Lo que Kirchner necesita hacer ahora

El proceso ha sido duro para los argentinos, pero la economía se está recuperando después del default. En Buenos Aires, las calles que en la crisis de diciembre de 2001 estaban llenas de manifestantes y gases lacrimógenos, ahora están colmadas de gente haciendo compras. Tras cuatro años de recesión, la economía está en posición de crecer 7% este año y más de 4% en 2004. Pero el presidente Néstor Kirchner debe lograr que estas tasas de crecimiento sean sostenibles.

El problema es que la recuperación se debe, en gran parte, a la devaluación del peso y la caída en el salario real asociada a ella. La devaluación brindó un impulso que contribuyó a producir un considerable superávit comercial. Como las importaciones se han vuelto más caras, industrias que no eran competitivas –entre ellas la textil y la del calzado–, han podido producir de manera rentable para el mercado interno; y contaban con capacidad ociosa para aprovechar la circunstancia. El default de la deuda y la indulgencia del Fondo Monetario Internacional, que acordó refinanciar a tres años créditos por valor de 12.500 millones, suavizaron las presiones externas. Pero las exportaciones respondieron de manera lenta. Han sido los precios en alza de la soja y otros commodities de exportación, que en parte reflejan la creciente demanda china, los que reforzaron las ganancias de los productores agrícolas.

Es preciso actuar ahora para que la recuperación no se quede sin ímpetu. Con el gobierno necesitado de fondos, la prioridad es lograr que la inversión privada aumente en relación a un nivel actual, de alrededor de 14% del Producto Interno Bruto, que es bajo comparado con el promedio histórico. Hace falta un acuerdo con los acreedores internacionales, que son tenedores de bonos en default por más de u$s 50.000 millones, para que el gobierno y el sector privado puedan acceder a nuevos préstamos. Pero más importante aún es que el país reconozca la necesidad de contar con bancos y compañías de servicios públicos sólidos, y resuelva las dificultades en esos sectores, que en su mayor parte siguen estando en manos de firmas extranjeras.

Los bancos soportaron una proporción injusta de los costos de la devaluación y se les debe ofrecer una compensación adecuada. A menos que mejoren sus balances, no podrán recapitalizarse y tendrán menos capacidad de otorgar créditos. Las compañías de servicios públicos deben poder ajustar sus tarifas para que reflejen los incrementos en los costos. De otro modo no estarán en condiciones de mantener la inversión en redes y esto, a su vez, afectará la productividad en todos los sectores de la economía.

Además, Kirchner debe establecer una economía de mercado competitiva reforzando los derechos a la propiedad. Si no actúa en estas áreas, no podrá atraer inversiones nuevas del exterior o recaudar capital suficiente en el mercado interno. Cuando la capacidad esté utilizada en su totalidad, la productividad declinará junto con el crecimiento. Kirchner tiene una gran oportunidad. Debería aprovecharla.



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