Un rayo de esperanza para el comercio

Si Estados Unidos rescinde sus ilegales aranceles aduaneros sobre el acero, como se espera, será un caso de “mejor tarde que nunca . No debieron haberse fijado esas barreras. Pero su levantamiento será bienvenido. Evitará una perjudicial guerra comercial, beneficiará a la economía estadounidense y reforzará la vigencia del derecho internacional.

Parece que la presión de la Unión Europea y la amenaza de sanciones convencieron a Washington. La UE tuvo razón en mantenerse firme. Ahora debe demostrar que es tan tenaz para disminuir las barreras comerciales de larga data, incluyendo las propias, como para luchar contra la creación de nuevas. En cuanto a eso, su desempeño es, lejos, menos impresionante.

Los ministros de comercio de la UE se reúnen hoy para conversar sobre cómo revivir la ronda Doha de comercio mundial, tras el fracaso del encuentro que la Organización Mundial de Comercio realizó en Cancún en septiembre pasado. La UE tiene especial responsabilidad en ese esfuerzo, por tres razones: dice que es el principal campeón del multilateralismo; impulsó al resto del mundo a lanzar la ronda; y comparte gran parte de la culpa por Cancún.

Sin embargo, las recientes propuestas de la Comisión Europea para reactivar la ronda son insuficientes. Moderan algunas de las exigencias anteriores, especialmente las relacionadas con los “temas de Singapur , de los cuales los más contenciosos son la inversión y la competencia. Eso es simplemente un ajuste a la realidad: la incapacidad de la UE de armar un argumento creíble para sus exigencias provocó la abrumadora oposición de los países pobres, que provocó el fracaso de Cancún.

Las propuestas carecen de iniciativas positivas que puedan tentar a otros a volver a la mesa de negociaciones. Por sobre todo, en cuanto a agricultura –el tema crucial de la ronda y donde la UE deberá moverse más, si es que quiere salir del punto muerto– Bruselas tiene una postura defensiva y complaciente, asegurando que son los otros los que deben actuar.

Al negarse hasta a traducir las reformas, que la UE planificó para el subsidio agrícola, en una oferta detallada de la OMC, la Comisión perdió la oportunidad de mostrar a tiempo un gesto de buena voluntad política.

En términos generales, las propuestas se parecen más a una táctica para eludir la culpa, si los miembros de la OMC este mes no logran revivir las conversaciones de Doha, que a una estrategia para lograr algún progreso. Después de meses de examen de conciencia, Bruselas produjo un ratón, cuando se requiere de un tigre. No es lo suficientemente bueno que la UE diga que las divisiones entre sus 15 miembros le impiden ser más audaz: eso simplemente desacredita sus afirmaciones de que es el defensor más sólido de la ronda.

Los políticos europeos constantemente proclaman su anhelo de tener mayor influencia global. Ahora es el momento de demostrar que la UE se merece ese rol.



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