

Durante años, la percepción de la vejez estuvo marcada por convenciones sociales, culturales e incluso emocionales. Pero un estudio reciente de la Universidad de Stanford propone una nueva forma de entender el envejecimiento: desde una perspectiva puramente biológica.
La investigación, publicada el 25 de junio de 2025 en la prestigiosa revista Nature Medicine, se basó en el análisis de proteínas en el plasma sanguíneo de más de 4.200 personas, con edades comprendidas entre los 18 y los 95 años. El objetivo fue identificar, a través de la evolución molecular del organismo, una cronología objetiva del envejecimiento.
Tres etapas claras en la vida adulta
Los investigadores identificaron más de 1.300 proteínas cuya presencia varía significativamente con la edad. Estos cambios permitieron dividir la vida adulta en tres fases bien definidas:
- Edad adulta (34 a 60 años): el cuerpo comienza a mostrar las primeras señales biológicas de envejecimiento. Aunque los síntomas físicos aún son sutiles, ya se observan modificaciones moleculares importantes.
- Madurez tardía (60 a 78 años): los procesos de deterioro se aceleran y los efectos del paso del tiempo se vuelven más evidentes, tanto a nivel físico como molecular.
- Vejez (a partir de los 78 años): los cambios biológicos se profundizan y marcan el inicio de la última etapa de la vida desde una perspectiva científica.
Este enfoque rompe con la idea tradicional de que envejecer empieza mucho antes, y también desafía los límites arbitrarios de la edad cronológica usados para definir políticas públicas, jubilaciones o cuidados médicos.
El envejecimiento comienza a los 34
Uno de los puntos más llamativos del estudio es que el proceso de envejecimiento no se inicia a una edad avanzada, sino a los 34 años. Desde ese momento, comienzan a detectarse cambios progresivos en la producción de proteínas, lo que indica un lento, pero constante desgaste biológico.

Este hallazgo pone en foco la importancia de la medicina preventiva y el seguimiento temprano de la salud, ya que muchas condiciones pueden abordarse con mayor efectividad si se detectan en fases iniciales.
La influencia del entorno y el estrés
Aunque el envejecimiento sigue una secuencia molecular relativamente estable, los investigadores aclararon que factores como el estrés, el estilo de vida o el entorno pueden acelerar el deterioro físico.
Sin embargo, estas variables no modifican las tres etapas centrales definidas por el estudio, lo que refuerza la solidez del criterio biológico utilizado.
Una nueva herramienta para la medicina del futuro
Además de redefinir los límites de la vejez, la investigación abre la puerta a nuevas aplicaciones clínicas. El uso de biomarcadores moleculares podría permitir diagnósticos más precisos, tratamientos personalizados e intervenciones preventivas adaptadas a cada etapa de la vida adulta.
El equipo de Stanford insistió en que esta cronología no debe tomarse como una clasificación rígida, sino como una guía para comprender mejor cómo envejecemos y cómo podemos cuidar nuestra salud en cada fase de la vida.


