¿Se reduce la confianza en el Cono Sur?

La suspensión por parte de la Argentina de varios ejercicios militares conjuntos con otras fuerzas del continente pueden generar una percepción que reavive viejos conflictos

El reciente incidente que se produjo en Punta Arenas, cuando dos oficiales de inteligencia del Ejército chileno penetraron en el consulado argentino en una operación de espionaje, más allá del indiscutible repudio que un hecho de este tipo merece, puede ser útil para reflexionar si no se está produciendo cierto retroceso en el Cono Sur de América en lo que hace a las llamadas medidas de confianza que en los años noventa permitieron quitar gravitación a las denominadas hipótesis de conflicto que históricamente asumían la posibilidad de guerras entre los países de la región.

La primera señal en este sentido fueron las afirmaciones del jefe del Ejército Argentino, respecto de que la Patagonia era una hipótesis de conflicto para nuestro país, por ser un espacio vacío, con baja presencia estatal, por lo que en el futuro corría el riesgo de ser internacionalizada. Ello coincidió con decisiones argentinas de potenciar e incluso incrementar las unidades militares en el sur del país. En mi opinión, no hubo intención alguna en estos planteos de reactivar la hipótesis de conflicto con Chile, pero inevitablemente el cambio argentino fue observado y analizado del otro lado de la cordillera.

Vino después, la decisión argentina de no realizar el ejercicio aéreo guila III, con la Fuerza Aérea norteamericana y las demás Fuerzas Aéreas del Cono Sur (Brasil, Chile y Uruguay). Si bien la razón fue el rechazo al pedido de los EE.UU. que se otorgue inmunidad jurídica a sus efectivos militares durante el ejercicio en nuestro territorio, la verdad es que la decisión fue percibida en la región como un cambio respecto a una política de Estado que habían mantenido sucesivamente las administraciones de Menem, De la Rúa y Duhalde.

A ello se sumó la suspensión, por parte de la Argentina, del ejercicio Milenium II con las Fuerzas Armadas británicas en el Atlántico Sur, que iba a tener lugar en la primera semana de noviembre. Se trataba de un ejercicio de salvamento y rescate, con participación de elementos aéreos y navales de los dos países y que era el segundo que se realizaba después de la guerra, dado que el primero tuvo lugar en 1999. En este caso no era requerida inmunidad alguna y además los efectivos militares británicos no entraban al territorio nacional. Esta decisión se sumó a la posición argentina de pesificar los gastos de los argentinos en las islas y al pedido a Chile de que no extienda los vuelos hacia Malvinas, reclamando que se hagan desde territorio argentino, aunque los kelpers se opongan. Esto no impidió que en la segunda semana de noviembre militares británicos impartieran en nuestro país un curso de administración militar.

Pero también en el Atlántico Sur la Argentina suspendió en los primeros días de noviembre una nueva edición del ejercicio naval Fraterno con la Armada brasileña. El mismo se venía realizando desde comienzos de los años sesenta, cuando Arturo Frondizi con gran visión avanzara hacia una alianza regional argentino-brasileña. Nuevamente, no estaba en juego ni la inmunidad ni la entrada de tropas extranjeras en el territorio nacional y la decisión argentina –adoptada igual que en el caso anterior con sólo pocos días de antelación– implicó sorpresa y perplejidad, además de conjeturas diversas.

En este mismo contexto, el país suspendió el ejercicio que iban a realizar en Santa Cruz tropas de los ejércitos de Argentina y Chile.

En el mismo momento que la Argentina suspendió estos últimos tres ejercicios con Gran Bretaña, Brasil y Chile, el Ejército Argentino realizaba en la provincia de Buenos Aires un ejercicio de guerra clásica reuniendo los elementos de la Brigada Blindada I, en un operativo que tomó como hipótesis una batalla clásica contra un ejército extranjero en defensa del propio territorio. Se trata en realidad de un ejercicio de rutina, pero quienes nos miran de afuera no pueden dejar de conjeturar.

Al respecto, se plantean varias hipótesis. Una de ellas es que estas decisiones argentinas responden a una política exterior que busca diferenciarse de las administraciones anteriores, con un sesgo más nacionalista. Otra, es que el gobierno argentino suspende estos ejercicios en el marco de una política tendiente a reducir la posible influencia militar en la política exterior. La tercera es que se trató simplemente de una descoordinación entre el Ejecutivo y el Parlamento, lo que llevó a la suspensión de estos ejercicios.

Además, lo extraño es que se ha participado en el ejercicio Unitas con la Armada de los EE.UU. y otras armadas del continente y que se ha realizado un ejercicio de salvamento en la zona de Tierra del Fuego con la Armada chilena.

Es posible que la situación que se está generando sea consecuencia de la convergencia de múltiples factores y también que en la administración Kirchner no se esté advirtiendo la percepción que se puede estar generando.

En conclusión, abandonar esta política de Estado puede generar percepciones erróneas en la región, que reactiven tensiones, que parecían definitivamente resueltas.



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