TODO UN CL SICO, LOS FESTEJOS SE TRASLADARON AL OBELISCO

Palermo se convirtió en el héroe de todos y desató un festejo por anticipado

El tanto convertido por el goleador de Boca redondeó una tarde perfecta para miles de hinchas. Buenos Aires literalmente se paralizó para ver el triunfo de la Selección Argentina sobre Grecia

14:50 Decenas de personas, la gran mayoría con la camiseta de la Argentina, apura el paso para realizar los trámites que todavía quedan pendientes. En 10 minutos los bancos cierran, y se acerca el comienzo del partido contra Grecia. Ya hay que buscar posiciones para ver al seleccionado.

15:00 En la Plaza San Martín, donde el Gobierno Porteño instaló una pantalla gigante que funciona desde que la Argentina debutó en el Mundial de Sudáfrica, cientos de personas se preparan para disfrutar del encuentro. Aparecen las banderas, las caras pintadas de celeste y blanco y los clásicos cantitos de cancha. En el microcentro porteño, en tanto, las calles comienzan a despoblarse y en los bares cada vez hay menos mesas vacías. Se mezclan la mayoría de hinchas trajeados con aquellos de vestimenta más acorde a la ocasión.

15:20 La calles céntricas son un verdadero desierto. Cada tanto, sólo aparece algún rezagado en busca de un lugar para ver el partido.

El seleccionado que comanda Diego Maradona volvió a dar una muestra clara del imán que es para la gente. De los tres partidos que disputó por la primera ronda del Mundial, este fue el primero que se jugó en día y horario laboral. Y paralizó a Buenos Aires. Pero este tuvo algo especial, Martín Palermo se convirtió una vez más en el gran emblema del equipo. Entró a diez minutos del final, y convirtió el segundo gol de la Selección. Si a esa altura la clasificación a octavos de final ya era motivo de festejo, el tanto del goleador de Boca enfervorizó todavía más a los hinchas.

La actividad comercial –a excepción de los bares y restaurantes, bunker de muchos hinchas– se detuvo casi por completo. Los pocos que decidieron dejar sus puertas abiertas, siguieron el encuentro desde dentro del local. El resto, sobre todo en algunas zonas periféricas al centro, bajaron la persiana y las subieron a partir de las 18. En bancos y demás oficinas, la actividad también se paralizó. No hubo empresas que no habilitara televisores o que permitieran a los empleados retirarse antes de que comenzara el encuentro. Una vez decretado el 2-0, la ciudad tardó unas horas en volver a su ritmo habitual. Es que el pase a la siguiente ronda y el gol de Palermo eran motivos más que suficientes para que los porteños festejaran en el Obelisco.

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