Wall Street necesita aprender humildad

La semana pasada, el presidente Barack Obama se puso furioso porque los bancos de Wall Street siguen pagando grandes bonus y dijo que eso era vergonzoso.

Desde hace meses, yo y otros hemos escrito acerca de la desconexión que hay entre la manera en que la gente de Wall Street se ve a sí misma y la manera en que la ven los demás. ¿Por qué los directivos de banca de inversión deberían ganar más que el presidente de los Estados Unidos? Es difícil defender este tipo de paga cuando los bancos en cuestión han recibido miles de millones de dólares de los contribuyentes. Pero son pocos los directivos que consideran que esto es extraño, incluso después de los golpes recientes.

Wall Street no está acostumbrada a rendirle cuentas a nadie. Durante años, el sector financiero ha ganado más dinero que casi cualquier otro negocio en el mundo. En consecuencia, los accionistas de los bancos raramente se quejaban, aunque porciones enormes de los ingresos se gastaran en remuneraciones.

Es difícil señalar exactamente qué es lo que significa tener que rendir cuenta ante los accionistas. Incluso en el caso del multimillonario Carl Icahn, que hace unos años puso en la mira a Time Warner, los ejecutivos de la compañía señalaron que los inversores que no estuvieran satisfechos con el modo en que la firma manejaba las cosas podían irse con su dinero a otra parte.

Pero los contribuyentes no pueden irse. El hecho de que esta diferencia básica aún no ha sido comprendida quedó de manifiesto la semana pasada con el caso del jet de Citigroup. Pese a haber recibido un rescate con dinero público, el banco decidió seguir adelante con su plan para adquirir un nuevo jet privado de lujo por u$s 50 millones, y sólo lo abandonó tras serias presiones por parte del gobierno. ¿Acaso no recordaba el Citi la mala impresión que produjeron los altos directivos de la industria automotriz de Detroit cuando llegaron a Washington a mendigar ayuda volando en sus jets privados?

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