Licitaciones renovables: lecciones de 2016, aprendizajes para 2017

El año termina con buenas noticias, tras resultados promisorios en las licitaciones renovables realizadas por el Gobierno. Entre los puntos que pueden ser mejorados en las venideras, se incluyen el tratamiento del componente nacional y las diversas tecnologías.

Termina el año con muy buenas noticias para las energías renovables, de la mano de una licitación que sorprendió positivamente a propios y ajenos.

El cambio de metodología para realizar la expansión en la oferta eléctrica fue clave en ese sentido. Durante los últimos años del kirchnerismo, el método principal para fomentar la nueva instalación de centrales renovables fue a través de un esquema de asignación discrecional de contratos para empresas que presentaban proyectos de inversión. El precio resultante se fijaba analizando los costos del proyecto y una tasa razonable de ganancia. La nueva gestión del Ministerio de Energía y Minería modificó este esquema, y optó por el establecimiento de licitaciones en las que se convocó a empresas locales e internacionales, que volvieron a mirar al país luego del acuerdo alcanzado con los holdouts.

La cantidad de proyectos presentados fue muy alta, sextuplicando la potencia inicial a adjudicar. El mayor volumen de energía ofertado fue de eólica, en la cual la Argentina posee uno de los mayores recursos a nivel mundial. Una grata sorpresa resultó el interés por la tecnología solar fotovoltaica, que está llamada a generar una revolución en los próximos años. Luego de una primera ronda y un "repechaje", donde se solicitó a las empresas que no ganaron inicialmente una mejora en los precios, se terminó adjudicando casi 2,5 veces los 1.000 MW licitados originalmente.

Los precios presentados, tanto en eólica como solar fotovoltaica, fueron menores a los esperados en la previa, producto tanto de la competencia como de las mejores condiciones de financiamiento existentes (por un lado, por haber dado por terminado el episodio del default vigente desde principios de la década pasada y, por otro, por el exceso de liquidez internacional). Así, los precios para la tecnología eólica fueron entre 15% y 35% menores a los firmados un año antes (teniendo en cuenta todos los ajustes e incentivos establecidos en la presente licitación). En el caso solar, estas mejoras de precios fueron marcadamente mayores, dado que los resultados de la convocatoria arrojaron valores que son un tercio de los que se acordaron durante fines de la gestión anterior. Para peor, muchos de los contratos "caros" celebrados en los últimos años nunca se materializaron en inversiones reales.

Desde el punto de vista geográfico, es interesante notar la dispersión territorial donde se presentaron proyectos eólicos, todos con muy buen potencial. Es decir, se rompió con la idea de que la Patagonia Sur (Chubut y Santa Cruz) es el único lugar apto para este tipo de generación. Otras áreas, como la zona de Bahía Blanca, Comahue e incluso Mendoza, Córdoba y La Rioja demostraron tener un potencial muy alto y ser económicamente competitivos.

En relación a las propuestas solares, se observó un fenómeno similar, siendo finalmente adjudicados proyectos en siete provincias (Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y Mendoza). Para comparar, la totalidad de los (pocos) parques solares que están entregando energía al Mercado Mayorista se ubican en la provincia de San Juan.

Mejoras para lo que se viene

Ahora bien, luego de la experiencia de este año, ¿se puede mejorar algún aspecto de cara a la próxima licitación de energías renovables esperada para el primer semestre de 2017? Sí, definitivamente.

El principal punto negativo en la reciente subasta estuvo asociado al componente nacional de los distintos proyectos. Si bien la industria local actualmente no cuenta con capacidad para la producción de todos los componentes necesarios para desarrollar parques eólicos o solares, aquellos que sí son producidos suelen tener un precio mayor que los importados. En ese sentido, la decisión política de privilegiar menores precios sin otorgar una consideración alta al uso de piezas de origen nacional desembocó en un muy bajo nivel de participación local y debería ser revertida en el próximo llamado a licitación.

De acuerdo al potencial argentino y a las metas planteadas en la Ley 27.191, una gran cantidad de industrias pueden desarrollarse en nuestro país y ser competitivas económicamente. Para lograrlo, será necesario contar con apoyo inicial de carácter estatal, tanto mediante financiación que permita competir con proveedores extranjeros que acceden a bajas tasas de interés, como con otros tipos de políticas sectoriales (por ejemplo, cupos especiales para equipos fabricados en el país).

Asimismo, en posteriores convocatorias deberían ser incluidas distintas tecnologías. Si bien en la subasta llevada a cabo recientemente había reservada capacidad para fuentes tales como biomasa, biogás o pequeños aprovechamientos hidroeléctricos, las condiciones para participar (pensadas para proyectos eólicos o solares) hicieron que la cantidad de ofertas en dichos segmentos haya sido baja. Por ello, en pos de la diversificación de la matriz energética, las futuras licitaciones deberían incluir reglas particulares para este tipo de tecnologías que presentan gran potencial en diversas partes del país.

Finalmente, en estos pocos días que restan hasta la finalización del año o, a más tardar, en los primeros meses del próximo, debería ser emitida toda la normativa que reglamente la contratación de energía entre generadores y grandes usuarios. De esta forma, aparecería un gran número de nuevos compradores de electricidad, lo que permitiría aumentar la cantidad de desarrollos renovables generando un despegue definitivo del sector. Así, si bien resulta improbable el cumplimiento del primer objetivo establecido en la ley de Energías Renovables (8% al 31 de diciembre de 2017), sí sería posible hacerlo con el segundo, 12% al 31 de diciembre de 2019.

De la experiencia de este año queda claro que las energías renovables en la Argentina ya son una realidad. En el mediano plazo, la integración de la generación limpia aumentará, no solo por el cumplimiento de los objetivos de la ley sino también por sus precios, que están demostrando ser competitivos en comparación con otras fuentes de energía, como la generación térmica.

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