La premier peruana, víctima de la envidia

Una campaña de difamación motivada por la envidia habría originado la renuncia de la primera ministra del país, la primera mujer que ocupa ese cargo. Después de ser nombrada primera ministra de Perú hace menos de seis meses, Beatriz Merino, una abogada especializada en impuestos que tenía en mente la reforma tributaria, esta semana perdió el respaldo de Alejandro Toledo, el presidente, como parte de la reorganización semestral de su gabinete de ministros.

Pero si bien los otros cuatro cambios ministeriales se produjeron como resultado de decisiones personales o por mal desempeño, se cree que Merino es víctima de su propio éxito.

Ex senadora y aliada política de Mario Vargas Llosa, el novelista que perdió frente a Alberto Fujimori las elecciones presidenciales de 1990, Merino fue elegida para ocupar el cargo en el cambio de gabinete que realizó el presidente en junio de este año.

En un escenario de violencia y huelgas que paralizaban el país y de menor popularidad de Toledo, ella pasó de ser titular del ente recaudador de impuestos de Perú a ocupar el cargo de primera ministra.

La designación fue elogiada como la medida más astuta que tomó el criticado presidente desde que asumió en 2001. Por ser una estratega que no dice tonterías y con gran aceptación política y pública, Merino era considerada la persona ideal para impulsar en el Parlamento una serie de reformas de estado para modernizar el abultado, corrupto e ineficiente sector público peruano.

“Ella era una mujer honesta, transparente con una conciencia social que inmediatamente generó un cierto grado de esperanza y el afecto entre los peruanos , dijo Alfredo Torres, director del grupo encuestador Apolo de Lima.

Sin embargo, pese al éxito de algunas de sus políticas, y a su mayor popularidad, Merino el mes pasado fue objeto de una campaña de difamación en su contra. Los rumores hablaban de abuso de influencia durante su carrera como funcionaria y de su supuesta homosexualidad.

Dolida por la naturaleza personal de los ataques y al sentir que disminuía el apoyo de los miembros del parlamento y ministros colegas, presentó su renuncia hace dos semanas. Toledo en un primer momento rechazó su dimisión, pero luego cedió ante la presión política para que fuera reemplazada.

El real motivo de los ataques, según muchos comentaristas, fue la envidia por su aceptación pública y los temores de que empezara a reemplazar a los ministros alineados al partido por tecnócratas, en un esfuerzo por darle nueva vida al detenido programa legislativo.

Augusto Alvarez, comentarista de política y editor del diario Perú 21, dijo que la elección de Carlos Ferrero, un aliado político de Toledo, como el cuarto primer ministro en 2,5 años le sumó crédito a esta versión de los acontecimientos.

“El riesgo que se corre proyectando una sensación de cambio sin realmente cambiar nada es que el presidente pueda estar agotando la poca credibilidad que le queda , escribió Alvarez en una editorial.



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