo tengamos como un objetivo, siguen siendo un espejo donde mirar lo que lograron. Muestran un camino y dicen que se puede a pesar del contexto", dice Tomás Manzitti, COO y fundador de Intuitivo, empresa que nació en 2019 y que hace máquinas expendedoras con inteligencia artificial, similar al sistema de Amazon Go.
La empresa es nueva, pero Manzitti ya tenía experiencia fundando compañías y tiene claro que para generar una buena valuación, hay que dar valor agregado. "El objetivo va por innovar y ser disruptivo. Pero no me levanto todos los días pensando en la valuación".
Lo mismo a la hora de hablar con inversores. "Te preguntan qué hiciste desde la última vez que levantaste dinero y todo vuelve al tema de agregar valor. Por eso no creo en las cosas tan artificiales: creo que tienen fundamentos las inversiones. Cuando uno tiene que levantar dinero hay que tener el foco de hacia dónde vas y qué es lo que hiciste hasta el momento".
Todo esto no significa que no sea importante desarrollar empresas de alto impacto. Dams lo aclara: "Estos emprendimientos derraman mucho en las economías. Para eso es necesario que haya un capital emprendedor. Que se financien estos proyectos. Hoy se ven esos frutos de las primeras inversiones. Los unicornios son producto de eso. Por eso es super importante cuidar al ecosistema emprendedor", pide.
Los fundadores de la empresa se convierten en referentes para las generaciones venideras e inspiran a otros a emprender y a crecer, según detalla Bearzi. "Además, las compañías que alcanzan este hito tienen presencia internacional por lo cual es una carta de presentación al mundo. Y, en muchos casos, estos fundadores son inversores de compañías de menor tamaño y favorecen el surgimiento de nuevos negocios", concluye la directora de Endeavor.
La versión original de esta nota se publicó en el número 328 de Revista Apertura.
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