El negocio de ser influyente: políticos y celebridades compran seguidores y bots para ganar el corazón de la gente

Políticos, economistas, marcas y celebridades usan las redes sociales para amplificar su mensaje y hablarle de forma directa a un nuevo consumidor.

No hace tanto, un político con gran audiencia en Twitter se enojó cuando, en una reunión partidaria, un prominente miembro de su frente de coalición le reprochó el tono agresivo con el que suele escribir sus mensajes en la red social del pajarito. “Yo me debo a mi audiencia, ahí están mis votantes , llegó a expresar el hoy diputado y escritor.

Algo de razón tiene: Twitter, más que cualquier otra red social, se convirtió en la gran forma en la que políticos, economistas, celebridades y marcas intercambian ideas, sin intermediarios, con el público masivo. No es de extrañar, entonces, que dentro del gran mundo de la comunicación política lo que se dice allí importe y mucho: no se necesitan grandes presupuestos de marketing para ser influyente sino una estrategia digital lo suficientemente inteligente como para capitalizar y nutrir a una audiencia deseosa de interactuar.

No es acaso la única red explotada por políticos y otros personajes públicos. Facebook, con sus 2.300 millones de usuarios activos por mes, sigue siendo un lugar rico en “Me gustas aunque ya no tanto en interacción con usuarios: allí, lidera el ranking un desconocido líder para nuestras tierras: Narendra Modi, Primer Ministro de la India, amasó 44,7 millones de seguidores en estos años, tanto más que el hiper polémico Donald Trump que prefiere la instaneidad de Twitter: mientras que en Facebook tiene 26,1 millones de seguidores (casi 10% más que el año pasado), en Twitter su audiencia es de 79 millones. Allí llegó a anunciar bajas de tarifas, ataques a sedes terroristas y planes económicos puertas adentro.

¿Cuál red es la mejor, cuál elegir entonces? “Facebook sigue siendo red social con más cantidad de usuarios, la única junto a YouTube y Whatsapp que tiene penetración y uso de Ushuaia a La Quiaca y en donde se encuentran absolutamente todos los grupos sociales. Dicho esto, la plataforma perdió un poco de peso ya que no tiene la lógica de tiempo real que tienen Twitter o hasta Instagram con sus stories , explica Agustín Giménez, consultor y especialista en comunicación política digital.

Y agrega: “Los políticos entendieron que la ciudadanía espera de ellos una comunicación directa y para eso no hay nada mejor que estar donde está la gente: en las redes sociales. Poder hablar de forma personalizada con diversas audiencias, entendiendo el tono y formato de cada plataforma, se ha transformado en algo fundamental y que permite una cercanía que años atrás era casi imposible de lograr .

Los truchos y los creativos

En este juego, quien tenga mejor audiencia podrá comunicar mejor su mensaje. El tamaño importa y la compra de seguidores es algo usual entre quienes quieren ampliar el número, más allá del verdadero engagement.

El juego no es tan fuerte en Facebook hoy pero sí en Twitter y en Instagram, con varias páginas dedicadas a la venta de seguidores al por menor y mayor. Se trata de cuentas falsas que se hicieron populares en las últimas elecciones argentinas en un ejército de bots que mandaba “caricias significativas desde Hurlingham para promover un hashtag en la guerra por popularidad que tenían, para medir su intención de voto, Mauricio Macri y Alberto Fernández. “Es lamentable cuando un político hace eso, ya sea por desconocimiento del funcionario o por malos consejos de sus asesores. Hoy, no solo se compran seguidores para inflar números propios sino que se hizo moneda corriente la compra de sistemas automatizados que hablan a favor o en contra de un tema o rival político , explica Giménez.

Hay varios servicios bastante accesibles para el político argentino que quiera jugar en ese terreno: Seguidores-social, Compraseguidores y el sitio Tusfollowers ofrecen paquetes de bots, con cuentas geolocalizadas en India, China, Arabia Saudita y Rusia, para inflar los números. Ese servicio va desde los u$s 300 por 100.000 usuarios. Pero no ofrecen mucha interacción, más allá de de algún hashtag puntual que promuevan. Los ataques dirigidos salen más: cerca de u$s 10.000.

Alguien que sabe usar las redes sociales para ampliar el alcance de su mensaje y mejorar su marca personal, Javier Milei, lo explica mejor: “La gran diferencia es que cuando tenés seguidores de verdad se nota en el feedback; sirve para tener un testeo de la opinión de las personas frente a situaciones atípicas por eso uso mucho Twitter e Instagram , explica quien tiene más de 300.000 followers en Twitter y un engagement que no baja de los 100 comentarios por posteo.

Las marcas entendieron la importancia de la interacción y también juegan: el dueño de Guaymallén, Hugo Basilotta, usa las redes como una especie de marketing de guerrilla; poco presupuesto, mucha creatividad. Así, logró llegar con su marca a un público exigente que sigue sus humoradas por Twitter. “Logré crear un personaje descontracturado , le dijo Basilotta a Infotechnology. “Lo único que puede contra la falta de presupuesto es la creatividad. Ahorrar recursos y maximizar resultados , resume Luciano Spinelli, fundador de Bloop Digital. Así las cosas, como en la vida, el tamaño no siempre importa: pesa más la creatividad.

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