Regreso al futuro para acuerdos comerciales

Tras el fracaso de la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Cancún, muchos pronosticaron que la paralización de la ronda de Doha de conversaciones comerciales impulsaría a los países a pactar acuerdos bilaterales y regionales. Sin embargo, la idea de que estos convenios pueden ser un camino más rápido para la apertura de mercados parece demasiado optimista después del resultado de la reunión ministerial del Aérea de Libre Comercio de las Américas (ALCA), realizada la semana pasada. Se eludió un colapso en las negociaciones, pero el acuerdo se logró a cuesta de diluir objetivos ambiciosos que apuntan a crear el mercado común más grande del mundo.

Para evitar un fracaso embarazoso, Estados Unidos tuvo que aceptar las demandas de Brasil, que deseaba una agenda poco concreta y minimalista. Pero los ministros admitieron que hasta eso será difícil de lograr. Los grupos empresariales de Estados Unidos, sin cuyo apoyo es improbable que cualquier acuerdo obtenga la aprobación del Congreso de ese país, se preguntan si vale la pena luchar por un acuerdo semejante.

Robert Zoellick, Representante Comercial de Estados Unidos, intenta cerrar acuerdos bilaterales en Latinoamérica y otras regiones. Pero sus objetivos son, en su mayoría, economías pequeñas y atrasadas, con ínfima participación en el comercio global. Esto implica realizar un gran esfuerzo para obtener un premio banal y, además, Zoellick podría estar prometiendo más de lo que puede cumplir: el Congreso de su país tiene escasa inclinación por los acuerdos que son muy resistidos por los sindicatos locales.

El interés en los acuerdos comerciales bilaterales crece en otras partes del mundo –particularmente en Asia–, pero está más inspirado por proyectos políticos y por el instinto de manada que por una búsqueda seria de ventajas económicas. Entre los muchos acuerdos en etapa de planeamiento, son pocos los que intentan imponer el libre comercio en el área agropecuaria o en algún otro sector muy protegido. Y la mayor parte de los convenios amplios están referidos a economías que ya están en su mayor parte abiertas, como la de Singapur.

Mantener cerrados los mercados ahoga el crecimiento económico tanto en los países ricos como en los pobres. En los primeros, grotescos subsidios agrícolas y aranceles prohibitivos hacen bajar los niveles de vida, porque despilfarran recursos. En las naciones en desarrollo, las barreras comerciales son obstáculos que distorsionan la competencia y debilitan la presión por la reforma interna.

Lo que está en juego va más allá de las oportunidades perdidas. Si la liberalización comercial no avanza, se corre el riesgo de retroceder. Aumenta el “proteccionismo progresivo , como señaló la semana pasada Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal. Las escaramuzas comerciales de Estados Unidos con China ya alcanzan niveles peligrosos y se multiplican las controversias no resueltas entre Washington y Bruselas.



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