Parmalat: simplemente hay que llamarlo basura

Todavía quedan por descubrir muchos detalles desagradables de los miles de millones de dólares que faltan en Parmalat, la empresa alimenticia italiana. Un caso de fraude corporativo algo diferente se produjo en el grupo de supermercados holandés Ahold, donde casi 1.000 millones de euros (u$s 1.200 millones) desaparecieron debido a irregularidades contables. Ambos casos se compararon con la crisis de Enron y demuestran que las empresas europeas son tan propensas a los escándalos como las de EE.UU. Pero a diferencia de Estados Unidos, donde el gobierno y el Congreso actuaron con rapidez, los europeos son reacios a sacar conclusiones. Los escándalos de Europa son potencialmente más perjudiciales.

En parte se debe a la inadecuada regulación y la pobre conducción empresaria. Las agencias calificadoras de créditos también son responsables de su total credulidad. Las cuentas de Parmalat muestran una inusual cantidad elevada de activos líquidos, que quedaban más que compensados por los elevados niveles de deuda bruta. Sus operaciones financieras eran tan complejas que al menos un analista se negó a ocuparse de ellas. Además se la criticaba por no brindar información completa a sus inversores. Una empresa así nunca debió tener calificación de investment grade.

Para los inversores internacionales de la Unión Europea hay más lecciones. Ellos tienden a mirar a la eurozona como un todo y pasan por alto los riesgos específicos de cada país. La UE hace poco hizo algunos esfuerzos modestos por crear estándares mínimos de conducción corporativa. Pero la mayoría de los riesgos de invertir la eurozona todavía son específicos de cada país.

La tradicional prima de riesgo de los títulos valores italianos casi desapareció desde que Italia ingresó a la eurozona. Sin embargo, hay riesgos importantes más allá de las probabilidades de devaluación. El caso Parmalat genera interrogantes sobre el complicado sistema de regulación financiera que aplica el país. Los mercados también están valuando los bonos del gobierno italiano a precios similares a los de otros países de la eurozona, pese a su elevada deuda nacional y a que sus finanzas públicas son más débiles que en la mayoría de otros miembros de la UE.

Los mercados claramente creen que la eurozona rescatará a sus miembros. Podrían estar equivocados.

La verdadero prueba en el caso Parmalat será cómo las autoridades de Italia responderán ahora. Las primeras reacciones no fueron alentadoras. Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, termina un año de catastróficos comentarios con otro error: dijo que saldrá al rescate las unidades de negocios operativas de Parmalat. Los inversores deberían tomar nota de que él hizo una distinción entre la actividad industrial, que vale la pena preservar, y las finanzas, que no. Ese es el mensaje relevante para las agencias calificadoras: las compañías de alto riesgo en países de alto riesgo entran en la categoría de basura, y el precio de sus títulos valores deberían reflejar eso.



Noticias de tu interés