ARGENTINA 200 AÑOS

Pérez Esquivel, un ícono de los DD.HH

Su elección en la encuesta de El Cronista como el principal referente de los derechos humanos es "un acto de justicia", dice el autor. Y añade: "No se embanderó de manera sectaria para escalar posición en ningún Gobierno".

Coincido plenamente acerca de que el representante más genuino y coherente en la defensa integral de los Derechos Humanos en nuestro país es Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz.

Conocí a Pérez Esquivel en mi temprana juventud cuando él era profesor de dibujo en San Isidro. Ya en ese momento, desarrollaba un trabajo que demostraba profunda sensibilidad social y estaba vinculado con los sectores más progresistas de la Iglesia Católica. Siempre fue un hombre austero, simple, generoso y con una sincera preocupación por los más débiles, lo que se traducía en acciones de solidaridad concreta.

Esta brevísima semblanza es pertinente, porque todo esto ocurría antes de que tomara notoriedad nacional e internacional, es decir estaba y está en su naturaleza. Como se sabe, durante la dictadura denunció la violación sistemática de los derechos de las personas más elementales, tales como la privación de la libertad, el sometimiento a torturas, la desaparición forzada y los asesinatos, que fue el desgraciado accionar que caracterizó a la dictadura militar del denominado Proceso de Reorganización Nacional.

Pero, posteriormente, ya durante el proceso de transición a la Democracia, no solo persiguió con tenacidad la posibilidad de justicia para las víctimas y el pueblo, sino que amplió el ámbito de su interés a otras violaciones de derechos humanos tales como: las postergaciones y humillaciones a los Pueblos Originarios, las carencias elementales en materia social para vastos sectores de nuestro pueblo, como salud, educación, alimento y vivienda. Todo ello, lo realizó con absoluta coherencia, es decir manteniendo su perfil de hombre simple y humilde y esto produce un contraste muy marcado con otros representantes de la lucha por los Derechos Humanos en nuestro país.

Pérez Esquivel, aun con su ideología, no se embanderó de manera sectaria y mucho menos se enriqueció o utilizó las banderas de los Derechos Humanos para su lucimiento personal o para escalar posiciones en los circunstanciales gobiernos que se sucedieron posteriores a la dictadura militar.

No lo roza ningún escándalo como los protagonizados hasta el hartazgo por Hebe de Bonafini, salpicada también por bochornosos actos de corrupción en su sociedad con Sergio Schoklender, ni el nepotismo manifiesto de Estela Carlotto, a lo que suma su adscripción militante a los gobiernos de los Kirchner, ni los manejos turbios objetos de investigación en la Comisión de la Memoria de la provincia de Buenos Aires que el propio Pérez Esquivel denunció en su momento.

En síntesis, si las encuestas realizadas muestran a Adolfo Pérez Esquivel como el más genuino representante de la lucha por los Derechos Humanos, eso no solo lo convierte en un ícono, sino también se traduce en un acto de justicia y nos llena de esperanza a quienes hemos militado a favor de los derechos humanos toda nuestra vida acerca de que el pueblo, a pesar de los espectáculos bochornosos de corrupción a los cuales asistimos, todavía sabe distinguir.

 

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