Vuelve el debate sobre cómo hacer negocios

Pese a las dudas y temores que plantea un país trabado por piqueteros día a día más agresivos, al fin se vuelve a hablar de negocios y estos comienzan a concretarse, tímidamente. Mientras el consumo se recupera con fuerza y la economía se reactiva (aunque todos aceptan que esto aún no es crecimiento genuino), el Gobierno empieza a comprender que debe enviar señales más claras y menos ambiguas, e intenta hacerlo. En tanto, los expertos polemizan sobre cómo hacer para que la Argentina atraiga verdaderas inversiones productivas, de esas que permiten convertir la reactivación en crecimiento.

Hay una serie de hechos que corroboran que se está ante un salto cualitativo que empieza a consolidarse, aunque a cuentagotas. La proyección de inversiones en nuevas plantas productivas se proyecta en este año a 2.700 millones de dólares, muy poco comparado con los 14.870 millones de 2001 (antes del terremoto económico), pero casi el doble de la cifra del año pasado. También, el Banco Galicia llegó a un acuerdo para reestructurar su deuda, lo que es el principio del fin de la grave crisis que afectara a esta gran entidad argentina. Tercero, se acaba de firmar el acuerdo para la construcción del Gasoducto del Noreste, que construirá Techint. Cuarto: Peugeot produciría aquí el Citroën C4, consolidando su estrategia regional de utilizar al país para producir autos de gama media y alta. Quinto: el empresario Francisco de Narvaez salió a pelearle al chileno Cencosud (con el apoyo financiero de la CFI, AIG y Capital International) para ver quién se quedará con la empresa de supermercados Disco. Todo esto revela que se habla de cosas concretas, que ya no se discute qué hay que hacer, sino cómo hacerlo. Y aunque hay gravísimos problemas a resolver (sociales, económicos, políticos), el eje de las discusiones es cómo hacerlo.

Hasta hace poco, las polémicas eran sobre si el actual Gobierno quería o no generar un clima de negocios, pero hoy se discute cómo podrá conseguirlo y qué señales son las adecuadas para ello. Hasta hace poco, en el sistema financiero se debatía sobre si habría o no compensaciones para los bancos por el impacto de la pesificación asimétrica, los amparos y los otros efectos posdevaluación. Ahora, los ahorristas analizan si conviene más el plazo fijo que un bono indexado por el CER, mientras regresa el crédito hipotecario.

También, hasta hace poco se debatía qué haría la Argentina con su deuda en default, luego de presentar una propuesta muy dura y poco realista. Hoy, la palabra negociación empieza a instalarse, y así como los funcionarios parecen más dispuestos a escuchar, los acreedores parecen algo más dispuestos a conversar y proponer opciones concretas.

Se insinúa, por último, un auge de empresarios nacionales, que avanzan con los aeropuertos, quieren comprar supermercados y radios y construir obras públicas y privadas. Es un inicio. Es la mejor forma de terminar con el desempleo. Y de ofrecer una opción alternativa a la temible y destructiva patria piquetera.



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