La vacuna de Pfizer-BioNTech, que el Reino Unido ya ha empezado a suministrar, tiene un 95% de efectividad y no presenta grandes riesgos de seguridad, según han constatado ambas compañías tras ensayos con miles de voluntarios en la fase 3. Sin embargo, en los ensayos sí que han relatado efectos secundarios menores. En su mayoría, según ha confirmado BioNTech, estos efectos son temporales y de tercer grado.

Según el laboratorio, los primeros fabricantes de una vacuna autorizada en países occidentales -Rusia ha producido su propia vacuna, la Sputnik V-, los efectos secundarios que se produjeron fueron fueron dolor en el lugar de la inyección (84%), fatiga (63%) y dolor de cabeza (55%). Una referencia más directa la ha dado la enfermera Kristen Choi, participante en los ensayos y que en The Journal of the American Medical Association y Business Insider ha relatado su experiencia.

Choi ha declardo que tras la primera dosis -esta vacuna se aplica en dos dosis- no sintió más que dolor en la zona del pinchazo. Pero dos horas después de recibir la segunda dosis, la enfermera empezó a notar frío, náuseas y mareos. Al día siguiente se declaró fiebre, que subió hasta 40,5 grados. Sin embargo, al comunicarlo fue informada de que esa reacción era normal. Tratándose con paracetamol, la fiebre desapareció en 24 horas, sin más efectos.

Y no fue el único caso. Una de las expertas que lidera el proyecto de la vacuna de Pfizer en el Reino Unido, explicó en sus redes sociales todo lo que se sabe sobre los efectos secundarios.

La experta aclaró que era normal esperar dolor por la inyección, algo común a todas las vacunas, y que era peor en la primera dosis. Los síntomas, además, se daban durante el primer y segundo día. En promedio, los síntomas desaparecen en 24 horas. Es posible que los efectos sean más pronunciados en personas mayores a los 55 años.

La vacuna de Pfizer y BioNTech utiliza la tecnología conocida como ARN . Se inyectan en el cuerpo una pequeña secuencia de instrucciones genéticas bautizadas ARN, creada en el laboratorio que "indica" a las células del cuerpo a producir un antígeno específico contra el coronavirus.